639 oraciones de ejemplo con eclesiásticos

Todos, frailes, curas y magnates eclesiásticos, por debajo de la estameña, el merino y la púrpura, escondemos un hombre.

Esta no puede ser pronunciada ni ordenada, cuando por gran casualidad ocurre un crímen capital, sino por un gran jurado compuesto de los jueces permanentes y todos los ciudadanos mayores de 30 años (excepto los eclesiásticos) que no son parientes de las partes y pueden prestar juramento.

Es digno de notar, como prueba del espíritu de independencia que predomina en el país en materia de religion, que recientemente la Cámara electiva del Estado rechazó, por una gran mayoría de votos, un concordato que el Gobierno habia celebrado con la corte romana, que admitia en los negocios eclesiásticos del país una intervencion excesiva de parte de la autoridad romana y sus obispos.

En breve trepamos la hermosa colina de Liebfraunberg (Monte de la Vírgen amante) sobre la cual se destacaba la casa del Sr. B, que conserva en una de sus parles principales las construcciones de uno de esos antiguos conventos ó abadías que la revolucion francesa suprimió é hizo entrar, desamortizando los bienes eclesiásticos, en el movimiento general de los negocios ó de la propiedad territorial.

¡Quién sabe adonde irá a parar ese muchacho...! Uno de los estudios que más apasionaban a Gabriel era el de la historia de la catedral y de los príncipes eclesiásticos que la habían regido.

La catedral era obra de sus príncipes eclesiásticos.

El recuerdo de los arzobispos de Toledo, de aquellos bravos príncipes eclesiásticos guerreadores e implacables con el infiel, enardecía su belicosidad.

Estos amigos eclesiásticos le proporcionaban lecciones de español entre la alta burguesía afecta a la Iglesia.

Los tribunales eclesiásticos juzgaban hasta al mismo rey, pero la justicia seglar no podía tocarle un pelo de la ropa al último sacristán, aunque cometiese los mayores delitos en la vía pública.

Se vio el mismo espectáculo que en nuestro siglo, cuando los gobiernos tocan los intereses eclesiásticos.

abadías y beneficios eclesiásticos como fueren vacando, con autorización de transmitirlos á sus hijos.

El candor chistoso con que los escritores de aquella edad, eclesiásticos con frecuencia, buscan motivo o pretexto para justificar sus composiciones sobrado galantes, pasma hoy al lector y despierta en su espíritu la duda de si ellos se engañarían en efecto al suponer tal propósito o si le alegarían como burlando.

Sigue después la de todos los estados, según su categoría (papa, cardenales, patriarcas, reyes, obispos, señores eclesiásticos y seculares, monjes, sacerdotes, y así sucesivamente hasta los traficantes y labradores), y la muerte convida al baile en cada estrofa al que toca en el orden de la serie, y en la inmediata deplora su suerte el invitado.

Sin embargo, los desórdenes no se extirparon del todo, á pesar del celo mostrado por los superiores eclesiásticos, y merecieron en el siglo siguiente la condenación más severa.

Era entonces moda estudiar á Tertuliano, y los eclesiásticos, sobre todo, tenían la costumbre de aducir en sus sermones citas de sus obras, por lo cual se les llamaba en broma tertuliantes, y tertulia al lugar que ocupaban.

Como católica celosa, no aprueba la libertad de cultos ni la secularización de los bienes eclesiásticos.

Algunos textos vagos de escritores eclesiásticos, algunas actas de martirios, las más de ellas de fe dudosa ó redactadas en época bastante posterior á los sucesos que relatan, y las poesías de Prudencio: tales son las únicas fuentes que poseemos para estudiar el origen y progresos del Cristianismo en España durante los tres primeros siglos.

fué su ingerencia en los asuntos eclesiásticos y sus relaciones con los representantes de la Iglesia.

Aunque, en los primeros tiempos de la Iglesia, la elección de las personas que habían de desempeñar los cargos eclesiásticos la hicieron directamente los Apóstoles y sus sucesores inmediatos, acostumbraron para ello tener en cuenta la voluntad de las comunidades cristianas, y de aquí se derivó el derecho de confirmación ó asentimiento de que éstas gozaron respecto á las designaciones hechas por el Obispo.

Los eclesiásticos que se dedicaban al comercio para atender á su subsistencia estaban exentos, por una disposición de Constantino, de pagar el impuesto correspondiente; pero los abusos que esto ocasionaba hicieron que se restringiese este privilegio, y finalmente que fuese enteramente abolido por Valentiniano III, el cual prohibió á los clérigos en absoluto dedicarse al comercio, so pena de perder las otras inmunidades.

El derecho otorgado por Constantino á las comunidades eclesiásticas de aceptar herencias y legados, fué causa de que se acrecentaran notablemente los bienes eclesiásticos.

En las Iglesias episcopales, parte de las rentas las percibía el Obispo; otra parte el resto del clero, y lo restante se destinaba á la conservación y reparación de los edificios eclesiásticos, según consignó con respecto á España, de acuerdo con la antigua disciplina de la Iglesia, el Concilio Tarraconense del año 516.

La provisión de los cargos parroquiales era atribución del Obispo del territorio respectivo; pero como muchas de estas Iglesias eran construídas á expensas de ricos propietarios territoriales, esto dió ocasión á que desde muy luego designasen estos mismos á los eclesiásticos que habían de estar al frente de tales Iglesias; por cuya razón, y verosímilmente desde mediados del siglo V, aparece el derecho de patronato.

Este Código refleja la influencia eclesiástica, reconociéndose la autoridad de los cánones con ocasión del precepto del capítulo 306, concerniente á la enajenación de bienes eclesiásticos.

En cambio, le gustaba mucho platicar acerca de asuntos eclesiásticos y de los escritos de los Padres.

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