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¡Hay mucha cerrazón! EL CABALLERO ¡Hay otra cosa!... ¡Miedo! EL MARINERO El mar es muy diferente de la tierra, y de otro respeto, Señor Don Juan Manuel.

Puede usted perder la paciencia; la curiosidad del público es siempre molesta; hay hombres que ríen con la ligereza y la verbosidad propias de su sexo frívolo; hay niños que arrojan piedras, á pesar de la buena educación que se les da en las escuelas.

"Ea, amigos y compañeros, no hay remedio, todos morimos, pues se ha verificado ser la sedicion contra nosotros: no tenemos mas delito que el ser europeos, y haber juntado nuestros caudales, para asegurarlos, á vista de los criollos.

Si hubiese necesidad, claro que iría.

I Herido va el ciervo, herido va; no hay duda.

BENITA LA COSTURERA ¡Doña Moncha de mi alma, no diga eso! ¡Santísima Virgen de la Pastoriza, hay mucha gente mala, y si la oyen y dan en repetirlo! ¡Doña Moncha de mi vida, no me eche esa fama! DOÑA MONCHA

En cambio, había mujeres que permanecían en silencio, como si temiesen hacer pública su opinión sobre este suceso.

DON ROSENDO ¡Maldita suerte! DON MAURO ¿No habrá tiempo todavía?

Hay momentos en que, merced á una serie de abstracciones, el espíritu se sustrae á cuanto le rodea, y replegándose en mismo analiza y comprende todos los misteriosos fenómenos de la vida interna del hombre.

Al fin se decidió a salir, reflexionando que no había motivo racional para ello.

En tiempo de nuestro amigo Ramón, los jóvenes creían esto; y había algunas personas graves que encontraban á Crebillon más inspirado que Lope, y Rotrou más grande que Moreto.

El sacerdote, sin embargo, se limitó á contestarle:Haz lo que quieras, pero ten presente que hay un Dios que castiga y perdona, y que si muero á tus manos borrará mis culpas del libro de su indignación, para escribir tu nombre y hacerte expiar tu crimen.

Porque Pepe Castro los gastase altos y apretados ¿había razón para que Ramoncito anduviese por esas calles de Dios con la lengua fuera, padeciendo todo el día los preliminares de la pena del garrote?

Hoy estamos peor que antes: no hay otra diferencia sino algunas palabras más en nuestras bocas.

Pero todo cambia en la naturaleza, y hay casa, hay sendero que no tuvieron nada que temer en otro tiempo y hoy corren riesgo, por haber desaparecido el ángulo de un promontorio, por haberse modificado la dirección del escurridero del alud, por haber cedido á la presión de las nieves la orilla protectora de un bosque, pues todas esas causas pueden inutilizar las precauciones del montañés.

No, te advierto sencillamente que hay peligro para , y yo quisiera preservarte de él.

¿Otra vez? : insisto en creer que no hay para ti más esperanza que yo.

La niña, instintivamente, llega un día en que deja de fijar su mirada en las inmóviles formas del cartón, lo mismo que la mariposa llega un momento en que rompe su cárcel de seda y extiende su vuelo revoloteando donde hay luz y perfumes.

Cuando nuestra conversación se había hecho más confidencial, díjele que tendría gusto en saber, si no había inconveniente en decírmelo, cómo había venido a México, y por qué él, español y que parecía educado esmeradamente, se había resignado a vivir en medio de aquellas soledades, trabajando con tal rudeza y no teniendo por premio sino una situación que rayaba en miseria.

No habrá palabras, no habrá nada que pueda desvanecer el juicio que se forma al ver á un hombre que penetra á hurtadillas en la casa en que una joven está sola, y mucho más cuando estos juicios están formados después de antecedentes muy claros.

que no, porque hay demasiado silencio en la casa...

También entre ustedes, según he leído, hubo pueblos que encargaron su policía á gentes de otros países, y el extranjero podía perseguir y pegar al nacional en nombre del orden.

Ni al mirar vuestra aflicción hay fuerza en que no acabe 205 rindiéndose a discreción.

LOS MENDIGOS ¡Era Doña María la madre de los pobres! ¡Nunca hubo puerta de más caridad! ¡Dios Nuestro Señor la llamó para y la tiene en el Cielo, al lado de la Virgen Santísima!

El pueblo, ó mejor dicho, la ciudad de Agaña, pues ciudad es por la gracia del Rey, que gloria haya, nuestro Sr. D. Felipe IV, no podía vernos, pues á más de tener entre ella y nosotros la isla de las Cabras, hay cerca de dos leguas del fondeadero, que lleva el nombre de San Luís de Apra, próximos al cual estábamos y en el que habíamos de anclar.

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