103 colocaciones para peleas

A pesar de que había sido hombre de pelea, evitaba las cuestiones en este mundo compuesto de gentes bravas y de todas procedencias, que para ir á ganarse el jornal llevaban siempre el cuchillo y el revólver.

Es considerada por el indio como una falta de cortesía el tocar á un gallo de pelea, y siempre se solicita permiso del dueño para examinarlo.

En la batalla de las Navas da el ejemplo metiéndose en lo más recio de la pelea, por lo que el rey, después de la victoria, le da el señorío de veinte lugares y el de Talavera de la Reina.

Además, su arma había quedado abandonada en el lugar de la pelea.

El bastardo y el segundón se miran frente a frente: Oliveros pálido por el ansia de la pelea, estremecido con el deseo del vencimiento, y el segúndon fuerte, soberbio, con la cabeza desnuda y las manos rojas de sangre, como el héroe de un combate primitivo en un viejo romance de Castilla.

Luego desistiendo de aquel empeño, se arrimó al Ferrol y desembarcó allí alguna gente, la cual, acometida al punto de los nuestros, fué rechazada después de cuatro horas de cruel pelea, y al fin tuvo que reembarcarse.

Los más de ellos se habían ido á la peregrinación patriótica, y así se explicaba que las terrazas y las galerías permaneciesen silenciosas, sin el ordinario rumor de peleas dialécticas.

Hablaba poco: parecía de acero: miraba como un águila: nadie lo desobedecía su caballo iba y venía por el campo de pelea, como el rayo por el aire.

Una fortificación del tiempo de los corsarios, a la que había subido don Jaime muchas veces cuando niño, lanzando gritos de pelea, con un garrote de sabina en la mano, dando órdenes para el asalto a un ejército imaginario.

Después de haber combatido por tierra dos veces las galeras, tentaron por la mar, y á los 8 vinieron del armada con hasta 130 esquifes y barquetas y algunos bergantines empavesados con piezas de artillería pequeñas y mosquetes y ingenios de fuego, con mucha gente de pelea en ellos.

Cada uno de estos capitanejos acaudilla diez, quince, veinte, veinticinco hasta treinta indios de pelea.

Cantemos á los muertos En la feral pelea, Que sus despojos yertos De América presea, Valen mas que la pompa Que celebra la trompa Del poeta servil.

Temo que los aqueos se desquiten de lo de ayer, porque en las naves hay un varón incansable en la pelea, y me figuro que no se abstendrá de combatir.

Los dos infantes, causa imprudente de la atroz pelea, eran don Pedro el uno, del Rey primo, y su tio don Juan el otro era; entráronse talando á sangre y fuego la peligrosa granadina tierra, y allí los dos infantes se quedaron la muerte hallando en su insensata empresa.

Algunos de los jóvenes caballeros españoles, envidiosos del triunfo de este guerrero infiel, quisieron asimismo hacer armas con otros caballeros del ejército enemigo; pero el Rey prohibió semejantes encuentros por inútiles, y aun mandó que se evitasen las escaramuzas; porque ademas de la destreza que tenian los moros en este género de peleas, se aventajaban á los cristianos en el conocimiento práctico que tenian del pais.

Y este don que le ofrecerá mi mano, lo agradecerá con tanto mayor motivo cuanto que soy mujer, como ella: y si he venido hasta aquí, ha sido con el deseo, con el único objeto de vengarla; pero antes de medir nuestras fuerzas, es preciso que arreglemos las condiciones de la pelea.

Entonces empezó su medio siglo de pelea, para que los indios no fuesen esclavos; de pelea en las Américas; de pelea en Madrid; de pelea con el rey mismo: contra España toda, él solo, de pelea.

La narración de la pelea, ha concluído, entretanto, con un rasgo épico que podríamos llamar de familia, tan característico es él en la epopeya caballeresca.

Las injurias que habíanse prodigado en el combate, no eran sino recursos de pelea, como el grito en la esgrima italiana.

Una estuosa exhalación de fiebre, de chamusco y de salvajina, agobiaba con fatiga de pelea.

Y eso no es muy extraño, porque todavía hoy dicen los reyes que el derecho de mandar en los pueblos les viene de Dios, que es lo que llaman «el derecho divino de los reyes», y no es más que una idea vieja de aquellos tiempos de pelea, en que los pueblos eran nuevos y no sabían vivir en paz, como viven en el cielo las estrellas, que todas tienen luz aunque son muchas, y cada una brilla aunque tenga al lado otra.

Pero la Justa estaba con humor de pelea y se trabó de palabras con uno de los organilleros, desvergonzado por razón de oficio.

Enardecido hasta el paroxismo por el furor de la pelea, Gluck el Inimitable valía por ciento: según los casos, ciaba, se cubría, se retrepaba, defendiéndose ó atacando, pero siempre incansable y terco, magullando á sus enemigos con recios golpes, y exasperándoles y aturdiéndoles con denuestos.

esgrimía como el soldado cobarde que, no habiendo hecho nada durante la batalla, quiere en el último instante de pelea contestar con una muerte gloriosa á los denuestos de sus compañeros.

Yo veo compendiada en esta sencilla anécdota infantil toda la psicología del futuro artista: voluntad sin miedo, para quien el esfuerzo rudo y los vaivenes de la pelea habían de ser más tarde motivos de pasatiempo y regocijo.

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