10 colocaciones para tulipán

Y de nuevo nos condujo hasta el árbol de tulipán.

Las de la humana ciencia más ignotas Salutíferas plantas allí quiso Dios fecundar, y de las más remotas Tierras los frutos dió á su paraíso: Los sagrados laureles del Eurotas, Los poéticos tilos del Pamiso, De Estambul los ardientes tulipanes, De Cartago los frescos arrayanes.

Allí había desde la elegante araña de seis bombas de tulipán, alimentada con petróleo, á la modesta lamparilla que chisporrotea en la chireta de coco.

Pero en Madrid, ¿qué quietud Hay como el ruido? y ¿qué cuadro, Aunque con más tulipanes Que trajo extranjero mayo, Como una calle que tenga Gente, coches y caballos, Llena de lodo el invierno, Llena de polvo el verano, Donde una mujer se esté De la celosía en los lazos, Al estribo de un balcon, A todas horas paseando? Pues ¿qué los adornos? CLARA.

Delante de la casa se extendía un pequeño prado, alegre y brillante con sus canteras de tulipanes y fragantes narcisos.

Si el rostro del príncipe de Marruecos era bello como la flor de un tulipán, su alma era débil y pequeña como la planta, y tenía por raíz una cebolla venenosa.

La palabra jícara es mejicana, y tiene su origen en las nueces de coco de que se hacían; por lo general, no tienen asa, y se usan entre la gente rica (como las tazas de café entre los orientales), metidas en portatazas de filigrana de plata o de oro; algunas son verdaderamente bonitas y tienen la forma de un tulipán o una hoja de loto sobre un platillo de nácar.

De unos tulipanes de cristal trenzado, suspendidos en un ramo del techo por un tubo oculto entre hojas de tulipán simuladas en bronce, caía sobre la mesa de ónix la claridad anaranjada y suave de la lámpara de luz eléctrica incandescente.

En su persecución de la mentira la olfatea por todas partes; y, mientras más una idea se ha generalizado, más se eriza contra ella, desconfía, sospecha, como dijo a propósito de la gloria de Shakespeare, una de esas influencias epidémicas que siempre han sufrido los hombres, como las cruzadas de la Edad Media, la creencia en hechiceras, la investigación de la piedra filosofal, la pasión por los tulipanes.

Allí en Charlotemburg, siguiendo el silencioso camino de copudas alamedas, al suave rozar de los pinos, entre los macizos de rosas, entre los plantíos de tulipanes, he llegado al severo y sencillo templete que sirve de lugar de reposo a los restos imperiales de los abuelos de Guillermo II.

10 colocaciones para  tulipán