173 Verbos a usar para la palabra apetito

Y como he perdido enteramente el apetito, no puedo vencerla....

La oración de quietud, aquellas horas de unión contemplativa con la Divinidad, les había abierto de par en par el apetito.

El enamorado capitán era incapaz de abandonar un instante el recuerdo de su protegido, y á la caída de la tarde, cuando ya desesperaba éste de satisfacer su apetito, empezando á calcular la posibilidad de una invasión de la capital en busca de comida, vió cómo avanzaban por la playa unas cuantas máquinas rodantes, negras y sin adornos, de las que servían para el avituallamiento del ejército.

La idea de soltar alguna barbaridad o de no responder derechamente a lo que se le preguntara, le quitó el apetito... Y bien mirado, ¿qué necesidad tenía ella de visitas de curas?

El adobo con que preparaba los lomos antes de freírlos en manteca era sabroso y delicadísimo, y teñía la manteca de un rojo dorado que hechizaba la vista, daba delicado perfume y despertaba el apetito de la persona más desganada cuando entraba por sus narices y por sus ojos.

Verdad es que la hora de comer se acercaba y aquellos olores excitaban el apetito.

El primo Rafael, amante rabioso de los placeres y obligado a reprimir sus deseos en la atmósfera de sórdida avaricia en que se había educado, lanzóse sin temor a saciar sus apetitos al verse dueño de la fortuna de su esposa.

Para entender esto se ha de presuponer tambien, que la verdadera felicidad y el verdadero bien del hombre es Dios; y teniendo apetito de su bien y de su felicidad, tiene tambien apetito de poseer

Se me acabó la ambición; no siento apetito de gloria; no aspiro á ser del vano dedo señalado; tengo más bienes de fortuna de los que necesito; estoy sediento de reposo, de obscuridad y de calma, y por todo esto me retiro á Villabermeja; pero no para hacer penitencia, sino para darme una vida regalada, tranquila, llena de orden y bienestar, cuidándome mucho y viendo lo que dura un Comendador Mendoza bien conservado.

¿Si lo hace de medrosa, por miedo de no ser sentida? tampoco, que la voluntad enamorada todo lo pospone por cumplir su apetito, es osada al acometer, y quiere lo que no puede, y lo que puede executa; y que Roselia ame, evidentes indicios tengo de ello, si es así que por las exteriores obras y señales del cuerpo venimos en conocimiento de las afecciones del alma.

Entretanto Ana recobraba el apetito, la salud volvía a borbotones.

Bueno de palabras, mas de ánimo malo y perverso; que no habia mujeres, no haciendas, no vidas con que hartar el apetito, la sed de dinero y sangre.

Si iba al café, aun sacrificando sus apetitos al gusto de los demás parroquianos, por evitar escenas como la consabida del sorbete, notaba que los mozos le servían más tarde y peor que á todo el mundo; porque en el centro de la tolerancia y de la despreocupación se juzga y se respeta á los hombres en razón directa de la excelencia del corte y calidad de sus vestidos.

La alegre cordialidad del padre, sus chistes, sus muestras de afecto, no pudieron sacar a D. Luis de la melancolía ni abrirle el apetito.

Aquí la señora de Pardiñas estuvo á punto de soltar el trapo á reir, porque Rogelio, desde su rincón, oyendo hablar de apetito, hizo una morisqueta y un guiño de pilluelo para subrayar aquellas lozanías del decano.

Entretanto, que continuara aquella casi muda porfía que aguzaba los apetitos de la curiosidad de los cariñosos viejos con lima de mayores dientes cada día (y ya duraba cerca de cuatro meses la labor destructora), y que le dejaran apurar hasta la última gota de la miel de sus amores castos, la cual le brindaba nuevas dulzuras a cada momento.

El aire vivo y puro le abría el apetito: no sentía ya las efusiones de devoción que al principio, y una especie de caridad humana que le llevaba a interesarse en lo que veía a su alrededor, especialmente los niños y los irracionales, con quienes desahogaba su instintiva ternura.

Recibiéronle, Antonia con cordialidad, Miguel con arrebatado cariño, y se sentaron los tres á una mesa cuyo primor consistía en el decorado de flores naturales y en el brillo de la loza y del cristal, y en que sólo tentaban el apetito los manjares por su frescura y grata sencillez.

Para estimular el apetito de sus compañeros, Melchor comía con exceso y rompía los silencios con observaciones más o menos felices, destinadas a reanudar la conversación y a disipar alguna sombra en el espíritu de sus dos amigos.

DON JUAN Ninguna loca afición Que se haya visto ni escrito, Ha disculpado el delito 2505 Del amigo; que el valor Es resistir á el amor, Y vencer á el apetito.

Los cuatro han traído apetito de náufragos; absorben el comistrajo de á bordo con una voracidad insaciable.

Entonces, viendo que sus esfuerzos eran inútiles para impedir aquel matrimonio rechazado por los progresos biológicos, se le declaró una tristeza negra que le privaba del apetito y del gusto por la experimentación.

Como el que muestra una golosina a un niño y se la oculta, y de nuevo se la enseña y torna a ocultársela para encenderle más el apetito, así el divino Esposo la tenía suspensa y embelesada, irritando más y más su deseo.

Que peor no puede ser Que á malos apetitos complacer.

Valíase ella para esto de esas mañas que sólo puede usar quien posee secretos culinarios y la suficiente delicadeza de paladar para entender el caprichoso apetito de un enfermo.

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