126 oraciones de ejemplo con vetusto

Se trabaja poco y se duerme bastante, y en todos los pormenores de la vida se encuentra el sello de lo vetusto y la autoridad del hábito.

Sería, entre las estatuas vivientes que poblaban el claustro alto, un autómata más; imitaría a aquellas criaturas que tenían en su ser algo de la aspereza de la piedra berroqueña de los contrafuertes; aspiraría como un bálsamo de tranquilidad la herrumbre de las rejas, que esparcían por el templo el perfume vetusto de los siglos.

Lo nuevo, que era muy humilde, consistía en sillas de paja, cortinas de percal, ruedos de estera de colores; pero alegraba la casa y su vetusto matalotaje.

Me siento en una piedra y contemplo un instante el vetusto monasterio.

Y sus palabras, lentas, tristes, en este pueblo sin agua, sin árboles, con las puertas y las ventanas cerradas, ruinoso, vetusto, parecen una sentencia irremediable.

Pero sabe ¡oh sátiro vetusto! que todavía tienes otro rival.

Allá abajo, al extremo del camino, yérguese un viejo fantasma de paredón, resto de algún vetusto templo.

El conjunto de aquel vetusto caserón ofrecía misterio y encanto singulares para los lacienses dotados de imaginación, en especial para los niños, únicos seres que conservan, en nuestra edad prosaica, la fantasía despierta.

El oscuro caserón, sin perder su aspecto vetusto y misterioso, se trasformó por dentro en agradable morada.

Era un edificio grande y vetusto, con dos torres almenadas, que había sido palacio o casa solariega de un título y estaba situado en una plazoleta con árboles.

No era el amor solamente quien le empujaba tan temprano a pisar la calle, sino también la triste soledad que reinaba hacía tiempo en el inmenso y vetusto caserón en donde vivía; porque nuestro joven se hallaba solo en el mundo desde hacía poco más de un año.

¿Quién era el padre Claudio? Entre la inmensa banda de tétricas sotanas que por turno iban pasando por los salones del vetusto caserón o se sentaban a la mesa de Pepita Carrillo,

A esta cañada, abierta entre un talud muy pendiente y un castañar vetusto, llamaban, aunque no con mucha propiedad, el desfiladero de Trevejo.

Por los penumbrosos corredores del piso bajo hicieron las dos mozas rumbo a la cocina, grande y poco alumbrada, con el llar humillado y el suelo de tierra; taburetes de roble, escaño vetusto, ahumados vasares, mesa «perezosa» y espetera profusa,

Al verse en mitad de aquel espacio de forma irregular y cerrado por lienzos de edificios á cual más caprichoso y vetusto, nadie diría que nos hallamos en pleno siglo XIX, siglo amante de la novedad por excelencia, siglo aficionado hasta la exageración á lo flamante, lo limpio y lo uniforme.

Desde los verdiclaros jardines de la playa y el pintoresco y loco viejo barrio de Chiaia con sus rejas floridas que el aire azul engríe, hasta el monte en que albea su vetusto castillo y sus cincuenta iglesias llenas de falso brillo, Nápoles danza, Nápoles grita, Nápoles ríe.

Estaban debajo del vetusto torreón, tan á plomo con él, que una piedra lanzada de las ventanas hubiese podido caerles sobre la cabeza; y sin embargo, por aquel lado la torre era absolutamente inaccesible: querer subir por el tajo á pico sería como intentar asirse á una lisa pared de acero.

Sentado en el santo suelo, las patas abiertas, entre ellas la silla, Valiente iba cogiendo aneas de un montón próximo, y con ellas tejía un asiento nuevo sobre la armazón del vetusto mueble.

El montañés tenía los párpados entornados, la mirada vagabunda por los rincones del aposento, repasando, probablemente sin verlas, las molduras barrocas de la cama, las pinturas del biombo, los remates de época del Imperio que lucía el vetusto sofá.

Recuerdo entre ellas: la exploración de las ruinas del vetusto castillo; la gira a los seculares bosques de la vecina sierra, y la visita a modesta ermita, situada a corta distancia del pueblo, tenida en gran devoción, y en cuyas inmediaciones se extiende florido y deleitoso oasis, donde hubimos de reconfortarnos con suculenta y bien servida merienda.

Ello es que, á las dos ó tres tardes de haberse cruzado la primera mirada de odio eterno entre el usurero y su víctima, salió del vetusto caseron una mujer como de cincuenta años de edad, hermosa todavía, aunque muy estropeada y enjuta; de aspecto poco señoril, pero digno, y vestida más bien como una rica labriega que como una dama.

Ha desaparecido el local en que durante años funcionó el café del Plata, lugar de cita de los opositores; pero subsiste al lado de la construcción que hoy se levanta en lugar del célebre café, el vetusto caserón que ocupara el Club del Orden, centro de aristocracia y de conspiraciones.

¡Lástima que tan lucido elenco de maestros desarrollara sus funciones en el vetusto y ruinoso Hospital de Santa Cruz, en donde si no faltaban enfermos y facilidades, por tanto, para la enseñanza clínica, se carecía del indispensable local para cátedras y laboratorios! Por lo que á respecta, hízose lo posible para organizar la enseñanza micrográfica.

El interior de los santuarios es tan vetusto como las fachadas.

Barcas doradas de aspecto vetusto se balancean, como recuerdos del pasado, entre los pequeños témpanos sueltos de la ribera.

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