307 Verbos a usar para la palabra lluvia

Silbaban los guijarros entre las ramas, haciendo caer una lluvia de hojas y rebotando contra troncos y ribazos; los perros barraqueros salían con ladridos feroces, atraídos por el estrépito de la lucha, y las mujeres, en las puertas de sus casas, levantaban los brazos al cielo, gritando indignadas: ¡Condenats! ¡Dimònis!...

Si un pintor tuviese la fortuna de sorprender aquel momento y el don de fijarlo en el lienzo, podría representar, como nadie hasta hoy, a Dánae recibiendo en su prisión la conocida lluvia de oro.

El comenzar de la tarde fue sofocante; el sol derramaba una lluvia de fuego; el mar se extendía tranquilo, apenas rizado, sin más olas que algunas pequeñas ondulaciones; con la respiración rítmica de un buen monstruo dormido, el agua, soñolienta, reflejaba la costa con todos sus detalles en la claridad de aquella tarde perezosa y espléndida.

Había cesado la lluvia.

No, porque luego desciende en bienhechora lluvia, más fecundante que todo riego artificial, y aun de este mismo riego artificial es causa mediata, ya que la lluvia, que viene del cielo, cuaja y forma en la cima de los montes con apretada y cándida nieve las inexhaustas urnas, de donde brotan y se desatan arroyos y ríos en cristalinos raudales.

Arrojó su capa empapada por la lluvia sobre uno de los grandes cofres de roble en que estaban sepultados los tesoros de la ropa maternal.

Por influencia del contraste, es natural pensar en otras comarcas menos felices, en las que la atmósfera no produce lluvia, y el suelo, demasiado árido, da vida raquítica á una insignificante vegetación.

Un día que el cielo amenazaba lluvia, se le presentaron sucesivamente sus dos hijos, y le dijo el labrador: Padre, yo vengo á pedirle á usted un favor, y es que interceda con la gloriosa Santa Ana para que alcance de su Divino Nieto que llueva de firme, porque si no llueve, se me pierde la cosecha y me arruino.

¿Es posible que, siendo mi intrépido defensor, hagan de su presa los perros enfurecidos? ¿Es posible, ¡oh nube benéfica que nos das la lluvia! que todo sediento pueda extinguir su sed en tus aguas vivas, y que yo, tu protegido, me muera de sed bajo tu cielo?

, y se presentó la muchacha rubia, ¡mi prima! Tenía los cabellos despeinados por el viento, la ropa mojada por la lluvia; en sus ojos se leía una decisión huraña y melancólica, que me sorprendió.

Los disparos de fusil no cesaban, pero arreciaba la lluvia de flechas.

Hacía un día frío; tomamos la carretera y fuimos marchando por la costa, azotados por una lluvia menuda.

CAPÍTULO VII #Los desprendimientos# No se transforma únicamente la montaña en llanura por las erosiones que le hacen sufrir lluvias, heladas, nieves resbaladizas y aludes; también considerables fragmentos se desgarran violentamente para hundirse de pronto.

285 70.Bando del Virrey Vertiz ordenando que todos los vecinos concurran al novenario implorando lluvia en vista de la necesidad que hay en los campos.

Apenas se instalaron mis americanos en París, comenzó una lluvia de oro.

Se levantan campanarios y se cortan árboles, que atraen la lluvia.

El novio sacó del bolsillo todo el dinero que había preparado para las circunstancias y arrojó en círculo una lluvia de monedas de cincuenta céntimos sobre aquella horda de desgreñados, que se arrojó por el polvo con tal furor, que en un momento no se vió más que una mezcla confusa de calzones, brazos y piernas enredados.

hallábase arrobada por aquel sublime terceto de la compañía, final del primer acto, cuando retumba el trueno a lo lejos entre los sordos bramidos de los contrabajos y el suave murmullo de los violines, dulce, delicado, bellísimo, que parece revelar el hálito tibio de la tormenta que se acerca, el tenue susurrar de las hojas de los árboles que sacuden ya las primeras ráfagas, el vago perfume de la tierra que anuncia la cercana lluvia.

Montiño no sintió la lluvia.

Las campanillas repicaron, semejando su repique una lluvia de notas de cristal; se elevaron las diáfanas ondas del incienso, y sonó el organo.

En otra ocasión padecía toda la comarca de mucha falta de lluvias, por lo cual se perdían por instantes las sementeras: imploraron el favor de la Virgen, y luego al punto el cielo, que estaba sereno, se entoldó de nubes y descargó una copiosa lluvia, que fué el total remedio de su necesidad.

Abrasaban además con inmensas cantidades de agua hirviendo á los sarracenos, los cuales no podian resistir semejante lluvia que, entrando por las viseras de los cascos, los cegaba completamente.

Más allá estaban los cascos de los buques, sustentando un bosque de palos y chimeneas, y en último término la muralla amarilla del malecón exterior y el cielo recién lavado por la lluvia, con un rebaño de nubecillas blancas y plácidas como sedosos carneros.

Porque, si ha llovido{106-3} ayer á mares, será porque al tío Traga-santos le untaron la mano los de Barbaruelo cuando estuvieron á verle para que pidiese á San Isidro esa condenada lluvia.

Estábamos envueltos por el enemigo, cuya artillería lanzaba una espantosa lluvia de balas y de metralla sobre nuestro navío, lo mismo que sobre el Bucentauro.

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