205 Adjetivos para describir monstruo

Si el voraz diente de los monstruos marinos ha respetado las osamentas humanas, en el profundo abismo, sobre un lecho de algas y corales habrá entrelazados restos de dos seres.

La casa ilustre comenzaba á desmoronarse: era inútil que le quisieran poner un puntal aquí, otro allá; la casa se venía al suelo, porque el monstruo terrible no cesaba en su actividad destructora.

Maltrana, influido por el miedo, creyó ver un horrible monstruo, un digno engendro de la selva encantada; algo semejante al dragón de leyenda que había surgido en su memoria al dar los primeros pasos.

Oíd cómo sucedió: En aquel tiempo existía en Avilés un monstruo llamado don Gregorio Zaldua.

Todos los objetos adquieren formas fantásticas: cualquier orificio practicado en la roca se nos antoja un abismo; la convexidad insignificante que aparece en la regularidad de la bóveda adquiere las proporciones de un monte derribado; las concreciones calcáreas entrevistas aquí y allá toman el aspecto de monstruos enormes; un murciélago que vuela, cualquier cosa que se desprende, nos produce un extremecimiento de horror.

Perdida la fe en su importancia humana, considerábase igual a uno de estos monstruos pequeños que se agitaban en las vegetaciones del abismo submarino.

Se desplomó un trozo del muro hecho de barro y estacas, y por la negra brecha salió como una centella un monstruo espantable.

El ladron roba, el liviano se desmanda, el pendenciero riñe, cuando se presenta la oportunidad, estimulando la pasion; que si estuviesen abandonados de continuo á sus malas inclinaciones, serian verdaderos monstruos, su crímen degeneraria en demencia; y entónces el decoro y buen órden de la sociedad reclamarian imperiosamente que se los apartase del trato de sus semejantes.

¿Cómo puede corregirse un monstruo semejante?

¿Qué es de ella? ¿Vive o muere? Gabriel, tienes ingenio, y Dios ha querido que recobres tu preciosa vida para que desbarates los inicuos planes de ese monstruo abominable y devuelvas a la niña su anhelada libertad, así como a la paz del alma, que he perdido quizás para siempre.

Necesitaban vivir junto á la costa, en agradecido contacto con el monstruo obscuro y pesado que les había mecido maternalmente, cuando con tanta facilidad podía haberlos hecho pedazos.

Necesitaba ser ofensivo para vivir; inspirar respeto á los monstruos devoradores, especialmente á los pulpos, que buscaban la presa de su busto y sus patas peludas, asomadas por la locomoción fuera de la torre.

Su cuerpo estaba revestido de escamas metálicas y tenía en su parte delantera una cabeza de monstruo quimérico, con dos globos de faro á guisa de ojos.

Y yo á ,contestó Ester,por todo el odio que ha transformado en un monstruo infernal á un hombre justo y sabio.

Todos los habitantes de la selva adormecida escapaban asustados al sentir la aproximación de este monstruo inmenso.

Nada más extraño durante la noche que ver el espectáculo de esos grandes monstruos tendidos y reflejando luz por los rayos de la luna.

Esos trabajadores míseros cuya vida es una continua lucha y un esfuerzo titánico y desproporcionado, son muchas veces felices, y el mar, su enemigo, el mar, el monstruo incomprensible, llena su existencia y hace su felicidad.

El que una vez caía en las garras del negro monstruo, era su esclavo para siempre.

En vez de dejarse mecer dulcemente por el curso tranquilo de una corriente sinuosa, es preciso disciplinar el salvaje torrente, refrenar ese monstruo furioso deteniéndolo unas veces y activando su corriente otras.

La Virgen estaba ya de nuevo ocupando su camarín en el altar mayor, cuyo retablo, todo de madera tallada y dorada, subía hasta la cumbre del ábside, y era caprichoso y atrevido desate del estilo churrigueresco: complicado laberinto de retorcidos tallos, colosal hojarasca, frutas, armas, monstruos simbólicos y rosetones, por los cuales asomaban sus infantiles y aladas cabezas los ángeles y los serafines.

No se movía, sino que parecía recogerse en las tinieblas como algún monstruo gigantesco pronto a lanzarse sobre el viajero.

Cuando el monstruo alado con rostro de mujer apareció ante él, ¿no dio brillante muestra de su sabiduría y de su buena voluntad para nuestra patria?

Y ¡qué chorro de fuego salía flameando de cada una de sus tres bocas! Como era un monstruo terrestre, dudo si tendría alas; pero, tuviéralas o no, el caso es que corría como una cabra y un león, y se asustaba lo mismo que una serpiente, y con una cosa y otra alcanzaba tanta velocidad como los tres juntos.

Se contentaba con que la dejasen en un espacio cerrado, frente al monstruo odioso.

Otros crímenes más horrorosos aún, si es posible, los refería el manuscrito, con una verdad de pormenores tal y con apoyo de pruebas tan irrecusables, que los testigos llamados por el reo se preguntaban con espanto si era posible que existiese un monstruo tan atroz y qué horrible castigo le reservaba la justicia divina, de la que él se burlaba con tan horroroso cinismo hacía tantos años.

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