226 Verbos a usar para la palabra humor

Si la suerte le era adversa se ponía de un humor endiablado, murmuraba y hasta llegaba a decir frases inconvenientes a los compañeros.

Le seguía el humor respondiendo con gruñidos y con tal cual frase escabrosa que hacía reir a Calderón, aunque no tenía muchas ganas de hacerlo viéndole echar sin miramiento alguno tremendos escupitajos en la alfombra.

Y levantándose de su asiento, indicó a Santorcaz con majestuoso gesto la puerta de la sala; mas como D. Luis no tuviera humor de marcharse, porque todos los días se repetía la misma escena sin resultado alguno, preparábase a comer tranquilamente, dejando que se desvaneciera, como efectivamente se desvaneció, sin efusión de sangre, la ira de su honrado amigo.

Bragas había perdido su buen humor y su afición á los astros; pero no su amor á Elisico, ni el convencimiento profundo de que dos naciones se unirían contra él, y que él las vencería á las dos.

Cuando el ejército se detenía, eclipsábanse en apariencia todos los males de la patria, porque la tropa, recobrando el buen humor, convertía el campamento en una feria.

Gillespie necesitó mostrar su mal humor con palabras ofensivas.

Unas veces se entretenía malignamente en atortolarle, en ponerle colorado, mostrándose viva y desenvuelta como una chula: otras se placa en seguirle el humor apareciendo melancólica, dirigiéndole miradas tímidas como una colegiala: otras, en fin, le trataba con tierna familiaridad, enterándose de su vida, de sus actos y sus pensamientos, como una madre o una hermana cariñosas.

Por desahogar el mal humor, por emplear en algo aquella fuerza que sentía en sus músculos, en su alma ociosa, molesta como un hormigueo...».

Con el ojo pegado al agujerillo del telón disimulaba su mal humor y sus temores, por no exponerse a las machaconas observaciones del señor Pulido, mientras observando este por el otro agujero, se afirmaba más y más en los suyos, ofreciendo ambos al que entraba por el fondo del teatro un espectáculo original y extraño en demasía.

No obstante su atareado vivir, la encajera gastaba humor apacible e inalterable y poseía la dulzura de las personas melancólicas, una benevolencia claustral.

Rubín siguió toda la noche afectando mal humor, una severidad torva, el malestar de la persona a quien ponen un puñal al pecho para que consume un acto contrario a sus convicciones.

Estas y otras noticias del mismo jaez dejábalas caer el gallardo mancebo de sus labios con cierta displicencia cómica que despertaba el buen humor de la bella.

En varias ocasiones, hallando a Juanita sola, la requebró con más fervor que chiste y finura, y Juanita, que veía en aquel caballero sujeto a propósito para descargar su mal humor, le respondía siempre con feroz desabrimiento o con sangrienta burla.

Trató de mostrarse entonces más alegre y habladora que de ordinario, a fin de disipar su mal humor: adivinaba vagamente que de rechazo iba a caer sobre ella; pero no lo consiguió; Miguel, contra su costumbre, respondía con gravedad a sus instancias.

En lugar de describirlo en su complejidad técnica, la Red es mostrada como un ser a veces amenazador, otras veces esmerado, a veces manejando el humor.

No conocía el valor del dinero, ni jugaba por amor a la ganancia, sino por el placer de la excitación del momento; pero sucedió que los bailes no le prestaron atractivo ninguno, desertados de las muchachas bonitas; que no logró ver a Cecilia Valdés en la ventana de la casa, ni en la cuna, cosas todas que se conspiraron para ponerle de malísimo humor.

Un fúnebre descubrimiento aumentó el mal humor del español, poco después de la fuga de Elena.

¡usted! ¿también usted?... Es un libro que quita el humor.

Pues quedaos con Diosdijo el señor cura, que ya conocía el humor de Juana, disponiéndose a salir de la tienda.

Todo esto pasó en un minuto y, no obstante, la sombría aparición se llevó el buen humor de todas aquellas gentes, que se levantaron a su paso con el más profundo respeto.

«Debe vivir con una mujer», se dijo al verle instalado en un hotel de Nápoles y al sufrir su mal humor en las rápidas apariciones que hacía á bordo.

Así las cosas, acababan de cumplir, Magdalena veinte años y Amaury veintidós cuando cambió súbitamente el humor del doctor Avrigny que comenzó a mostrarse grave y severo desde entonces.

Son contados los artistas que, como el malogrado Antonio Perrín, conservan, en medio de la sobresaltada emoción general, el amistoso buen humor de su sangre fría.

Hace quince días que han vuelto a verificarse las veladas de los jueves y esta noche el dueño de la casa, aunque algo atacado de la gota, nos había parecido de muy buen humor.

Los semblantes expresaban mal humor e inquietud, incluso el del conde, quien me dirigió una mirada fría de curiosidad donde creí advertir también cierta conmiseración burlona.

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