508 Adjetivos para describir madre

Cada frase de elogio que llegaba a sus oídos, cada nota de sobresaliente que veía escrita debajo del nombre de su hijo, producía a la pobre madre espasmos de alegría.

Después, abrazándole estrechamente, le recomienda de nuevo mucha devoción al escapulario bendito de la Virgen del Carmen que lleva sobre su pecho; que sea bueno y sumiso; que huya de las malas compañías; que piense siempre en su pobre choza y en su patria..., en fin, cuanto es de necesidad que recomiende una madre cariñosa á un hijo querido en el instante supremo de una larga ó tal vez eterna separación.

Has despertado la ambición de los imperialistas y expansionistas del Norte de América, y unos y otros han echado sus afiladas garras sobre tus entrañas! ¡Madre amada, madre querida, estamos aquí para defender tu libertad é Independencia, hasta morir!

y aunque los hijos de estas familias salían á las universidades y viajaban, llevando siempre consigo tan bello recuerdo de la madre patria, cuando á ella tornaban deponían de buen grado los resabios adquiridos en el mundo, y volvían á ser sencillos comillanos.

¿Habrá hijo como yo, hecho una lástima, cuya felicidad, obra del padre, es pena y lágrimas, que no probó mínima alegría de amorosa madre que presto la perdió? 105.

La infeliz madre, al mirar que el vapor se alejaba, se quedó inmóvil, con un niño en los brazos y el otro cogido de la mano, sin saber lo que la pasaba.

Oyóle la veneranda madre desde el fondo del mar, donde se hallaba á la vera del padre anciano, é inmediatamente emergió, como niebla, de las espumosas ondas, sentóse al lado de aquél, que lloraba, acaricióle con la mano y le habló de esta manera: 362 «¡Hijo! ¿Por qué lloras?

que acaso la sombra que pasa es sombra de tu madre muerta.

Las madres jóvenes se arrellanaban en sus asientos y abrían el ángulo de las abultadas piernas, como para ofrecer mayor espacio al guerrero escondrijo.

¡Quién sabe si hubiera podido ser, como ella decía, buena esposa y excelente madre!

«Te voy a traer unas botas muy bonitas» le dijo la que quería ser madre adoptiva, echándole las palabras con un beso en su oído sucio.

Alzarlo en coro vosotros primogénitos benditos de la progénie patria, ilustres sabios, honor y prez del nacional decoro, que recibísteis con los mismos ritos la sal de la sapiencia en vuestros labios, y en comunión los unos con los otros brote del seno del filial linaje el cántico, que en labios de vosotros sea como un legítimo homenaje a la madre común.

Tienen sogaañadió una vieja madre sin volver la cabeza.

¿Es una madre muy triste que anda por el mundo buscándome?...

a de tenerla por madre política; en desistir con gusto de que Juanita se hiciese monja para que no eclipsase a la Monja Alférez y fuese la Monja Generala, y en ofrecerle para el regalo de su boda la cantidad que pensaba dar para la dote de su monjío.

Ya que ha escapado, a pesar nuestro, de la semioscuridad del rincón casero y va a someterse a las miradas del lector desapasionado, lo dedicamos únicamente a la familia de la hermosa y tierna madre que inundó estas páginas con las efusiones de su corazón, sin prever que en la última hora de su vida le faltaría tiempo para quemar estos papeles.

Se dice que en la casa hay muchos disturbios, que los hijos son para la madre tan malos como lo fué el marido....

Lo que más cautivaba a su primo, en Rita, no era tanto la belleza del rostro como la cumplida proporción del tronco y miembros, la amplitud y redondez de la cadera, el desarrollo del seno, todo cuanto en las valientes y armónicas curvas de su briosa persona prometía la madre fecunda y la nodriza inexhausta.

Gracias, oh madre antigua, por el presente regio que a la abundancia sumas de tus pasados dones.

Y al pobre Chapaprieta no le tenemos ya de obispo, porque a ése, tan engurruñado, soso y melifluo, nada se le puede hacer, como no sea madre abadesa.

Y cuando la madre, afligida por las órdenes furiosas, quería unirse a Margalida para buscar el remedio, la reclamaba otra vez su marido junto al lecho.

virtió él lágrimas de piedad y de afecto, y nunca tuvo corazón para descubrir a su hija que la imagen que veía en el espejo era el trasunto de su propia dulce figura, que el poderoso y blando lazo del amor filial hacía cada vez más semejante a la de su difunta madre.

A continuación, una gran sorpresa para Desnoyers, pues vió entrar en la cocina, con aires de actriz solemne, de madre noble de tragedia, á su tía Elena, la casada con el alemán, la que vivía en Berlín rodeada de innumerables hijos.

¡Almas tenaces, respetad siquiera el noble gozo de esta madre anciana cuya misión de paz la venidera posteridad vendrá a juzgar mañana!

Recibía grandes paquetes de su madre llenos de víveres escogidos, de tabaco, de ropas.

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