si tú no fueses un sueño ó una imágen engañosa ¡aun podria considerarme dichoso!

Por profundo que sea tu sueño tu espíritu no dormirá; hay algunas sombras que nunca se desvanecerán para tí, y algunos pensamientos que nunca podras desterrar de tu corazon.

¡Qué no le haya perdido como tú dices! todo lo que ahora veo no seria sino el sueño de un cerebro enfermo.

La cama se ostentaba lo más horizontal que le era posible sobre dos banquillos, cuyas tablas sostenían un jergón de tan tortuosa superficie, que el durmiente rodaba en él de cima en cima antes de poder conciliar el sueño.

á Calderón, y La vida es sueño no era más que delirio.

El poeta no notó este incidente, y entró en el acto segundo; pero al llegar al delicado punto en que Cornelia le refiere á su confidente el sueño que ha tenido, empezó Javier á hacer lo mismo, y se durmió también.

Lázaro se levantó dolorido, porque con la molesta posición que en el sueño tomó, parecía que se le había roto el espinazo.

Estuvo arreglado su casamiento con un joven de la ilustre casa de Gaytán de Ayala; pero aconteció que el tal no gustó de Juno, y la boda fué un sueño.

Este desventurado ser se hallaba en el momento de nuestra descripción echado á los pies de María de la Paz, semejando en su actitud á los perros ó cachorrillos que duermen el sueño del mármol inerte á los pies de la estatua yacente de un sepulcro.

CAPÍTULO XVII #El sueño del liberal#.

Aquello le parecía un sueño.

Cediendo al cansancio empezó á dormitar; mas no durmió con ese sueño que da reposo al cuerpo y al espíritu, porque su excitación le impedía un descanso profundo.

En su sueño creyó sentir el ruido de un torrente: el agua entraba con lentitud; enormes ratas corrían buscando entre los pies del preso refugio contra el naufragio.

Ya en estas razones últimas se había agradecido al sueño el tal Don Cleofás, dejando al compañero de posta[402] como grulla[403] de la otra vida, cuando un gran estruendo de clarines y cabalgaduras le despertó sobresaltado, recelando que se le llevaba a otra parte más desacomodada el que le había agasajado hasta entonces; pero el Diablillo le sosegó, diciendo: No te alborotes, don Cleofás; que, estando conmigo, no tienes que temer nada.

009:032 Pedro y los que lo acompañaban estaban pesados por el sueño, pero cuando estuvieron totalmente despiertos, vieron su gloria, y a los dos hombres que estaban con Él.

Tener translates the English "to be" in such phrases as Tener hambre, sed, sueño, calor, frío, vergüenza, and miedo: To be hungry, thirsty, sleepy, warm, cold, ashamed, and afraid.

Vense en las paredes blasones de brillantes tintas, sobre suntuosos sepulcros, en que duermen el sueño del mármol arzobispos y condestables, príncipes y guerreros, empuñando báculos ó espadas.

Todo continuaba lo mismo: las luces ardiendo, derramando en copiosos chorros la blanca cera sobre las arandelas; las imágenes en el propio sitio, sin mover brazo ni pierna ni desplegar sus austeros labios; la mujer sumida plácidamente en un sueño que debía saberle á gloria; todo seguía lo mismo, menos la caja azul, que se había quedado vacía.

¡Si yo no hago un sueño de dos horas! Porque es que nos va el bienestar, la tranquilidad de la vida, en estos años en que se empieza a bajar la cuesta... Te digo que hay para no dormir.

Sueño para ella una ventura tan grande que no quepa en el mundo.

La ráfaga de ambición que pasa por la mente de todo español con más o menos frecuencia haciéndole decir si yo fuera poder, le soplaba a Rubín dos o tres veces cada día, más bien como sueño que como esperanza; pero en sus horas de soledad se adormecía con aquella idea y la trabajaba, batiéndola, como se bate la clara de huevo para que crezca y se abulte y forme espumarajos.

Vio venir la horrenda estampa del Rey cubierto de galones y cruces; vio que el brazo se extendía, que la mano se alargaba y le cogía por la muñeca, a él, el pobre anciano flaco y canijo; sintió que aquella mano pesada como el sueño y más fría, mucho más fría que el mármol apretaba sus huesos hasta deshacerlos, mientras los ojos fulgurantes del Deseado le traspasaban con mortífero rayo.

Sí, señor... Arrópese ahora; estese quietecito para que coja el sueño.

No he vuelto a saber de él... Pues sí, todo ha sido obra de un sueño; pero tan a lo vivo que aún me parece que les estoy mirando... Te lo cuento para que te rías... no, no es cosa de risa, que los sueños...

Una y otro evocaron recuerdos de la tierra andaluza en que habían nacido, resucitando familias, personas y sucesos; y charla que te charla, Doña Francisca salió por el registro de su sueño, aunque se guardó bien de contárselo al paisano.