Qué preposición usar con sea
» 013:036 Entonces Jesús envió de regreso a la multitudes, y se fue a la casa.
He mandado á seres de una esencia superior á la tuya, he resistido á sus superiores: aléjate de estos lugares.
A continuación desfiló una tropa del ejército de línea, ó sea de aquellas muchachas con casco de aletas que Gillespie había visto al despertar.
depende de Atimonan pueblo situado en la contracosta, ó sea en el Pacífico.
» Poco después decían á coro: «¡Esto es tomate!...» Transcurridos unos minutos, afirmaban á gritos: «¡Ahora son guisantes!» y todos se asombraban de que un ser en figura de persona, aunque fuese un coloso, pudiera alimentarse con tales materias que esparcían un hedor insufrible para ellos, casi igual al que denuncia la putrefacción.
Entráronla en su cuarto las otras dos, bastante alarmadas con tan repentina desazón; pero pronto volvieron más tranquilas, y se fueron al comedor á cenar un salpicón que habían dejado preparado.
Tres de los amigos se fueron con él a la sala de juego.
LA AJORCA DEL ORO I Ella era hermosa, hermosa con esa hermosura que inspira el vértigo; hermosa con esa hermosura que no se parece en nada á la que soñamos en los ángeles, y que, sin embargo, es sobrenatural; hermosura diabólica, que tal vez presta el demonio á algunos seres para hacerlos sus instrumentos en la tierra.
Aspirar á hacer la felicidadcontinuó ellade muchos seres por el amor y los lazos de la familia, ¿es eso lo que usted llama flaquezas? No, señora; eso no.
Nadie sabe qual es la esencia del Sol; pero ninguno hay que dude del ser del Sol y de su presencia, quando vemos un cuerpo redondo, celeste, lucido, que despide luz y claridad de sí mismo, que nace y se pone todos los dias, trayendo el dia y la noche, y que da una vuelta entera al Cielo cada año, moviéndose por una linea, siempre la misma, desde Poniente á Levante.
Visanteta sin perder su ceñuda seriedad, levantó los hombros, hizo un gesto de resignación, como diciendo: «Que ocurra lo que Dios quiera»; y volviendo la espalda al señorito, se fue hacia el comedor.
El sincat ó sea el presente que debe llevar á favor de la dote todo convidado á la boda: por el itinaid ó sea por las ceremonias de la boda, y por el pagratas ó sea por la ceremonia de cortar el bejuco que obstruye la habitación donde se esconde la novia.
D. Luis, cuando Pepita se le rendía, tuvo pues que imitar a Booz y exclamar: Hija, bendita seas del Señor, que has excedido tu primera bondad con ésta de ahora.
Clementina ofrecía en sus modales y discursos, en esta edad, y la ofreció siempre después, cierta tendencia al flamenquismo, o sea a las formas desenvueltas, a la serenidad burlona, al desgarro especial de las chulas de Madrid.
Vencido Napoleon, todas sus obras de artificio político se fueron á tierra.
Nadaba en el río todos los días, á pesar de que ninguno de los que trabajaban en el hierbal osaba hacerlo, por miedo al «Tatita», ó sea al «Abuelo» en la lengua del país.
La hipocresía de doña Camila llegaba hasta el punto de tenerla en el temperamento, pues siendo su aspecto el de una estatua anafrodita, el de un ser sin sexo, su pasión principal era la lujuria, satisfecha a la inglesa: una lujuria que pudiera llamarse metodista si no fuera una profanación.
Gracias á la asistenta que tenían en casa; la señorita podía descansar algunos ratos; y para ayudar á la asistenta en los trabajos de la cocina, quedábase allí por las tardes la trapera de la casa, viejecita que recogía las basuras y los pocos desperdicios de la comida, ab initio, ó sea desde que Torquemada y Doña Silvia se casaron, y lo mismo había hecho en la casa de los padres de Doña Silvia.
Mi ser tras de ti se lanza; sólo allí, en la inmensidad, el alma a entrever alcanza de su insegura esperanza la anhelada realidad.
Al ver aproximarse al gigante por el extremo de la avenida, ó sea á una distancia que habíese exigido de cualquier pigmeo mil pasos para correrla, todas estas tropas acudieron á las armas.
Vas a pasar mala noche, con pesadilla y todo, o sea con clase de Materia farmacéutica animal...?'».
¿Es posible que tú, tan hermosa, tan divina, seas para mí?
No se ha acordado V. de ese ser hasta que por casualidad ha tropezado con él en su camino.
Y así quedaba siempre, de obscuro y embrollado, el importantísimo punto que, sin saberlo, discutían aquellos dos seres desde que se vieron por primera vez..., y que muy pronto iba a ponerse más claro que el agua.
Dos seres entre los cuales no existe afinidad podían encontrarse, por leyes falsas de la vida, en continuo contacto, y sin embargo, no compenetrarse, no confundirse.