324 Adjetivos para describir cabellos

Vamos, niña,le dije,tranquilícese Vd.; debe tener el corazón como una roca ese muchacho si no se muere de amor delante de Vd. Carmen movió la cabeza con desconfianza, y en este instante el alcalde y el cura entraron trayendo del brazoa un joven alto, moreno, de barba y cabellos negros que realzaba entonces una gran palidez, y en cuya mirada, llena de tristeza, podía adivinarse la firmeza de un carácter altivo.

"¡Oh, duque!" El objeto de tanta atención y acatamiento era un hombre bajo, gordo, la faz amoratada, los ojos saltones y oblicuos, el cabello blanco, y el bigote entrecano, duro y erizado como las púas de un puerco-espín.

Su rostro imberbe, fresco y sonrosado como el de una damisela; el cabello rubio; los ojos azules, suaves y tristes.

Unos, viéndola tan sin pelo, la tenían por de cuero de rana; otros, decían que era ilusión; desde cerca parecía negra y desde lejos, entre azul; llevábala sin ceñidor; no traía cuello ni puños; parecía, con los cabellos largos y la sotana mísera y corta, lacayuelo de la muerte.

Hállase entre los cincuenta y sesenta, pero conserva en sus ojos el fuego de la juventud; sus cabellos grises están esmeradamente peinados, los largos bigotes a lo Víctor Manuel, la perilla apuntada, la nariz aguileña le dan un aspecto simpático y gallardo.

allá, con el cabello suelto sobre los hombros mecíase suspendida de la rama de un sauce sobre la corriente de un río, y sus pequeños pies, color de rosa, hacían una raya de plata al pasar rozando la tersa superficie.

Era, en suma, el viejo más guapo, simpático y frescachón que se podía imaginar; limpio como los chorros del oro, el cabello rizado, el bigote como la pura plata; lo demás de la cara tan bien afeitadito, que daba gloria verle; la frente espaciosa y de color marfil, con las arrugas finas y bien rasgueadas.

Sus cabellos negros revueltos, erizados, le daban aspecto de aparecido.

El cabello dorado al ayre suelto Tiene de estar, el cuerpo desceñido, Descalzo el pie derecho, el rostro vuelto Al mar, á donde el sol sea zabullido, Al brazo este sartal será revuelto De las piedras preñadas que en el nido Del aguila se hallan, y esta cuerda Con mi intincion la virtud suya acuerda.

Apeóse otra señora, también enlutada, muy flaca, muy pequeñita, ocultando, como la otra, entre los negros crespones un rostro consumido y lleno de pecas y unos cabellos rojos mezclados de blanco.

Sentir el frágil cuerpo deshacerse al peso de la edad agobiadora, y caminar con paso vacilante, mústios los ojos y el cabello cano; y, buscando un apoyo, á cada instante ¡triste tender la temblorosa mano! Y cuando destruido y fatigoso el cuerpo vuelva hácia la madre tierra, ávido de reposo, ¿qué quedará de ?

Tenía la cabeza abultada, el cabello corto, los labios gruesos.

Pocos minutos después saltaban ladrando en la glorieta dos perros de caza y detrás de ellos una gallarda joven de tez morena, cabellos negros ensortijados que apretaba una gorrilla rusa de piel, pecho exuberante, amplias caderas ceñidas por una falda corta de color gris, calzada con botas altas y llevando colgada del hombro una primorosa carabina.

No usaba peluca, y sus abundantes cabellos rubios, no martirizados por las tenazas del peluquero para tomar la forma de ala de pichón, se recogían con cierto abandono en una gran coleta, y estaban inundados de polvos con menos arte del que la presunción propia de la época exigía.

Una noche, tanto pegó el rostro a la cabeza de la dama, que ¡oh prodigio! se arrojó a rozar con los labios sus cabellos peinados hacia abajo en trenza doblada.

Muy moreno, la barba en punta, el cabello cortado coronando una hermosa frente, viva la mirada, Mauricio había cogido la mano de Herminia y la hablaba con animación.

Luego establecía un paralelo crítico entre el ataque de Cerro Pelado y la batalla de Arcole; la sorpresa del Barranco de los Santos y la batalla de Austerlitz; y así seguía comparando otras acciones de guerra, hasta conseguir que el «corso de los cabellos lacios» (¡siempre Napoleón!) quedase al nivel de mis sabios caudillos de machete al cinto y lazo de cuerda formando rollo en el arzón de la silla.

Con los labios sobre los cabellos enmarañados de la niña, le iba contando el médico un cuento de hadas.

¡Míralo qué arrogante! Arrodíllate, Adela: arrodíllate ahora mismole respondió dulcemente Ana, volviendo a ella su hermosa cabeza de ondulantes cabellos castaños; mientras que Juan, que venía de hacer paces con Lucía refugiada en la antesala, salía a la verja del zaguán a recibir al amigo de la casa.

Miguel entra precipitadamente por la puerta del foro, con el cabello desordenado y el traje descompuesto, dando señales de cansancio y mirando hacia atrás, como si alguien le persiguiese.

Sus cabellos negros revueltos, erizados, le daban aspecto de aparecido.

Formaba su rostro el mismo óvalo perfecto, con la barba un poco saliente, los ojos pardos hermosísimos, el cabello castaño, encrespado en artísticos remolinos naturales sobre una frente ancha y nobilísima, que parecía hecha expresamente para ceñir los laureles de una corona.

Pero a solas, don Álvaro se mesaba los rubios y finos cabellos ¡quién lo diría! se llamaba animal, bestia, bruto, como si no fuera todo lo mismo, y se decía: ¡Me he portado como un cadete! Me ha perdido la timidez....

Catalina tiene un hermoso cabello negro.

Estaba doña Luz vestida con una linda bata, y los cabellos rubios, no peinados aún, recogidos en red sutil.

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