32 Metáforas para honor

Mi honor es el agraviado, Poderoso el enemigo, Yo vasallo, ella mujer: Descubra el cielo camino; Aunque no si podrá, Cuando en tan confuso abismo Es todo el cielo un presagio, Y es todo el mundo un prodigio.

HONOR era el anuncio sobre latón de una empresa de coches de muerto fundada en París por la época que ellos atravesaban y que restituida a su integridad decía así: SERVICE DE POMPES FUNÈBRES RUE D’ANJOU SAINT HONORÉ.

, honor en la historia y muerte rápida si el destino es adverso, es una carrera, que yo apetezco.

¡Qué honor para usted conocerlos siendo tan joven! Punto en boca, amigo Maltrana: me perdería usted ante el jefe si éste llegase a saber que el prólogo lo ha hecho otro que yo.

Epístola (A Don Damián Menéndez Rayón y Don Francisco Giner de los Ríos) No arrojará cobarde el limpio acero mientras oiga el clarín de la pelea, soldado que su honor conserve entero; ni del piloto el ánimo flaquea porque rayos alumbren su camino y el golfo inmenso alborotarse vea.

Los hombres, digo, los señoritos, somos unos miserables; creemos que el honor de las hijas del pueblo es cosa de juego...

Astolfo La mano luego á Rosaura, Pues sabe que de su honor Es deuda y yo he de cobrarla.

¡Que una razon, O que una sinrazon pueda Manchar el altivo honor Tantos años adquirido, Y que la antigua opinion De honrado quede postrada A lo fácil de una voz! ¡Que el honor, siendo un diamante, Pueda un frágil soplo (¡ay Dios!) Abrasarle y consumirle, Y que siendo su esplendor Más que el sol puro, un aliento Sirva de nube á este sol!

El honor humano es poca garantía cuando se trata de la fe conyugal.

Sentado este principio, ningún alcalde mayor, ni otro empleado público, deberán dar al rey más fiador por las resultas del ejercicio de la judicatura ó administración que S. M. les confíe, que su honor, aptitud y mérito personal, quitando por este medio el perjudicialísimo gravamen que sufre el público y en especial el comercio, fiándolos para el empleo.

El Sr. Escrichdicho sea en honor suyono es hombre de grandes conocimientos.

El honor es el honor.

Y, sin embargo, los grados, los honores que obtuve no eran una ilusión; los soldados que llevé al combate, los reductos tomados, las banderas conquistadas al enemigo, las victorias que tanto asombro causaron a Francia... todo esto fue obra mía, toda esta gloria me pertenece.

Los extraños caprichos de la suerte, que, con frecuencia, dispensa al indigno los honores y todo género de felicidades, y deja perecer al digno en la indigencia, constituyen el fin de este drama.

¡Oh, no! ese honor es la infamia; el verdadero honor es el que defiende la patria, el que ampara al pobre y al desvalido, el que acomete á los tiranos y los vence ó sucumbe: los castellanos no comprendeis ni el honor ni la gloria; llamais honor al crímen y gloria á la infamia.

El honor de una doncella es un lujo inútil, un oneroso tesoro.

Mi honor está en vuestras manos.

En cuestiones de honor no admito distingosdecía el hombre cuando se sentía hidalgo; usted me dirá: el honor es una martingala.

La caballerosidad, el honor no son sino la moneda admitida en los contratos o chalaneos de buena fe entre varios egoísmos.

Honor, que siempre he guardado Como noble y bien nacido, Y amor, que siempre he tenido Como esposo enamorado: Adquirido y heredado Uno y otro en se ve, Hasta que tirana fué La nube que turbar osa Tanto esplendor en mi esposa, Y tanto lustre en mi fe.

No volvió jamás a acariciarle en público; sólo unas pocas veces, a escondidas, lo estrechó contra su pecho, y besándole nerviosamente, le dijo: «¡Monstruo!...» CAPITULO XIII EL HONOR DE LOS PUEBLOS El almuerzo preparado por doña Asunción en homenaje del sabio bacteriólogo debía ser su obra maestra; pero, como tantas otras obras maestras, quedó inconclusa.

¡Ah, don Gonzalo, una tortura horrible me destroza el alma! Usted sabe como nadie, que el honor es mi único patrimonio; por consecuencia, de rodillas suplico a usted me permita que sea yo el que mate a ese granuja que aquella noche nefasta enlodó mi honradez acrisolada... Gonz.

El jueves, cuando me pintabas tu compromiso y me decías que tu honor y tu buen nombre estaban en peligro, te dije: «Yo, a quien tan grandes desaires has hecho, te he de salvar...».

El honor debe ser cuidadosa preocupación de todo hombre y de toda mujer; y debe oponerse como principio superior a toda categoría social, aunque sea la realeza.

las escenas imaginarias estaban tan llenas de intrigas como la vida real; el honor era entonces el punto principal, las mujeres estaban encerradas celosamente en verdaderos harenes y el llegar hasta ellas, cosa fácil hoy, constituía la dificultad para los amantes.

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