Las amazonas enviaron á lo alto una nube de flechas contra su pecho y su cabeza, mientras los jinetes de las cimitarras intentaban herirle en las pantorrillas.

El sol brillaba en el firmamento sin que una sola nube asomara por el horizonte a recibir su parternal caricia.

I Ya va terminando el dia, Se acerca la noche oscura Y está helado y no murmura El arroyo de cristal: Entre cenicientas nubes, Con sus últimos reflejos, Aun manda el sol desde léjos Su tibia luz al lugar.

#nube#, f. cloud.

Las nubes son cuerpos cuya densidad es extraordinariamente menor que la de la madera ó de las piedras, pero mayor que la de la nieve y la del humo, como lo hace patente el hecho de que no se rinden bajo su propia gravedad como ceden las piedras, y reunen en sí materiales para la formación del granizo y de la nieve, que el humo no podría contener.

Minerva, la deidad de los brillantes ojos, fué quien rompió el silencio pronunciando estas palabras: [Ilustración: LA DEIDAD DISIPÓ LA NUBE Y ULISES, HOLGÁNDOSE DE RECONOCER SU PATRIA, BESÓ EL FÉRTIL SUELO (Canto XIII, versos 352 á 354.

Y, cierto, la isla de Tenerife en las Canarias, y la isla del Pico en las de los Azores, no creo que son muy ménos altas que las dichas, como quiera que las veamos, á lo ménos la del Pico, 40 leguas en la mar, y mucho más alta la cumbre dellas que las nubes, y que parecen por debajo dél.

La nube las envolvía y cegaba como el humo de la pólvora envuelve a los héroes de una batalla; mas ellas, con indomable bravura, despreciando al enemigo que se les introducía en los pulmones, se proponían no desmayar hasta expulsarle de la casa.

14 Las nubes son su escondedero, y no ve; y por el cerco del cielo se pasea.

La única nube que obscurecía a menudo la transparente claridad de su semblante, era un repentino fruncimiento de su lindo entrecejo; pero este detalle, como efecto mecánico de una extremada sinceridad de pensamientos y de impresiones, no daba a la expresión de su mirada el menor acento de dureza.

A partir de este momento la nube fué tomando para él contornos fijos.

Aquella nube era la langosta.

¡es una soga! Una nube sangrienta la ofusca la mente.

La nube del trueno es un pájaro para los caribes.

A la dudosa luz del crepúsculo pudo verse, que lo que parecia una nube era un inmenso paño rojo.

Una nube, De cuyo abrasado seno Abortos horribles son Los relámpagos y truenos, Sobre nosotros cae.

Una leve nube sombría cruzaba rápidamente por su risueño semblante.

Estas nubes preñadas de cataratas, esta noche tendida en pleno sol sobre el Atlántico, habían sido el terror de los antiguos.

La atmósfera es pura; ni una nube vela ese ardiente sol que desaparece en el horizonte entre un vapor rojizo.

Aquellos hielos son el lecho de cristal y de diamante; aquellas nubes de oro y púrpura son el velo sagrado que los rodea.