190 oraciones de ejemplo con exótico
, pajarraco exótico y raro, para los volterianos del lugar,
Las más insignificantes particularidades de su traje o de sus ademanes, el aroma exótico de que se perfumaba y que me habría hecho reconocerla a ojos cerrados, hasta los colores que había adoptado últimamente, el azul que le estaba tan bien y que tanto hacía resaltar la nítida blancura de su tez.
Un lejano perfume exótico, que hacía pensar en flores fantásticas de un mundo sobrenatural donde fuese eterna la existencia, emanaba de estos líquidos extraídos del misterio de los toneles.
=exótico, ca=, adj.
Se echaron de nuevo a reír; pero al mismo tiempo todos pensaron que Kotelnikov era seguramente un hombre listo e instruido, cuando conocía una palabra tan extraña: «exótico».
¡Hay en ellas algo exótico, excelentísimo señor! Aquella noche, en el Club Inglés, jugando a la baraja con otras personas importantes, su excelencia dijo entre dos bazas: Tengo en mi departamento un empleado a quien le gustan las negras.
El médico D. Agustín halló en él poderoso auxiliar contra las afirmaciones disparatadas del oficial de marina, y desde que se vio secundado, se las tuvo tiesas en todas las discusiones, y no quiso retroceder ni humillarse ante ninguna cita de autor exótico.
La falta de preparación conveniente puede hacer que un alimento espiritual, ya por exótico, ya por inusitado, ya por harto sustancioso, se nos indigeste en el alma, o bien que siendo veneno le tomemos como triaca.
En ellos y en los lances y sucesos en que figuran, creo yo notar un afectado y exótico sentimentalismo que no se estila entre nosotros: que es menos andaluz que tudesco.
Un perfume raro, exótico, que hablaba á los sentidos de vegetaciones desconocidas, mares tempestuosos, costas envueltas en celajes de rosa y cielos de fuego, parecía salir de las groseras envol turas de papel; y las tres mujeres, leyendo y releyendo las cuatro carillas, soñaban con países desconocidos, viendo con la imaginación los negros de la Habana, los chinos de Filipinas y las modernas ciudades del Sur de América.
" George Wílliam Curtis, en uno de sus deliciosos ensayos, Easy Chair, dice: "Írving era personaje tan exótico como su Díedrich Kníckerbocker en los anuncios preliminares de la History of New York.
Ajustándose desde la cubierta al original, y dejando al rótulo exterior su carácter exótico, lo que de fijo se ha propuesto es demostrar que su respeto del texto es absoluto.
En realidad, nadie tiene derecho á escamotear una sola frase, por ruda que sea, á un autor exótico.
Regia instalación estival, con un yate liviano, cómodos carruajes, rápidos automóviles, y un bello amor, exótico y fuerte... En el invierno, Madrid, con su vida cortesana y opulenta; triunfos de salón, regocijos de hogar... ¡Qué dichosa iba á ser Ana María!...
Florinda se hizo querer: el encanto y la dulzura de su carácter se imponía con irresistible gracia, y el ligero tinte exótico de su persona resplandeció a los ojos de la maestra cual lejano saludo de las novedades mundanas que ella conocía.
Como Sada Yacco, cuyo idioma exótico no entraba para nada en la comprensión de sus admiradores parisienses, esta mujer genial es sencillamente deliciosa.
Y he visto la pedrería fantástica de un arte exótico, amoroso y sensual.
Un lujo refinado y exótico armoniza las preferencias del espíritu de un sedentario, con las raras filigranas del arte japonés.
El presidente del Salvador, Rafael Zaldívar, hombre muy inteligente, viajó un día por España, con gran séquito y con la pompa de un príncipe exótico.
Este hombre exótico tenía ese aire turbio, indefinido de casi todos los productos de raza mixta; no daba ninguna impresión de seguridad ni de confianza.
Quizás por obra de la suciedad salvaje en que vivía envuelta la gitana, ó por el carácter exótico de su hermosura de dieciséis abriles, lo que me inspiraba era una especie de lástima cariñosa unida á un desvío raro: yo no concebía, con tal mujer, sino la contemplación desinteresada y remota que despiertan un cuadro ó un cachivache de museo.
Jerusalén no era para él un lugar exótico.
Con la exigencia refinada del gusto moderno, que se prenda de lo exótico, ponderaba hasta las ponzoñosas descomposiciones del color, el moho verdoso del níquel, el verde manzana de los arseniatos, los extraños cambiantes del cobre; encarecía después el amarillo de miel del ámbar, las gotas de leche incrustadas en la roja faz del jaspe, la transparencia vaga y suave de las calizas, que parecen nieve mineral.
Y Tonet, al oirles, creía percibir en el vientecillo putrefacto de la Albufera el perfume exótico de aquellos países maravillosos, y en el brillo de los azulejos de la taberna veía sus portentosas riquezas.
¡Qué dictamen tan exótico y errado!