47 Metáforas para brazo

Lo demás, era manotear en el vacío, pretendiendo volar, cual si los brazos fueran alas.

«Confieso (escribe el mismo Padre Lucas á su Provincial) que aunque es grande el valor de los Puraxís, y es también grande el amor y reverencia que me tienen, aunque infieles y recién conocidos, con todo eso, sólo el brazo de Dios Omnipotente pudo infundirles aliento y vigor para proseguir, á fin de mostrar que por medio de instrumentos débiles y flacos, quería abrir el camino de la salud eterna á aquellos nuevos pueblos y naciones.

Su brazo es el alimento vivo é indispensable de todas las industrias y artefactos: tanto se encuentra en la elevada cúspide de una torre, como penetra en las entrañas de la tierra, en busca de los productos del reino mineral.

aquí a tus pies, aquí te imploro que del seno me arranques de la dicha; tus brazos son mi altar, seré tu esposa, y tu esclava seré; pronto, un momento, un momento pudiera descubrirnos y te perdiera entonces.

Proscriptos de la miseria, encontraban una patria en el Canaán del bienestar inmediato y de la fortuna posible; sus brazos enérgicos y sus oficios manuales eran armas que ponían al servicio del exclusivismo americano; y la pronta naturalización aceleraba los efectos del medio transformador.

Cada ser humano era un energúmeno, cada boca un grito, cada brazo un aspa, y en todos los rostros había llamaradas del incendio de alcohol.

Mi brazo es como otro brazo cualquiera...

mis brazos... mi cuerpo... Ya era sólo una cabeza flotante en aquel océano de luz, ¡una miserable cabeza que se disolvía como un terrón de azúcar!...

¡Oh! si mi aliento pudiera ser el hálito de su vida! ¡Si mis brazos pudieran ser las cadenas que retuvieran su existencia! ¡Si pudiera morir por que ella viva! se decia alzando los ojos anegados en llanto.

Lástima que no hubiese crecido un poco más, con lo que hubiera alcanzado á esa línea de donde arranca en las mujeres la gallardía; de lamentar también que sus brazos fuesen demasiado carnosos, y el seno con exceso turgente, y que la redonda cintura no se recogiera y anillase mejor sobre la bien soplada magnificencia de las caderas.

La pobre muchacha suspiraba de miedo mientras le cogía los brazos con sus manecitas temblorosas.

Estaban aguardando los circunstantes que tratase de coronar algunos la gran reina de la Equidad y que premiase sus hazañas; mas fuéles respondido que no hay mayor premio, que ella misma, que sus brazos son la corona de los buenos.

Por la izquierda, el brazo menos caudaloso, que llaman el pequeño Ródano, es, no obstante, una poderosa corriente bastante más fuerte que la del Garona, el Loira y el Sena; por la derecha, el gran Ródano, se oculta á la vista por una ribera poblada de sauces que cubren la mitad del vaporoso espacio.

? Mi sombra era otra cosa, abria los brazos, mostraba papeles; pero las cambiantes de la pared que la pintaba, el abrirse y cerrar de las puertas aquellas, las volvia grotescas, me hacian figurar como un mono haciendo cabriolas.

Yo podía distinguir ya el rostro, los hombros y el pecho de uno de ellos, y gran parte de su vientre, y sus dos brazos a lo largo de los costados.

A él sin él yo le vengara, Prudente, advertido y sabio; Mas de la intencion del labio Satisfaccion no se alcanza, Si el brazo de la venganza No es del cuerpo del agravio.

El «brazo secular», tras el cual se esconde la crueldad del clero, no es el culpable.

En muestras de la amistad, Aquí los brazos os dad.

Eso mismo con el fuerte Duque de Saxonia, y sus parientes y allegados, que con tan justa causa merecian otro acogimiento que el que en él hallaron; mas su imperial persona, no mirando los deservicios que dellos habia recebido, con misericordiosa y pia benivolencia los brazos abiertos, el perdon con su amistad les ofrece.

En nuevo trabajo no había que pensar; porque el brazo perdido era el derecho.

Sus dos brazos eran de una dimension proporcionada, y en su blanquísima mano, algun tanto larga y de afilados dedos, no se dibujaba el más pequeño hueso ni siquiera se traslucian las venas.

Y no sólo no eran admitidos, pero gritaba el Mérito: Hola, venga acá media docena de faquines, que para solos sus brazos son estos embarazos.

Ea, don Luis, vuelve en ti; tu brazo la pica empuñe; el coselete en tu pecho al Otomano deslumbre; digiere aquel hierro ardiente que el tiro de bronce escupe.

Morandro, al que es buen soldado Agueros no le dan pena, Que pone la suerte buena En el animo esforzado; Y esas vanas apariencias Nunca le turban el tino, Su brazo es su estrella y signo, Su valor sus influencias; Pero si quieres creer En este notorio engaño, Aun quedan, si no me engaño, Experiencias mas que hacer, Que Marquino las hará, Las mejores de su ciencia, Y el fin de nuestra dolencia Ser bueno, ó malo sabrá.

Los brazos son las extremidades superiores y las piernas son las extremidades inferiores.

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