Al que me desafíe, si es un diestro, le obligo a aceptar un duelo en las condiciones siguientes: (Atención general.

Mas, puesto que conceda que está allí, no por eso me obligo a creer las historias de tantos Amadises, ni las de tanta turbamulta de caballeros como por ahí nos cuentan; ni es razón que un hombre como vuestra merced, tan honrado y de tan buenas partes, y dotado de tan buen entendimiento, se dé a entender que son verdaderas tantas y tan estrañas locuras como las que están escritas en los disparatados libros de caballerías.

Creo que el tono de desafío, del coro y aire del Covenanter, y no las cualidades religiosas que pudiera encerrar, fue motivo de que acabaran todos por tomar parte en el estribillo: Estoy orgulloso de servir al Señor, y me obligo a morir en su ejército.

Y añadió el filósofo y jugador de una pieza, con alegre irreverencia: Estoy orgulloso de servir al Señor, y me obligo a morir en su ejército.

Reprodujeron los Jerónimos las razones de su anterior negativa, y oídas por el señor de Oropesa, exclamó sin vacilar: «Pues bien: hoy por mí, mañana por mis descendientes, me obligo á cubrir todas las necesidades del Monasterio de Yuste.

¡Ay! Siempre que nos toca el turno del Real[5.3] y le obligo a dejar su partida de tresillo.

A cuanto venga me obligo.

Pues bien, a estas calamidades vivientes les obligo a echar de vez en cuando delante de sus casas (vulgo pocilgas) una buena cantidad de hoja seca o tojo.

La verdad es que te obligo a hacer unas cosas bien impropias de un militar, ¿no es verdad?

D.r Leonardo Çaforteza a Dios y vna Crus, que no tienen notisia de otras partidas de los bienes de la dicha Thereza Cortes V.ª, de que se pueda hazer Cargo a dicho S.r R.or, el qual obligo todos sus bienes a la paga y satisfacsion de las dichas nueveçientas y siete libras vn sueldo y ocho marauedis, rebajandole de ellas las partidas, que dara en Datta y resulta, y assi lo ottorgaron y firmaron en la Inqq.on de Mallorca.

Y en lo tocante al nene, no me puedes decir que te obligo a guardarle, porque le tienes tanta ley como yo...

Hace mucho tiempo que le obligo á confesar.

Pues bien: muchas noches esquivo sus labios y le obligo á trabajar.

Pues allí non hobo entrada; Mas sy él lo conosció, Lo qual yo non contradigo, Calla callando me obligo, Que alguna ves lo burló.

[imagen] [imagen] XXXVIII PROPÓSITO PRIMAVERAL A VARGAS VILA A saludar me ofrezco y a celebrar me obligo tu triunfo, Amor, al beso de la estación que llega mientras el blanco cisne del lago azul navega en el mágico parque de mis triunfos testigo.

No pasemos más adelante, yo me obligo de te la hacer haber, con que dés tú fe de me las casar honestamente.

Yo, que quiero seguir las huellas de estos héroes y acreditar que soy digno discípulo de su escuela, hago frente a ese obstáculo que tanto te espanta y me obligo a desvanecerle.

A cumplir, señor, me obligo Las amistades que juro: Obedeceros procuro, Y pienso que me honraréis Tanto, que de mi crêréis Lo que de mí estais seguro.

Y pues en Doñalda bella Me aniquila y atropella, Y al justo furor me obligo, Ha de matarse conmigo, Ó ha de casarse con ella.

Si dándoos vida os obligo, por vuestra opinión volved, y si no, guerra me haced: veamos quién es más firme, vosotros en deservirme, y yo en haceros merced.

Pues, Sancho, dixo el fingido Archipampano, yo me obligo á cumpliros todas esas condiciones con que quedeis en mi casa, y traigas á ella juntamente vuestra muger para que sirva á la gran Archipampanesa, que me dizen sabe lindamente ensartar aljofar.

»Tú, en lo interior, si mi salud deseas, Alza al raso una hoguera sin testigo (Séalo el Cielo, y tú, mi bien, lo seas, Que á usar de esta arte á mi pesar me obligo).

Pues quien me viere venir Peregrinando á otro reino En poder de un hombre mozo, Y deste con tal despego Tratada, que las finezas Que á su ilustre sangre debo Aun no las debo yo, pues El se las debe á sí mesmo, ¿Como crêrá que sin culpa Tantas desdichas padezco, Cuando al primero que obligo Es el primero que ofendo?

»De aqueste Dios y hombre, alto, infinito, los libros que me pides no los trayo, que lo que está en el alma firme escrito escribirlo en papel viene a soslayo: si quieres ver las armas, tu apetito se cumplirá, haciendo aquí un ensayo: veráslas como amigo, y más me obligo que no las quieras ver como enemigo.

Ese papel dice lo siguiente: «Yo, Ruy Blas, lacayo de Su Excelencia el marqués de Finlas, me obligo á servirle, como buen criado, en toda ocasión pública ó secreta.