295 Adjetivos para describir hermana

Ella y su pobre hermana han realizado estupendas curaciones.

María de la Paz (quitémosla el doña, porque supimos casualmente que le agradaba verse despojada de aquel tratamiento), hermana menor del Marqués de Porreño, era una mujer de esas que pueden hacer creer que tienen cuarenta años, teniendo realmente más de cincuenta.

"Veisme aquí, señores que me estáis escuchando, hecho pescador y casamentero rico con mi querida hermana, y pobre sin ella, robado de salteadores y subido al grado de capitán contra ellos: que las vueltas de mi fortuna no tienen un punto donde paren ni términos que las encierren.

Fallecido él, su hijo Julián continuó su obra sin apartarse un punto, manejando con el suyo el haber de sus dos hermanas casadas, la una con un médico, la otra con un propietario de la Mancha.

La hermosa dama que acaba de entrar en la casa es la esposa de este banquero, y hermana política, por lo tanto, de la señora de Calderón.

Sus dos hermanas mayores parían todos los años, como su madre.

Después me apreté la hebilla del chaleco hasta quedarme sin respiración, y mi pobre hermana vieja estuvo a punto de perder la paciencia, a fuerza de hacer y deshacer, y volver a hacer, el nudo de mi corbata, al que no conseguía darle un aspecto bastante inspirado.

La hermana del Marqués, llamada doña María de la Paz Jesús, pasaba un poquito más allá de los cincuenta, aunque se conservaba muy bien.

La vieja se dolió de los malos tratos que el padre la daba, y refirió al joven la historia de todos los disgustos que con su cuñado había tenido, achacándolos al carácter díscolo y egoísta de éste: habló con enternecimiento de su difunta hermana, que había sido muy desgraciada: no se dio por entendida de la escapatoria ni de la clase de interés que su sobrina podía inspirar al joven cortesano.

¿Qué derecho tengo yo para imponer además la misma pena a su linda hermana, más joven aún y no menos a propósito para lucir en el mundo?

Y Gabriel hablaba de la inglesa como de una hermana muerta.

Esta es la verdadera; esta la que hemos de buscar y encontraremos con la ayuda del Sr. de Cedrón y de su digna hermana Doña Josefa, y de su sobrina Doña Patros...

Unas veces se entretenía malignamente en atortolarle, en ponerle colorado, mostrándose viva y desenvuelta como una chula: otras se placa en seguirle el humor apareciendo melancólica, dirigiéndole miradas tímidas como una colegiala: otras, en fin, le trataba con tierna familiaridad, enterándose de su vida, de sus actos y sus pensamientos, como una madre o una hermana cariñosas.

También se acordó de cuando su hermana y él (aquella misma hermana viuda que allí vivía), iban a la casa del abuelito, en la Concepción Jerónima, cogidos de la mano.

Y quizás hubiera hecho lo mismo con su infeliz hermana, á no esconderse D.ª Aurora en el rincón más apartado del edificio.

Mala hermana, ¡no das de cenar a tu hermanito! Mira , mejor estaba en la cárcel... Como vuelvas a nombrar... ¡Nombro!... ¡Puño! Como vuelvas a decir... ¡Puño!repitió el bergante alzando la mano.

Rufita, que es la hija, la hija de doña Zoila Mostrencos, hermana carnal de don Cesáreo, esposo de doña Lucrecia; Rufita, digo, la supuesta prima de Nieves y sobrina, por consiguiente, de usted, me paró ayer en la calle yendo con su madre y me dijo: «supongo, don Claudio, que esos señores no nos tirarán con algo si vamos a visitarlos en cuanto lleguen... porque pensamos visitarlos.

pongo por caso, de hace unos veintitantos años, tan solamente los nombres de Andrade, Guido Spano, y luego Obligado y Oyuela, se impusieron a la atención de las repúblicas hermanas.

Su pequeña hermana era ya una muchacha; pero la pobre más fama tenía de traviesa que de sabía.

Fué un día en que doña Rebeca, la única hermana de don Manuel, residente en un pueblo próximo, llegó a Luzmela de visita.

13 los hijos de tu hermana elegida te saludan.

Jacinta recibía con gozo lo que su suegra llevaba para ella, y lo iba trasmitiendo a sus hermanas solteras y casadas, menos ciertas cosas cuyo traspaso no le permitían.

Entonces regresé al lado de Fahima, que seguía soltera, y ambas fuimos á visitar á Zobeida, nuestra hermanastra, que te ha contado su historia y la de sus hermanas convertidas en perras.

Doña María Cepeda con Mencia, Su bella hermana, dicen á Manrique, Que mechas encendidas convenia Se muestren, y campana se repique.

Son dos hermanas solteronas, que en su mocedad fueron ricas y que han venido a menos.

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