732 Adjetivos para describir frases

La Fontana, por desgracia en aquella ocasión, era enemiga declarada de la retórica, y más enemiga aún de las frases hechas, de los lugares comunes y de esos preámbulos oficiosos, neciamente corteses y en extremo fastidiosos de la oratoria académica.

=Modismos= Viértanse en castellano las siguientes frases basadas sobre los modismos tomados del cuento anterior.

»] [Nota 421: Popularizado sobremanera aquel romance sobre la muerte de don Beltrán en Roncesvalles, en que se lee: «Con la mucha polvareda, perdimos a don Beltrane...», se hizo esta frase topiquillo vulgar y con frecuencia nuestros poetas la acomodaron festivamente en sus versos, más o menos variada.

Carcajadas ó palabras de menosprecio contestan á sus llamamientos, y ella, indignada contra los chófers insolentes, da suelta al léxico de su cólera, intercalando con frecuencia la frase más célebre de Waterloo.

Ebrio de amor y felicidad también, cantó en el oído de la niña, con voz temblorosa, una porción de frases incoherentes, hijas de su locura divina.

Ganas daban de contestarle con un revés o con un insulto atroz; pero Quintín tenía siempre una sonrisa, un chiste, una frase cariñosa para calmar la tempestad.

Otras advertencias merece este tratado, las que si ahora se omiten es porque constan de las frases dichas (en el Arroyuelo); y porque una cosa es pura Posposicion, y otra cosa es Particula.

El enfermo, de tarde en tarde, abría los ojos para mirarla sin encono y sin perfidia, como nunca la había mirado; y desde aquel día Carmen le cuidaba dulcemente, y le hablaba algunas breves frases consoladoras.

El duque y el tío Frasquito creyeron morirse de risa al oír la agudeza de Currita, y la de Valdivieso añadió entre carcajadas: ¡Exacto! ¡Qué frase tan feliz!...

Sin dificultad ninguna encontró el asunto de su discurso, y desde las primeras frases vió desarrollarse ante su imaginación en serie muy clara todas las ideas que habían de constituir la disertación.

Con frases sencillas y con ánimo imperturbable, Nicolasa explicaba de esta manera sus extrañas relaciones con Tomasuelo; y como Tomasuelo hacía gala de su adoración espiritual y se lamentaba resignado de no ser querido de otra suerte, todos en el lugar, lejos de censurar, se maravillaban de aquel purísimo y angélico lazo que estrechaba así dos almas.

Esta impresión de la escuela, fría y húmeda, donde se entumecen los pies, donde recibe uno, sin saber casi por qué, frases duras, malos tratos y castigos, esa impresión es de las más feas y antipáticas de la vida.

¡Amo a usted!... ¡La adoro! La anciana reía, reía a su sabor, y contestaba a mis requiebros con frases entrecortadas, como si fuera presa de profunda emoción.

Dos rayas paralelas y verticales era, segun el P. San Agustin, lo que servia para separar cada palabra; pero suponemos que mas bien las empleaban para separar frases enteras, como ocurre algunas veces, muy raras, en la escritura árabe-malaya.

Pero luego las notas decaían, las bellas frases se enlazaban más lánguidas, la imagen de la dicha moría en un radio de sombra, y ya sólo podía oírse la tierna resignación del amor vencido ante la irremediable lejanía de su ideal ultraterreno.

Esta era una frase sacramental; pero tenía otras muchas.

Empezó por pronunciar algunas frases corrientes de felicitación y en seguida, seguro de que nadie le veía más que ella, dijo secamente: Vas á marcharte á tu casa y á esperarme.

Garmendia no se atrevía a mostrarse francamente volteriano, y procedía en la conversación con insidia, por frases sueltas, por observaciones al parecer cándidas.

Cerró entonces el libro, abrió el balcón, y el airecillo fresco de la noche le trajo claras y distintas las apasionadas frases de la música, como si el mundo, con aquella voz de sirena, quisiera arrancarle de la soledad.

No es propio decir que hacía calor, porque esta frase, común al verano de todos los países europeos, es inexpresiva para indicar la espantosa inflamación de aquella atmósfera de Andalucía en el día infernal que presenció la batalla de Bailén.

Su mujer, el portero, el cocinero, Llera y casi todos los empleados recibieron en mitad del rostro alguna frase grosera pronunciada en el tono cínico y burlón que caracterizaba su discurso.

No tenía esos aburrimientos negros de los hombres gastados: no se le ocurría jamás una frase irónica, incisiva, de las que aun entre enamorados suelen usarse.

Era la vez primera que Josefina escuchaba con gusto las frases galantes y las palabras cariñosas de un hombre.

GRANA ¡Qué rehacio! 75 QUEVEDO Nada que a nadie le importe; pero cuando aquí llegué, percibí en frases cortadas no qué de cuchilladas... CASTILLA ¿Conque oísteis?...

No pudo concluir esta frase trivial.

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