6 Metáforas para casco

Simoun la sacó con mucho cuidado, y retirando el mechero, descubrió el interior del depósito: el casco era de acero, grueso como dos centímetros y podía contener algo más de un litro.

Hizo una seña, que el caballo alado entendió, y éste bajó por el aire lentamente hasta que sus cascos estuvieron a poco más de la altura de un hombre sobre el suelo roquizo del valle.

Madera de lo mejor que se había encontrado; el mástil recto, terso, sin una mala grieta; el casco panzudito para que resistiera bien las marejadas, pero con una proa tan fina, que era talmente una navaja de afeitar; pintado de negro charolado y brillante como un zapato de señor, y el vientre blanco, deslumbrante, ni más ni menos que una anguila: lo que era.

Aquellos cascos, ¿dónde los echaría?

No estará de más decir aquí que yo llevaba puesto un uniforme blanco y cruzada al pecho la ancha banda de la rosa; el casco era de plata con adornos de oro, y las altas botas de montar completaban mi atavío.

Los cascos de ébano o azabache son de copiosa riqueza.

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