159 Metáforas para madre

La madre de mi padre es mi abuela.

[701] Desque fué en mi casa esta vieja sabida, Díxele: "Madre señora, tan bien seades venida: "En vuestras manos pongo mi salud é mi vida; "Sy vos non me acorredes, mi vida es perdida.

Cuyda la madre cara que por la sosañar, Por correrla é ferirla é por la denostar, Que por ende será casta é la fará estar; Estos son aguijones que la fazen saltar.

No tienes idea de la irritación sorda que me invade cuando veo a una criatura delicada, fina, de casta, cuya madre fué amiga de la mía, atacada por un grosero ingénito, cepillado por un sastre, cuando observo sus ojos clavarse bestialmente en el cuerpo virginal que se entrega en su inocencia...

El, su madre y otros individuos de su ilustre familia, son amigos míos de toda la vida.

Las madres son amor, no razón; son sensibilidad exquisita y dolor inconsolable.

La muchacha no tenía padre, y su madre era una vieja anguilera del mercado de la ciudad, que á media noche cargaba sus cestas en la barcaza del ordinario, llamada el carro de las anguilas.

Mi padre es de Palma, cierto; pero no desciende de judíos, sino de cristianos viejos, y mi madre era aragonesa y de la familia de Rincón.

Doña Isabel se pasó al lado de los músicos, y las demás con Lisis al estrado, y la discreta Laura, su madre, que era la primera que había de desengañar, al asiento del desengaño.

Mas donde la impaciencia causa un daño horrible es en la educacion de los hijos: la dignidad paternal y maternal dependen, sobre todo, de la gran calma y serenidad del ánimo: el padre, y áun más la madre, que se descompone delante de sus hijos, baja de su alto puesto, y dejándole, no puede exigir que los demas se lo conserven.

La pobre madre, para traer a casa algún dinero, era ahora ayudanta de una lavandera, y en las mañanas de invierno bajaba al río desfallecida de hambre, temblando al contacto del agua su mísero esqueleto cubierto de piel.

Al oir estas insinuaciones, Laura se estremeció de vergüenza y quiso responder enojada; pero recordando que su madre estaba en ayunas desde hacía muchas horas, se cubrió el rostro con las manos y rompió á sollozar.

La madre mostraba al niño la paloma, y el niño en su afán de cogerla, abría los ojos, estiraba los bracitos, reía gozoso; y su rostro al sol tenía como un nimbo; y la madre con la tierna beatitud de sus miradas, con su esbeltez solemne y gentil, con la aurora en las pupilas y la bendición y el beso en los labios, era como una azucena sagrada, como una María llena de gracia, irradiando la luz de un candor inefable.

¡Feliz el matrimonio donde hay una hija, una hija dulce, sensible, afectuosa; una hija que piense, y sobre todo que sienta! ¡Jamas llegarán á envenenarse las querellas! ¡Jamas dividirá á los consortes el abismo! Si la madre es la firme base y la fuerte columna en que descansa la familia, la hija es el ángel custodio que la cubre con sus alas.

Su madre es una borrachona, y él también sorbe mucho aguardiente.

» Y la princesa contestó: «¡Oh padre mío! Siendo yo pequeña, la vieja que había en casa de mi madre era una bruja muy versada en la magia y me enseñó este arte.

Madre Brí ... Brí ... Brígida, la que no lo sepa, al ca ... ca ... caramanchón.

Madre, soy una cabrita para servir á Vd.{86-2}¿Una cabrita aquí, en este convento de avispas descalzas y recoletas?

La madre, viuda, estaba en cama, y hacía días que había concluído sus ahorros.

Teresa se interrumpió para continuar en seguida, con un esfuerzo, conmovida hasta las lágrimas: Ese niño, ese jovencito, está al abrigo de la necesidad, ha recibido una excelente educación, porque su madre no es ya una campesina tosca é ignorante, y puede emprender cualquier carrera, aspirar á cualquier situación... con tal que la sociedad no le cierre sus puertas...

" "Al día siguiente supe que mi madre estaba en la cárcel, mi casa convertida en cuartel y que á mi padre lo habían fusilado.

La pobre hormiga, ahora que su madre, ya en el cielo, no era una carga para ella, había logrado hacerse un poco de ropa con su trabajo.

La madre casualidad los llevaba por sus ignorados derroteros; el Destino, en su misterioso molde, vaciaba esta humanidad y sacaba intrépidos mareantes o feroces negreros, exploradores audaces o vendedores de chinos.

La quiere como si fuera su madre y creería ser causa de su muerte si no le daba gusto.

Yo renuncio á entrambos, replicó el moro; mi madre fue una cautiva castellana; su pueblo será mi pueblo, su religion mi religion.

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