21 Metáforas para mirar

Su mirar es abstraído.

Vuelto á lo que le rodeaba, después de aquella reconcentración en que había caído, el Rey habló de esta manera: Mira, Amrafel, lo que me impulsa á buscar el trato y conversación de los espíritus es todo amor y aspiración no satisfecha: amor de saber y amor de amor mismo.

La miró con algo mayor benevolencia y experimentó un sentimiento tan parecido á la simpatía, que se quedó asombrado.

El criado la miró sorprendido.

Mira, hermana, más es el deseo que traigo de verte, que cuanto gané; siéntate y comamos, que por el camino coheché estas dos liebres; dime, hermana, ¿quién es este que sube?

Mira, chiquio, lo que a él le pasa son desgracias que le pueden ocurrir a cualquier hombre, y esto son cosas de política en que no debemos mezclarnos.

Mirando con tristeza y envidia el grupo: «¡Oh dichosa edad de la despreocupación y del qué se me da á !

Su mirar era como un extracto sutil, alcohol dulcísimo que se subía á la cabeza y hacía en ella mil diabluras.

Miró con todo el furor propio de tan dramática situación al cura y a la religiosa, y rugió: ¡Infames! Habéis hecho más aún de lo que yo creía.

Don Avito se queda un rato suspenso, y dice luego: Mira, es una idea que no se me había ocurrido, y aunque me parezca absurda puede conducir á algo como ha conducido á Lobacheusqui el hacer una geometría partiendo del absurdo de que desde un punto fuera de una recta pueda bajarse más de una perpendicular á ella.

La miró de cerca: era una jeringa.

Mira, Risdeño, no me lastimes con tus palabras; que de te digo que otro soy del que solía, y de cosa de lo pasado no tengo memoria.

miran Qual del navio es el lugar mas alto, Y en él muchos se apiñan y retiran.

Mira, en aquel callejón está la puerta del torno.

Su mirar era puñalero: cortaba, derramaba hielo de muerte, cabalmente por su misma indiferencia y distancia.

Y bien, ¡mira cuál ingrata es la recompensa! ¿Quién de los séres de un día será tu amparo?

Lo otro, y lo que más sentimos, es que, hablando comúnmente, soléis decir: Miren el diablo del sastre, o diablo es el sastrecillo.

Mirando estoy los sepulcros Cuyos mármoles eternos Están diciendo sin lengua Que no lo fueron sus dueños.

¡Mira, Antonio, no me sofoques! Mira que tengo la sangre más negra ya que mis zapatos y no respondo de mídecía ella con los labios pálidos, temblando de ira.

patria querida, Mira qual es nuestra suerte, Que si allá das justa muerte, Quitan acá justa vida.

Miraba yo aquella traza tan leve y tan frágil, la seguía comparándola y distinguiéndola de las que nosotros dejábamos, calculaba cuánto era posible que durase.

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