50 colocaciones para peinar

Con esto y con peinar sus cabellos del modo sencillísimo que los tiene la Venus de Milo, semejaba al parecer en los salones hermosa estatua que llegase de la Grecia.

Y aunque no sean más que cuarenta o cuarenta y dos, ¿cree usted que le está bien a un hombre casado que casi casi peina canas?...

Cruz ó Fidela le peinaban todas las mañanas con tanto esmero como para ir á un baile; le sacaban cuidadosamente la raya, procurando imitar la disposición que él solía dar á sus bonitos cabellos; le arreglaban la barba y bigote.

Quedó inmóvil ante las olas mansas que peinaban sus espumas en los peñascos del malecón bajo las cañas horizontales de varios pescadores burgueses.

Sin alardear de moralista, bien puede un hombre blanco que viste uniforme y peina barbas, encontrar que ciertos papeles son desairados y tontos.

Celedonia, radiante de alegría y peinada a la moda de las señoritas, vestía un lindo traje negro que Jáuregui le había mandado hacer, lucía pendientes de perlas, regalo también del novio, mantilla, polvos de arroz en la cara, y guantes blancos.

Hombres como yo no se tragan bolas tan terribles, ni ha estado uno veinte años mordiendo el cartucho y peinando los rizos del Sr. Marqués de Sarriá, para dar crédito a tales novelas de caballerías.

No obstante, los que crían y peinan las doradas hebras de esta rica florecilla son los más pobres de la Mancha, porque el cultivo del azafrán es muy costoso y el mucho esmero que exige embebe todas las ganancias.

¿Pues y esa cabeza? Parece que te has peinado con una escoba... ¡Qué niños éstos del día!...

) Y porque robado el antiguo carril era preciso peinar la eminente barranca que se objeta, y allanar un retazo de monte que subsigue, el 20 repitió S. S. y oficiales la fatiga de los pasados desmontes, y con igual ardimiento talaron mas de media legua de montaña, y concluyendo temprano, tuvimos tiempo de pasar al otro lado con todo el tráfago, y en distancia de dos leguas venimos á acamparnos en una cañada.

Fray Ambrosio llamó con un gesto al seminarista que estaba peinando el naipe, y que lo soltó por acercarse.

Había dejado libre el cabello oleaginoso que ella buscaba para peinar con sus manos y sentir los chisporroteos eléctricos que brotan de los peines de concha y de los dedos entreabiertos como parte ancha de unos peines blandos.

Púsose después a peinar las largas lanas de Bruin, el oso de Noruega, su mudo compañero; y en esta operación se hallaba, cuando un tropel de gente sospechosa invadió de repente la casa, en actitud nada tranquilizadora.

Traigan el chocolate; y á peinar.

El toro cuidaba de una niña que todas las tardes, después de ponerse el sol, salía a la orilla de la misma laguna y se sentaba en una piedra a peinar sus rubios cabellos con un peine de oro.

Además del rótulo de la tienda del señor Ignacio, en uno de los balcones de la casa grande había un busto de mujer, de cartón probablemente, y un letrero debajo: Perfecta Ruiz; se peinan señoras; a los lados del portal, en la pared, colgaban varios anuncios, indignos de llamar la atención del historiógrafo antes mencionado, y en los cuales se ofrecían cuartos baratos con cama y sin cama, memorialistas y costureras.

La doncella favorita peinaba sus dorados, largos y suavísimos cabellos.

Púsose después a peinar las largas lanas de Bruin, el oso de Noruega, su mudo compañero; y en esta operación se hallaba, cuando un tropel de gente sospechosa invadió de repente la casa, en actitud nada tranquilizadora.

La doncella concluía de peinar a Rosina, quien estaba sentada frente al espejo, arrebujada en un ropón de liviana seda color tabaco.

El Júcar peinaba sus aguas fangosas y rojizas en los machones del puente.

Y anda el negocio de suerte, que, si volviera al mundo, con ser el propio Diego Moreno, a ser cornudo, me pusiera a platicante y aprendiz delante del acatamiento de los que peinan medellín y barban de cabrío.

Yo peinar ropa.

Salió á recibirles Romualda, la tarasca sirviente de D. Francisco, con una falda llena de lamparones, arrastrando las chancletas, las greñas sin peinar, facha asquerosa de criada de mesón.

Rosalía, compuesta y emperifollada, no parecía la misma que tan al desgaire veíamos diariamente consagrada al trajín doméstico, a veces cubierta de una inválida bata hecha jirones, a veces calzada con botas viejas de Bringas, casi siempre sin corsé, y el pelo como si la hubiera peinado el gato de la casa.

Quince o veinte aves se habían posado en una gruesa rama, y se peinaban al sol su plumaje ¡pero qué plumaje! Las tintas más espléndidas, los reflejos más brillantes y variados, todos los colores del prisma se confundían en aquellas plumas.

50 colocaciones para  peinar