72 colocaciones para sosegar

El alguacil mayor i el conde de Niebla intentaron vanamente sosegar el tumulto con las mejores razones que les venian al pensamiento, en tanto que la plebe, mas soberbia con los ruegos apedreó á los que llevaban á los castigados, los sacó de sus manos, i los metió en la Catedral.

¡Por allí, por allí, coles, había que estar alerta con el ojo y con el oído! Y por éstas y otras reflexiones tales, Pedro Juan no sosegaba un punto, mientras descargaba el carro, si Quilino estaba en el pajar.

Con tal discurso y con otros de la misma laya sosegaba D. Joaquín los ánimos exaltados de su gentil esposa y del fanático americano.

Además, ¿qué cosa en el mundo dejaría él de intentar por secar aquellos ojos puros, por sosegar aquel anheloso pecho, por ver de nuevo a la señorita segura, honrada, respetada, cercada de miramientos en la casa paterna?

Arregló su paraguas lo mejor que pudo, y como los ímpetus del viento hubiesen sosegado un instante, saliose del portal, no sin dirigir una mirada de miedo y hostilidad a la gran puerta negra del fondo, en lo alto de la cual ardía tristemente una lamparilla de aceite detrás de una ventanilla enrejada.

Salté entonces de la cama para acabar de despabilarme y de sosegar con ello el agitado espíritu, y me asomé al cuarterón entreabierto.

No ha de sosegar mi envidia Hasta que los gane á entrambos.

Electra me distingue con su afecto, y no contribuyo poco, la verdad, a sosegar su alma turbada.

¡Ay, Jesús mío, qué noche! Se arrimó a la pared, y cuando el viento sosegó sus ímpetus siguió su camino.

De todas maneras aquella conversación que había descorrido enteramente el velo y manifestado el corazón de su amante en el lleno de su virtud y belleza, contribuyó no poco a sosegar su espíritu, rodeado hasta allí de sombras y espantos.

Procuraba también el cardenal Andrea sosegar á los pueblos asegurándoles que pronto se retiraría de ellos el ejército; mas no por eso se acalló el descontento que hubo de estallar más tarde en los príncipes, y en los pueblos siguió produciendo grandes contiendas.

Por algunos minutos gozó con voluptuosidad de aquel frío, apeteciendo que le penetrase en el cerebro y sosegase su desordenada actividad.

El Tetrarca procura sosegar á su esposa, y tira á la mar su puñal para hacer vana la profecía.

" El pueblo sosegó de aquel bullicio, Y piden que un escribano Como Mendieta cede de su oficio Que aquesto dicen ser á todo sano.

» Desde aquel día no sosegó el nuevo Asistente hasta realizar importantísimas mejoras, que contribuyeron muy poderosamente al embellecimiento material de la población.

Teníale tan presente en la imaginación, que cada bulto y cada árbol me parecían que era él, y continuamente me estaba dando saltos el corazón; pero después que anduve una buena legua me sosegué y proseguí mi viaje con mayor quietud, dirigiéndome a Madrid, adonde había hecho ánimo de ir.

á sosegar las disensiones del Dean,

A la sazón Carlos I se hallaba en Alemania, ocupado en sosegar las turbulencias del imperio, y su hijo Felipe, gobernador del reino, residía en Valladolid con la corte.

¿tú?dijo el caballero sin poder sosegar la risa.

¿Qué dice la joven para sosegar la cólera de los dos?

Al ciudadano Miralla, con motivo de haber sosegado el furor popular del pueblo el 15 de Abril de 1820.

Poco menos que a trompadas tuve que sosegar a aquella chusma, amén de repartir buen puñado de pesetas; y eso ante las barbas de los representantes de la autoridad, que lo tomaban todo a chacota.

Enrique había conseguido sosegar a su hermano; no de la misma suerte a Eulalia, quien, después de alzar muchas veces la cabeza y tragárselo a miradas, se resolvió a levantarse de la butaca y acercarse disimuladamente a él y a su primito; con gran disimulo también puso la nariz sobre la cabeza de ambos, y cerciorándose de que despedían un tufo aromático muy marcado, salió repentina y apresuradamente de la estancia.

Por último, sosegó la tempestad del cielo.

Así que llegaba un forastero a Lancia, D. Cristóbal no sosegaba hasta trabar conocimiento con él, y acto continuo le invitaba a tomar café en su casa y le llevaba al teatro a su palco y a merendar al campo y le acompañaba a ver las reliquias de la catedral y la torre y el gabinete de historia natural; todas las curiosidades, en fin, que encerraba la población.

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