296 Verbos a usar para la palabra beso

¿Opinan ustedes que se den un beso antes que nos sentemos? Que se lo den: que se lo denexclamaron los tres hombres y Nati, mirando a la Socorro y Amparo.

Lo que no hayañadió acercándose a la señora de Calderón y dándole dos sonoros besos en las mejillases una mujer tan ingrataza y tan insignificante como ....

El joven avanzó hacia ella, le echó suavemente un brazo al cuello, y levantando con la otra mano el velito rojo le dió un beso en la sien.

Luego echó pie á tierra y fué á encontrarse con su padre; pero éste, después de recibir un beso de ella, la repelió, mirando con severidad el traje varonil que llevaba.

me ama? Con todo mi corazóncontestó D. Jaime tomando la linda mano de doña Luz y estampando en ella un beso.

Las dos ancianas se irguieron y tendieron a Nucha los brazos con movimiento tan simultáneo que no supo a cuál de ellas atender, y a la vez y en las dos mejillas sintió un beso de hielo, un beso dado sin labios y acompañado del roce de una piel inerte.

Abrió éste un instante los párpados hinchados por el llanto y viendo inclinada sobre él una cara que expresaba bondad y ternura, murmuró en medio de su sueño: "¿Estás ahí, papá?..." Roussel se sintió conmovido hasta en los más íntimos repliegues del corazón é imprimiendo en la frente húmeda del niño un tierno beso, dijo en alta voz, como para tomar por testigo al muerto: , duerme, hijo mío: ¡tu padre está aquí!

Que la chica Fanny acaba de darme el beso mas suculento del mundo! Diantre! le repuse, si yo acabo de verla en el balcon....

Los deberes sociales... las obligaciones de una dueña de casa... Y después de levantarse del sillón-trono con toda la pesadez de su volumen, se alejó imitando la ligereza de una niña, no sin enviar antes á Robledo un beso mudo con la punta de sus lentes.

Cuando la familia dio por terminada su visita, doña Manuela y las niñas fueron hasta el rellano de la escalera, para cambiar allí los últimos besos.

Pero Madame no les oye, ocupada en depositar dos besos sonoros en las mejillas del artillero, brillantes y ennegrecidas por la grasa de los engranajes.

En las grandes fiestas se entonaban himnos religiosos, adaptándolos a la música de las melodías populares que estaban en boga, tales como La canción del hombre armado; Morenica, dame un beso; No qué me bulle; Duélete de , señora; Mal haya quien vos casó, y otras del mismo estilo... ¿Y Roma?, preguntará usted; y la Iglesia, ¿qué decía ante tal desorden...?

el alma filipina, en tu regazo, Pone un beso de amor en tu bandera.

Y el joven, conmovido con sus propias palabras, sollozando perdidamente, cubrió de besos y lágrimas la mano que tenía cogida.

Ana corría, corría sin poder avanzar cuanto anhelaba, buscando el agujero angosto, queriendo antes destrozar en él sus carnes que sufrir el olor y el contacto de las asquerosas carátulas; pero al llegar a la salida, unos la pedían besos, otros oro, y ella ocultaba el rostro y repartía monedas de plata y cobre, mientras oía cantar responsos a carcajadas y le salpicaba el rostro el agua sucia de los hisopos que bebían en los charcos.

¡Lea! La cantante lo miró profundamente, le dirigió otra sonrisa y se arrojó en sus brazos en un movimiento apasionado, diciéndole: Dame un beso, ¿quieres?

Jacobo se prestó dulcemente á ese capricho y ella entonces le apretó contra su corazón con una fuerza extraordinaria y exclamó: ¡Oh! Si me hubieras amado siempre, viviría y sería dichosa... Hizo un ademán de desolación y prosiguió: ¡Ay! ¡Ya no es tiempo! ¡Adiós! Le echó un último beso con la punta de los dedos y se lanzó fuera.

Sólo que nos volvimos Los dos á un tiempo, Y nuestros ojos se hallaron, Y sonó un beso.

La Socorro le pagó el beso con otro más tímido, manifestándose reservada y circunspecta.

Abracé a la enferma, le un beso en la frente, y salí de la estancia.

El joven había aplicado algunos besos en las mejillas de la niña, lo mismo que cuando novios.

Estas amazonas del espacio le saludaron con palabras ininteligibles, enviándole besos.

El pequeño Gómez recibió aquellas caricias con agrado y aun creo que le devolvió un beso.

* * * * * Luego, inerte al lado de aquella mujer que ya había conocido el amor antes que él llegara, subió de lo más recóndito del alma de Nébel, el santo orgullo de su adolescencia de no haber tocado jamás, de no haber robado ni un beso siquiera, a la criatura que lo miraba con radiante candor.

Y allá al fondo había un bosque muy grande y hermoso, que daba al mar azul, y en un árbol de los del bosque vivía un ruiseñor, que les cantaba a los pobres pescadores canciones tan lindas, que se olvidaban de ir a pescar; y se les veía sonreír del gusto, o llorar de contento, y abrir los brazos, y tirar besos al aire, como si estuviesen locos.

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