51 Adverbios para describir cómo jugó

Hasta entonces no había reparado en unos chiquillos, de diez a doce años, pillos de la calle, que jugaban allí cerca, alrededor de un farol, de los que señalaban el límite del paseo y de la carretera en los espacios que dejaban libres los bancos de piedra.

A ratos llega el traqueteo de un carro, o se perciben los gritos de los muchachos que juegan a lo lejos.

El conocerse desde niños y haber acaso jugado en el paseo juntos lo autorizaba.

Pero las decoraciones, tales como hoy las comprendemos, con sus cambios regulares, no jugaban jamás en ellas.

La pulsatila juega igualmente en la angina menstrual y en la que se desarrolla paulatinamente, ó que no pasa del estado subagudo despues del uso del mercurio; ó que presenta sequedad de la garganta sin sed, sensacion de tension y de hinchazon en la parte afecta, color oscuro, endolorimiento de los gánglios del cuello, calofríos con ó sin fiebre.

Con la honra de su familia ningún señorito jugaba impunemente.

Díjome el Saca-mantecas que se jugaba descaradamente.

El tibio contacto de su piel delicada, al través de la cual sentía palpitar el calor misterioso de la vida, me llenaba de dicha, una dicha profunda, incomparable, infinita; jugaba suavemente con los dedos torneados y creía sentir en ellos tan pronto febriles estremecimientos como languideces invencibles, ardientes promesas y ahogados anhelos de ternura.

Declaraba, eso , con la mayor humildad, que me reconocía muy inferior moralmente al señor de Medina, y el secreto y maligno gozo de haberle jugado tan bonitamente la mala pasada no excluía la sinceridad de aquella declaración.

Si algo había en la Tierra a que quisiese más que al oro, era a la preciosa niñita, su hija, que jugaba alegremente junto a su trono.

Monina llamó á Tachana, una niña con quien jugaba diariamente.

en pensar que la mar traidora nos podía jugar repentinamente una mala pasada.

Pero pronto aprendí a jugar discretamente, equilibrando pérdidas y ganancias.

Ella va una noche y otra no, acompañada de su marido, ó de su hijo Pepe, oficial de artillería, muy guapo, que juega divinamente al tresillo.

A don Juan Manuel y á don Elías les gustaba jugar, especialmente al primero, de quien se decía que en el Casino de Madrid llegó á perder cincuenta mil pesetas de una asentada.

Esta misma tendencia aristocrática, más grande sobre todo en Aracil y en Montaner que en Andrés, les hacía huir de lo estruendoso, de lo vulgar, de lo bajo; sentían repugnancia por aquellas chirlatas en donde los estudiantes de provincia perdían curso tras curso, estúpidamente jugando al billar o al dominó.

En aquella colinadijo Eustaquio a los niñoshabía un lugar, donde unos cuantos holandeses viejos estaban jugando eternamente a los bolos, y donde un individuo holgazanísimo, llamado Rip Van Winkle, se había quedado dormido y se había estado durmiendo veinte años de un tirón.

Tenían mucha afición a los juegos de azar, hasta el punto que jugaban frecuentemente sus vestidos, sus adornos, sus armas, su libertad personal y hasta sus mujeres.

Los vuelvo á encontrar á orillas del mar, en una larga faja verde donde, antes del baño, juegan frenéticamente al cricket.

Por último se decidió como lo más sensato que me echase un poco hacia atrás en la silla, dejando descansar el brazo izquierdo con cierto abandono sobre el respaldo de otra que á mi lado tenía, mientras la mano derecha jugaba graciosamente con el mico de bronce que corona la tapa del tintero.

El dragón, con la mano apoyada en la empuñadura de su sable, jugaba indolentemente con la borla de su dragona, sin que al parecer se cuidase en manera alguna de lo que pasaba en torno suyo.

Gracias por la lisonja,contestó Enriqueta sonriendo, al par que instintivamente jugaba con las espirales de uno de sus hermosos rizos.

Un hombre puede haber dirigido su mano violenta contra mismo o contra sus bienes: justo es, pues, que purgue su culpa en el segundo recinto, sin esperar tampoco mejor suerte aquel que por su propia voluntad se priva de vuestro mundo, juega, disipa sus bienes o llora donde debía haber estado alegre y gozoso.

Sentía el vencimiento como una afrenta, y más pensaba en meterse donde no le viera nadie, que en buscar un desquite en buena ley; en buena ley, porque es de advertir que el coloso de Rinconeda no era traidor ni capaz de una villanía, aunque, por efecto de su rudeza, no se ahogara con escrúpulos de otro género; era, en suma, de los que querían, llegado el caso, «Jugar en injusto juego; pero jugar lealmente.

Por mi vida, Carduel, que juegas lindamente de vocablo; mas por me hacer merced que digas una copla á una moza que está en aquella ventana.

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