68 colocaciones para castaño

En el sillón más próximo a la chimenea estaba arrellanada la señora de la casa, mujer de unos cuarenta años, gruesa, facciones correctas, ojos negros, grandes y hermosos, pero sin luz, la tez blanca, los cabellos de un castaño claro excesivamente finos.

Abajo, junto á la llanura, han sido respetados los bosques de castaños, gracias á las hojas, recogidas por los aldeanos para la cuadra, y á los frutos que éstos mismos comen en las noches de invierno.

Un grupo de castaños y una pared de una huerta, le ocultaban a la vista de los chiquillos y los perros, que, de notar su presencia, se hubieran alarmado.

Hay, pues, Granadinas morenas y Granadinas blancas; de pelo negro, de pelo castaño y de pelo rubio; altas y bajas; delgadas y gordas; feas y bonitas.

Sobre las ramas del castaño saltaban gorriones y pinzones que no cerraban el pico y no acababan nunca de cantar formalmente, distraídos en cualquier cosa, inquietos, revoltosos y vanamente gárrulos.

Había pasado junto a un molino; un perro le había cerrado el paso al atravesar el puente de la acequia, hecho con un tronco hueco de castaño; Ana se había echado sobre el tronco porque se mareaba viendo el agua blanca que ladraba debajo como el perro enfrente de ella.

Nos fué servida sobre el césped de una pradera, á la sombra de un enorme castaño.

Un instante después desaparecíamos á galope corto por la avenida de los castaños, seguidos por el ruido de algunos aplausos, que el señor de Bevallan tuvo la buena inspiración de comenzar.

Las grandes copas de los castaños aún no estaban vestidas del follaje que ostentan en el verano.

Las diez ó doce vacas que había dentro acostadas sobre hojas de castaño y rumiando con sosiego volvieron lentamente la cabeza para mirar á la puerta.

Este ataúd es de madera de castaño, y estuvo forrado de terciopelo negro.

pisaron la linde del bosque, alfombrada por las panojas amarillentas de la flor del castaño, que empezaba á desprenderse aquellos días y había impregnado el aire de un olorcillo que sin ser embriagador perfume, tiene algo de silvestre, de fresco, de forestal, de húmedo y refrigerante, por decirlo así, encantador para los que han nacido ó vivido largo tiempo en la región gallega.

El zaguán, pintado de azul, era obscuro, con las paredes desconchadas y salitrosas; la escalera, de castaño, torcida y apolillada; en el rellano principal, dentro de una hornacina, brillaba una virgen pintada en tabla, dorada y estofada.

Varió entonces la dirección del indiscreto anteojo, y torciéndolo á la derecha, admiró los manchones de castaños, y más allá los sombríos pinares.

Leto era fornido, sin ser basto ni mucho menos; ágil y bien destrabado de miembros, de mirar noble e inteligente, sano color y correctas facciones; la barba, de un matiz castaño obscuro, nutrida, suave y bien puesta; el pelo semejante a la barba; los dientes sanos y blanquísimos; la boca no grande y fresca, y el cuello, que entonces estaba al descubierto, limpio, blanco y redondo como una pieza de mármol.

Ninguno de los elementos clásicos que componen un cuadro de égloga falta allí; el prado de terciopelo, el manzanal simétrico, el bosquecillo de castaños, la huerta, el arroyo en la hendidura de la cañada, y, finalmente, el hilo de manso humo que brota del tejado rojizo, como una definitiva expresión de paz bucólica.

Y derramados por las faldas de las colinas algunos pequeños caseríos sepultados entre bosquetes de castaños y avellanos.

El conde apareció poco después, seguido de los hidalgos de su casa, montado en un soberbio caballo castaño de guerra, con riendas y arreos de seda azul, cuajados de plata, que el fogoso animal salpicaba de espuma a cada movimiento de cabeza.

Su abundante cabellera, de un castaño no muy obscuro, caía en ondas sobre la espalda y llegaba hasta el asiento de la mecedora, por delante le cubría el regazo; entre los dedos cruzados se habían enredado algunos cabellos.

Dió vuelta alrededor del castillo, entró en el patio de honor y llegó hasta la mohosa verja, que daba á una gran calle de castaños.

Quedéme solo, sentado en el cepo de un castaño que abatió el hacha, con el volumen de Becquer abierto en las manos, pero con gran pereza de leer.

Los muebles eran muy modestos; reducíanse á unas mesas de palo, pintadas de color castaño simulando caoba en la parte inferior, y embadurnadas de blanco para imitar mármol en la parte superior, y á medio centenar de banquillos de ajusticiado, cubiertos con cojines de hule, cuya crin, por innumerables agujeros, se salía con mucho gusto de su encierro.

La señora Rita entró a encender un velón de aceite, pues la estancia ya estaba casi en tinieblas; después extendió el mantel para la cena sobre una mesa de castaño, negra y pulida por los años de uso.

Á los pies de la cama había una percha de castaño negro y apolillado ya; sobre la percha, un guardapolvo muy ancho, y sobre el guardapolvo, entre dos viejas sombrereras de cartón, una caja de pino, más alta que ancha, con tapadera sujeta con un cordel.

, con aquel puro perfil virginal entre los pesados rizos de cabello castaño obscuro.

68 colocaciones para  castaño