38 Metáforas para piedra

Algunas destas piedras son anchas como doce piés y más largas que veinte, y otras más gruesas que un buey, y todas asentadas tan delicadamente, que entre una y otra no podrán meter un real.

La piedra no fué simplemente base y abrigo de dicho pueblo, sino un pueblo anterior, la generación primitiva que, suprimida paulatinamente por los jóvenes de encima ha tomado tal consistencia.

Estaban debajo del vetusto torreón, tan á plomo con él, que una piedra lanzada de las ventanas hubiese podido caerles sobre la cabeza; y sin embargo, por aquel lado la torre era absolutamente inaccesible: querer subir por el tajo á pico sería como intentar asirse á una lisa pared de acero.

Las piedras preciosas no eran sino colores en las fajas del espectro.

Más arriba piedras calcinadas y residuos volcánicos son los componentes de aquel coloso que revela en la espesa columna de humo que se eleva de su cráter que en sus entrañas de granito duermen los genios de las ruinas y de los estragos.

La piedra aquí es una cosa agrisada, cuando no es negra.

eso es... y saltó la chispa... Porque la había, ¡caray! porque la piedra era de darlas... y yo me salí con mi empeño...

Simoun es el diablo que tiene compradas las almas de todos los españoles... ¡tía Tentay lo decía! Capitana Loleng se santiguó, miró inquieta hácia las piedras temiendo verlas convertidas en brasas; capitan Toringoy se quitó el anillo que había venido de Simoun.

Y sin duda que la piedra de toque, en que se aquilata y contrasta el sufrimiento, es esta duda en que deja el virtuoso a los demás hombres acerca de si su virtud es tontería, impotencia o amilanamiento y poquedad de espíritu.

La piedra es durísima y el edificio fijísimo, que para romperlo se pasa mucho trabajo.

La piedra angular del edificio social es la familia; y no hay familia, en el augusto sentido de la palabra, allí donde la mujer se halla rebajada por la promiscuidad, y el hogar santo se prostituye en harém.

«Pero señora, esas piedras brillantes son de una finura incomparable.

Las piedras angulares sobre que se asentaba la Iglesia eran otros tantos fraudes.

La piedra de la honda fué a la onda, y la flecha del odio fuese al viento.

7 Porque el SEÑOR tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes, de abismos que brotan por vegas y montes; 8 tierra de trigo y cebada, y de vides, e higueras, y granados; tierra de olivas, de aceite, y de miel; 9 tierra en la cual no comerás el pan con escasez, no te faltará nada en ella; tierra que sus piedras [son] hierro, y de sus montes sacarás bronce.

7 Les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron partidas delante del arca del pacto del SEÑOR cuando ella pasó el Jordán, las aguas del Jordán se partieron; y estas piedras serán por memoria a los hijos de Israel para siempre.

La piedra es historia tambien, y me vino en deseo conocer la historia de aquella piedra.

Las piedras gigantescas, los muros ciclópeos, las columnas colosales son los huesos de esa raza vencida por los rayos del cielo, aniquilada por las maldiciones de Dios.

Sus huacas más notables son de piedra, y de piedra son sus grandes ídolos y konopas más queridos.

Esta piedra era un jacinto blanco, mas habiéndola tocado despues una muger en estado impuro, se volvió negra.

Juzgaban que ternia de piedra, mezclada y abrazada con el oro (la cual, sin duda, habia de ser por tiempo en oro convertida), los 600 pesos, y porque la piedra que está entrejerida y abrazada con el oro en los granos que se hallan, son como manchezuelas menudas, cuasi todo el grano parece oro, aunque con cantidad de piedra: este, cierto, era hermosísima pieza.

De la Puerta del Acoso obtuvieron varias fotografías; decían que la piedra nobiliaria con que el arco se adorna, es de gran mérito.

Una piedra blanca con una cruz y mi nombre, serían todo el monumento.

La simulación del oro y las piedras preciosas era el motivo ornamental más saliente de esta casa, famosa en el mundo entero.

Sospirando con gran pena, aquesto fué á razonar: ¡Oh Valencia! ¡Oh Valencia, digna de siempre reinar! Si Dios de ti no se duele, tu honra se va apocar, y con ella las holganzas que nos suelen deleitar: las cuatro piedras caudales do fuíste el muro á sentar, para llorar, si pudiesen, se querrían ayuntar.

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