376 Metáforas para mujer

¡Mujer! no abuses de la clemencia del cielo,exclamó el Reverendo Sr. Wilson con acento más áspero que antes.

He pagado con ellos al panadero, al mercado, al sirviente, que se fue hoy y me ha dejado sola... El lindo Raguet, frenético de impaciencia, apostrofó a Catalina con sus peores injurias, ¡y tenía un buen repertorio de ellas! Y cuando se cansó de insultarla, le asestó feroces bofetones y puntapiés, practicando su máxima favorita: «Las mujeres son como las aceitunas.

Antes de expresarla, vaciló un rato, temeroso de que su mujer la acogiera con risas.

Esa mujer es mi acreedora.

Aquella mujer era una actriz tan perfecta, que su marido llegó a dudar de la falsedad de sus palabras.

Así adormecia esa mujer con el hechizo de su belleza i encantaba con la majia de sus gracias i de su voz, esas horas tan dulces para Arturo que las veia deslizarse como la corriente cuyo curso se encamina sobre flores a la felicidad.

Pero mi mujer es ya muy demasiado ahorradora; muy demasiado, muy demasiado.

Todos los hombres, las mujeres y los niños están alegres.

La mujer hasta los treinta años, constantemente está alerta, á la primera palabra que se cruza con un individuo del sexo opuesto, se pone en guardia; si no le agrada contrae las cejas y su contestación fría y displicente le dice atrás paisano, siguiendo imperturbable su camino; si por el contrario le agrada, entonces el disimulo es imposible, en este caso procede una proclama incendiaria y el motín es casi seguro.

Su mujer era una alhaja y le ayudaba á sortear aquella situación.

Son pueblos progresivos, donde la mujer es el alma de la cultura, donde se tiene muy triste idea de nuestro atraso y de nuestro espíritu tradicionalista.

La mujer impura ama y venera en el fondo de su corazón la pureza.

Titay es esa pobre mujer que acaba de salir, era la amante de un compañero y anoche supimos había vendido cuanto tenía, creyendo poder seguirnos.¡Pobrecilla!añadió el valiente hijo de España visiblemente conmovido; sin él nada quiere y toda su fortuna la ha tirado á la mar.

A esa edad en que el destino del hombre está en suspenso, es casi siempre una mujer quien lo decide... quien lo convierte en bueno o en malo... Cuanto a , esa mujer fatal ha sido su amiga de usted... Tal cual ella se me aparecía entonces, con su temible belleza y sus supuestas virtudes, era a mis ojos como el viviente símbolo de la dicha que yo soñaba en el seno de un hogar respetado...

El hablar por medio de las flores es peculiar entre los musulmanes á las mujeres, y la mujer toda es amor, ó zelos ó venganza: de cualquier manera que la considereis, la mujer es toda corazon.

Esa mujer era una anciana de ochenta años de edad, una infeliz negra, una pobre ciega, una esclava; era mi abuela paterna.

A pesar de que las señales eran manifiestas y que las mujeres, sobre todo si son andaluzas, saben leer pronto y bien en el pecho de los galanes, tardó bastante tiempo Fernanda en darse cuenta de la afición de Eduardito.

Mi madre era una santa; mi mujer es un ángel que se mira en mis ojos y no tiene voluntad propia: Currita, esto; Curra, lo otro, eso hace.

¡Las mujeres!... Era un anhelo, un ansia que hacía temblar sus voces y ponía en sus ojos fulgores de locura.

Mira, amigo, que la mujer es animal imperfecto, y que no se le han de poner embarazos donde tropiece y caiga, sino quitárselos y despejalle el camino de cualquier inconveniente, para que sin pesadumbre corra ligera a alcanzar la perfeción que le falta, que consiste en el ser virtuosa.

Haz cuenta que si le viere, Le diré lo mismo al otro, Clara; porque las mujeres Como yo, puestas en salvo, Si se esparcen y divierten, Es para aquesto no más; Que amor bachiller no tiene Más fondo que sólo el ruido.

Una mujer buena es un perpetuo arco iris.

Pero, en cambio, su mujer, aguadora y recadista de toda la vecindad, es un argadillo y una cotorra.

No; la mujer es una artista, y como todos los artistas, necesita un público grande, inmenso, á quien inspirar la admiración y el deseo, aunque no piense ni remotamente en satisfacer ese deseo....

Escrito está en los libros de luz, dijo gravemente Amina, que por el hombre abandone la mujer á su padre y á su madre; pero no está escrito en ninguna parte que la mujer asesine al hombre á quien ama.

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