Ella se enjugó los ojos, le miró fijamente, arrojó un suspiro y volvió á llorar.

Andemos, sin embargo, mirando atentamente al suelo.

La pobre miró atrás, y vió que la gente avanzaba siempre, haciendo más ruido: no quiso ver más aquello, y tomando hacia la derecha, entró en el Prado.

No se había acercado a Esperancita en todo el tiempo, pero de lejos se miraban y se sonreían.

El flamante capitán se interrumpió para mirar abajo, extrañándose de la soledad de la playa.

La Titonius, apoyada en un brazo del ingeniero, le miraba de muy cerca con ojos de pasión.

Sus ojos volvieron otra vez, pero en ese instante sentí que mi vecino de la izquierda miraba hacia allá, y después de un momento de inmovilidad de ambas partes, se saludaron.

Más lejos se levantaba el suelo, formando el acantilado amarillento de dos murallas sinuosas que se miraban frente á frente.

Doña Paulita no contestó ni miró siquiera al ramplón Gerundiano.

El chiquitín tiembla de miedo, mira alternativamente á su padre y á su madre, y calla.

le dijo al indio, mientras haciendo como que miraba adentro, ponía la mano tremenda en la cesta; y cuando Sol se desprendía del brazo de Juan y venía a ella con los brazos abiertos....

¡Lea! La cantante lo miró profundamente, le dirigió otra sonrisa y se arrojó en sus brazos en un movimiento apasionado, diciéndole: Dame un beso, ¿quieres?

Hizo una pausa la bondadosa señora; quedóse mirando al vacío tristemente, y luego, abrazando a su hijastra que aún permanecía de rodillas y acercando los labios a su oído, le dijo en voz baja: Mira, hija mía, yo no tardaré en morir y pienso dejarte todo cuanto tengo.

Clara no ha mirado jamás con malicia á hombre alguno.

Se miraron largamente los dos hombres.

Doña Manuela le miró severamente.

Al fin, pasando por su hermoso rostro una ráfaga de ternura, después de mirar rápidamente a todos lados, se acercó a él, le pasó un brazo por la espalda y le dijo con acento cariñoso: Y ahora que estamos solos por última vez y que nadie nos ve, ¿no nos despediremos de un modo más efusivo?

Pero el telegrafista, un jovenzuelo de ojos maliciosos, le miraba sonriente, y se adivinaba en su sonrisa algo que tal vez tenía relación con el despacho.

Lo miramos curiosamente.

Subió el joven con cierta inquietud la escalinata de madera, después de mirar disimuladamente á las ventanas.

Don Manuel miraba vagamente una nubecilla blanca que se deshacía en jirones leves, sobre el fondo gris de un cielo huraño.

Eran diamantes tan enormes que hacían dudar de su autenticidad, esmeraldas del tamaño de guijarros, amatistas, topacios y perlas, muchas perlas, a centenares, a miles, caídas como granizo sobre las vestiduras de la Virgen, Los forasteros admirábanse ante esta opulencia, deslumbrados por su enormidad, mientras Gabriel, habituado a la visita diaria, lo miraba todo fríamente.

Cuando ya no me veía más que como una línea del paisaje igual que una piedra ó un tronco de árbol, yo, satisfecho de verlo á él tranquilo, le miraba tranquilamente.

¡Poco nos importa! ¿Es acaso la naturaleza menos hermosa porque ellos la miren con indiferencia? ¿

Leonora miraba distraídamente el paseo central; sus filas de sillas de hierro, llenas de gente; los grupos de niños, que vigilados por las criadas, corrían alborozados bajo la luz dorada y dulce de la tarde primaveral.