623 Verbos a usar para la palabra fortuna

Si un pintor tuviese la fortuna de sorprender aquel momento y el don de fijarlo en el lienzo, podría representar, como nadie hasta hoy, a Dánae recibiendo en su prisión la conocida lluvia de oro.

»Mi querido amigo y antiguo compañero: El dador de ésta lo será, Dios mediante, el joven Andrés de la Peña, que saldrá de Santander, al primer tiempo, en la fragata Panchita con rumbo á esa ciudad, en la cual se propone probar fortuna.

Decía que a estas iniciales A.S. debía ponérseles signo de admiración para que dijeran: ¡A Ese! Contábase con visos de verosimilitud que en Cuba, adonde había ido a buscar fortuna, compró un tabernucho en los arrabales de la Habana, con todo su mobiliario, incluyendo en él una negra destinada a su servicio.

Hace poco hubiera dejado perder mi fortuna sin cuidado ninguno.

El señor Foster (padre), su compañero de miseria cuando ambos eran simples jornaleros, poseía una fortuna mayor que la suya, por haberse limitado á seguirle en las explotaciones segaras, dejándole avanzar solo en las que consideraba aventuradas.

Yo deseo que haga fortuna, porque le quiero con toda mi alma; y así, deseo que vuesa merced, con su gran tino y universal sabiduría, me informe si será posible sacar algo de provecho de este muchacho, diciéndome al mismo tiempo si puedo contar con su protección.

Luego se casó; pero su vida doméstica en la capital de la Argentina resultaba tan costosa como sus viajes de soltero por el viejo mundo, perdiendo poco á poco la fortuna heredada de sus padres en gastos de ostentación y en malos negocios.

Su mujer iba a heredar una fortuna inmensa en breve plazo.

Un par de sillones con asiento de esparto y brazos pulidos por el uso, un anafe en el que hervía el puchero del agua, los paños de dudoso color y unas navajas melladas, que arañaban el duro cutis de los parroquianos con rascones espeluznantes, constituían toda la fortuna de estos establecimientos al aire libre.

Al comenzar mi viaje á la Andalucía quiso la fortuna protegerme.

No había que tentar a la fortuna; y ahora que se mostraba favorable, era una locura no retirarse a tiempo.

Y lo decía con toda su alma, con la buena fe de los tramposos cuando se ven salvados, que confían ciegamente en el porvenir y creen mejorar su fortuna en lo futuro.

Pues bien, Antoñita: sabe que ayer vino Julio a verme; si no has fijado en él tus ojos, él en cambio pronto ha puesto en ti los suyos... Te advierto, que es un hombre destinado a tener gran porvenir; ya se ha labrado por mismo una fortuna, y quiere compartirla contigo.

Si por eso el Africa ha de principiar en los Pirineos, que principie en buen hora, y Dios la mucha fortuna, mucha salud, y que á mi no me olvide, como decia el autor del Quijote.

Desesperado de lograr en el mundo la fortuna que buscaba

Yo soy todavía pobrecontinuó Robledo; pero procuraré terminar mis días como millonario, aunque solo sea para no desilusionar á las gentes convencidas que todo el que va á América debe ganar forzosamente una gran fortuna, dejándola en herencia á sus sobrinos de Europa.

Ródenas era todo un buen muchacho, que se dormía con los textos de las Pandectas, que derrochaba la fortuna de sus mayores, que gustaba de las mujeres, daba jaqueca á los padres y maridos, y de cuando en cuando los disgustos iban precedidos de alguna que otra de cuello vuelto que obligaban al paciente á que Nogués le carenase una muela ó una mandíbula.

Pasa casi todo el día en la iglesia, y gasta su gran fortuna en espléndidas funciones, en novenas y manifiestos brillantísimos.

Montó en su cabalgadura, siempre con la carabina en la diestra, y uniéndose á su camarada fueron á situarse los dos junto á la tropilla de caballos, dispuestos á defender hasta la muerte las cargas de sacos y fardos que representaban la fortuna de la comunidad.

El conde de Castellar trajo al Perú gran fortuna, cuya mayor parte pertenecía a la dote de su esposa, dama española que se hizo querer mucho en Lima, por su caridad para con los pobres y por los valiosos donativos con que favoreció a las iglesias.

¡Oh, qué hombre! ¡Qué confianza inspiraba! Aconsejado por él, realizaba el señor Cuadros sus magníficos negocios; y Juanito, a no ser por su deseo de verse dueño de Las Tres Rosas, hubiese vendido el huerto, poniendo toda su fortuna en manos de don Ramón.

Mary era agradable: embellecía la vida y llevaba con ella una fortuna.

¡Quién sabe si llegaré á aumentar muchísimo esa fortuna, dedicándome á los negocios!

Miss Margaret era la hija única del difunto Archibaldo Haynes, que había reunido una fortuna considerable trabajando con éxito en diversos negocios.

Para comienzo de lo qual dispuso el aduersa fortuna lugar oportuno donde a la presencia de Calisto se presento la deseada Melibea.

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