31 Metáforas para odia

El odio es acción.

Los rasgos más ostensibles de su carácter son la acometividad, la rebelión, el odio; pero «el odiocomo dice Rodenbach,sólo acredita un exceso de amor».

Ahora bien; el odio es un afecto que conduce a la aniquilación de los valores.

Y vi que aquel odio inmortal era mi alma.

Su odio era una cobardía; pero insistió en él, como si en su interior se hubiese despertado otra alma, una segunda personalidad que le causaba espanto.

El odio es la cólera de los pusilánimes.

Ahora, después de la injuria que me había hecho (así lo creía yo), concebí por él un odio mortal, y deseaba vivamente armarle camorra.

Aborrezco esa idea con todas las fuerzas de mi alma; y todo el odio venenoso que esa secta alienta contra , se lo devuelvo centuplicado.

Las enemigas que tengola Camargo y la Calatrava,en honor de la verdad, no se han ensañado, quizás porque el odio es una energía incompatible con las vanidades y futilezas.

El terrible egoísmo de los hombres, su vanidad, su envidia, su petulancia, la mezquindad de espíritu de las mujeres, el odio entre por rivalidad sexual, tan despreciable y tan bajo; la vida basada en la cobardía y en la constante abdicación de lo más noble, eran para él pequeños episodios, ligeras manchas sin importancia.

La insistencia pertinaz que mostró Pedro Lobo en volver a verla, exacerbó este odio, agotó su paciencia y le hizo perder los estribos.

Aquel odio hacia Clotilde que Julia no podía encubrir ¿era expresión más o menos exagerada de desprecio y superioridad, o era el rencor de un alma a quien se habían cerrado las puertas de la dicha?

El odio es el extremo opuesto de la caridad; la caridad es Dios; entonces los gobiernos que constituyen los ciudadanos en estado de guerra permanente, dejan de ser gobiernos, según y conforme quiere Dios.

Hoy se sirve á maravilla, pero el odio es el fondo de esas relaciones.

y llegué a pensar que no podría ser de otro modo, que no puede ser función de un cuerpo un odio así.

Transcurrieron de este modo algunos años, viviendo siempre solas, y sin mitigar su odio hácia el otro sexo.

¿No piensa usted que el odio es un honor que no puede concedérsele a cualquiera?

El odio entre iberos y griegos; la creencia de que éstos, por sus riquezas y sabiduría, dominan y explotan á aquéllos... ¡Como si en la ciudad existiesen realmente iberos y griegos!...

Ésa es la mejor garantía para el rebaño rutinario; su odio á la originalidad lo impele hacia los hombres que empiezan á momificarse en vida.

Y sin embargo, estaba convencido de que todo su odio era una impresión del momento, que se desvanecería apenas se hallase en presencia de la mamá.

Los odios históricos, como la ojeriza contra Dios, son una insensatez que combate contra el infinito ó contra la nada.

Su odio, pues, es íntegro para ; y su amor, en cambio, nunca será completo para su esposo.

El odio de Sarmiento a España es un monstruo que se vuelve contra mismo, y en realidad es la patria argentina la que sufre la mordedura.

El odio que experimentaba Hyde contra Jekyll era de otra naturaleza.

El odio a los franceses no era odio: era un fanatismo de que no he conocido después ningún ejemplo; un sentimiento que ocupaba los corazones por entero sin dejar hueco para otro alguno; de modo que el amar a los semejantes, el amarse a mismo, y hasta me atrevo a decir el amar a Dios, se adaptaban y sometían como fenómenos secundarios al gran aborrecimiento que inspiraban los verdugos del pueblo de Madrid.

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