Si acudía á casa de sus amigos, temía no encontrarlos tan benévolos como la noche anterior.

¿Por mi?preguntó, estrechando la mano de su amigo.

Poco después baja una cesta de una trampa abierta en la roca: se instala allí el viajero, y los brazos de sus amigos de arriba izan lentamente la pesada cesta, que da vueltas por el aire.

Sácame deste Argel de vidro; que yo te pagaré el rescate en muchos gustos, a fe de demonio, porque me precio de amigo de mi amigo, con mis tachas buenas y malas[110].

Lejos del grupo de mis amigos, echéme sobre el suelo, aguardando la aurora, sin poder ni querer cerrar los ojos; y allí me puse a meditar sobre lo que desde mi salida de Madrid había visto y oído: ¡Cuántas personas nuevas para mí había encontrado en aquella breve jornada de mi vida! ¡Con cuánto afán, meditando a solas y mirándolas al lado, preguntaba a los caminantes si tenían alguna noticia de lo que me reservaba el Destino!

El joven ni oyó siquiera las palabras de sus amigos, y tambaleando y como pudo llegó á la tumba y aproximose á la estatua; pero al tenderle los brazos resonó un grito de horror en el templo.

Pero este apodo no salió del círculo de amigos.

Vaya usted en la inteligenciadíjole éste con cierta sonrisilla y dando dos pasos atrásde que para hacer por usted cuanto me fuera posible, bastaban las cartas de sus amigos.

¿Conoces aquí á un jovencito que se llama Alfonso Núñez, y á otro que se llama Roberto, conocido generalmente por el Doctrino? Sí, señorcontestó Lázaro atemorizado, por creer que también le iba á participar la muerte de sus dos amigos.

Sin más parientes que su hija ni mas amigo que su órgano, pasa su vida entera en velar por la inocencia de la una y componer los registros del otro....

Tragomer vió en los ojos de su amigo que la vida moral renacía en él.

Una sorpresa no menos desagradable que la de Watson cuando llegó á la estancia de Rojas fué la que experimentó Robledo casi á la misma hora, al regresar á su vivienda, cansado de la inútil busca de su amigo.

* * * Así dijimos nosotros aquel día, tratando de volver á la Fonda del Comercio; pero todavía fuimos á contemplar, por consejo de nuestros amigos (y de ello nos alegramos extraordinariamente), la Torre denominada del Clavero, que hasta entonces sólo habíamos divisado á cierta distancia.

Tampoco tuvo la suficiente perspicacia ni la suficiente memoria para hacerse cargo de que podía haber alguna relación entre las preguntas que el fanático le había hecho la noche anterior, y la visita de aquellos amigos.

Así, en tan dilatado período, el nombre de nuestro amigo, que había estado en candidatura, digámoslo así, para entrar en la celebridad, no figuró en la Guía Oficial, ni en listas de funcionarios, ni en corporaciones, ni en juntas, ni en nada que pudiera hacerle traspasar las fronteras de aquel reducido término de Ateca.

¡Hermoso porvenir...! Sea usted honrado, trabaje usted mucho, para verse arruinado, sin otro recurso que pedir limosna en la puerta de San Juan a los hijos de mis amigos....

Las caras de mis amigos permanecerán frías y las manos se me tenderán con vacilación.

¿Qué habéis hecho de mi hermana Auristela y de las dos, Selviana y Leoncia, partes, mitades de los corazones de mis buenos amigos Carino y Solercio?" A lo que uno me respondió: "Esas mujeres pescadoras que dices las vendió nuestro capitán, que ya es muerto, a Arnaldo, príncipe de Dinamarca.

Ocupó solemnemente su pequeña poltrona, ordenó sobre la mesita los montones de libros y quedó mirando el rostro gigantesco de su amigo, que sólo estaba á un metro de distancia de ella.

— Así lo pienso hacer —dijo don Quijote—; y vuesas mercedes me den licencia, pues ya es hora para irme al lecho, y me tengan y pongan en el número de sus mayores amigos y servidores.

Estoy muy triste... ¡Cómo necesito en estos momentos la conversación de un buen amigo!...

La atención profunda del auditorio, el interés que se asomaba a las miradas y a las bocas entreabiertas, sedujeron al Tenorio de Vetusta, le halagaron y habló como podría hablar sobre el pecho de un amigo.

Elías, hijo heroico del pueblo y muy fiel amigo, que salvó a Ibarra en dos ocasiones, y puso a buen recaudo, a costa de la propia, la vida de su amigo, es Menandro, camarada el más leal de Florante, que también le salvó la vida en dos ocasiones, y con el mayor desinterés proclamó reyes a Florante y Laura.

Ella estaba allí, tímida y culpada, ante la mirada elocuente de su amigo.

Era la voz oratoria de su amigo, en torno de la cual parecían enroscarse como suaves lianas las dos voces prudentes y tímidas de la pareja amorosa.