64 Metáforas para cara

Véase como muestra la última de sus estancias: Axi 'm te pres e' liatz en son carçre Amors ardens com si stes en un coffre, Tancat jus claus e' tot mon cor fos dintre, On no pugués mover per null encontre, Car tant es grans l' amor que us ai è ferme Que lo meu cor no 's part punt per angoxa, Bella, de vos, ans esay ferm com torres En sol amar á vos, blan xa colomba, etc.....

Car en veritat Senyor lo mils dispost haurá prou afer ates que noy pot hom trovar hun roçí.

What a pretty car this is! It is a parlor car.

Hay, entre muchas, una escena en el primer acto en que el dominio es absoluto, y en la frase final el auditorio siente un gran sacudimiento: But break, my heart; for I must hold my tongue, que Sarah hace vibrar en su francés: «Mais éclate, mon cœur, car il faut rester bouche close!» La interpretación de Sarah es de esas acciones artísticas que pueden apasionar hasta la violencia.

Y estaba admirando su sólida construcción, cuando súbitamente vi salir por la puerta principal á diez jóvenes de elevada estatura, y cuyas caras eran una alabanza al Creador por haberlas hecho tan hermosas.

Así, las caras estaban alegres en la mañana siguiente, cuando, soltando los cables, el vapor se puso en movimiento.

La cara juvenil y la fina habla castellana de María fueron otro aliciente más para la clientela.

Aquel, arrojado en tierra, aplica la oreja al polvo para oír hablar a los antípodas, y su cara de idiota, plantada en el suelo, es como un amarillo melón que se ríe.

En fin, pienso que mi cara fué un arco iris por espacio de algunos segundos.

Su cara era de una blancura maravillosa, sus mejillas sonrosadas, y en una de ellas tenía un lunar como una gota de ámbar gris, según dice el poeta: ¡Las rosas de sus mejillas! ¡Más deliciosas que los dátiles rojos en sus racimos! ¡Si su cuerpo es tierno y dulce, su corazón es duro é inexorable! ¿Por qué no poseerá su corazón algunas de las cualidades de su cuerpo?

Que las caras de esos monges eran unas calaveras á medio descarnar, pues eran nada menos que todas las víctimas de Don Juan Manuel que se levantaban de sus sepulcros.

Eso no es la moral; la cara de carton no es la cara de carne.

Quedábase estática y lela delante de la señorita, devorándola con sus ojos, y si esta le cogía la cara o le daba un beso, la pobre niña temblaba de emoción y parecía que le entraba fiebre.

Las caras son del color de la cera; pero, á veces, un reflejo del expirante sol, que no acaba de ponerse, las aviva con un toque rojizo.

El uno era tan alto como un gigante; tenía unos bigotes rojizos que le tapaban la boca; la cara era coloradota y parecía muy torpe y estúpido; debía de serlo, en efecto, porque cuando le hablé no pareció haberme entendido, y me contestó farfullando un ¡válgame Dios! tan extraño, que me le quedé mirando con los ojos y la boca abiertos.

La cara de Josefina no era gran cosa: ¡pero el cuerpo!...

Es costumbre untarles la cara á los novicios cuando van á entrar en el sacerdocio, á los niños cuando se les consagra al Sol, y los cuerpos de los muertos.

Blanca y levemente amapolada, su cara era una creación murillesca, si se veía de frente.

Al fin siempre seria mejor que las caras domésticas no fueran de cuaresma, que las calles estuviesen limpias, ó que si estaban sucias, no galopasen los caballos á la inmediacion de los transeuntes.

Traía la muestra de ellas en su cara, y por las que le habían dado concertaba tamaño y hondura de las que había de dar; decía: "No hay tal maestro como el bien acuchillado"; y tenía razón, porque la cara era una cuera y él un cuero.

LA DAMA Si cierro los ojos, le veo en medio de un camino, pero su cara no la distingo.

Su cara fué el dolor mismo, después la vergüenza, después el terror...

Entre los arácnidos hay varias especies cuya cara dorsal imita con precisión el aspecto de una hojita, con sus nervaduras y demás caracteres accesorios.

Cara y manos son de esmalte; el ropaje, de oros cincelados y también esmaltados, se incrusta de minúsculas gemas, de pedrería refulgente y diminuta como puntas de alfiler.

La cara es el especo del alma, señor duque.

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