63 oraciones de ejemplo con punzaban

Oh, sol! ¿Volveremos a vernos? 10 ¡Qué frío tan espantoso!... La humedad del aire se convierte en agujas de hielo que punzan mi semblante.

, 192: Las buenas palabras untan, las malas punzan.

Podría decirse, si la mitología clásica no hubiera pasado de moda, que un enjambre de cupidillos menores revoloteaba, cerniéndose sobre la mesa, disparaba flechas sutiles e invisibles y desasosegaba y punzaba con ellas a los galanes y a las damas.

Y al mismo tiempo que sentía como un descanso espiritual, y un orgullo animal, de macho, el remordimiento de haber engendrado le punzaba con los primeros dolores de la paternidad, que van formando, por aglomerados de sobresaltos, penas extrañas, que lastiman como propias, la santa caridad del amor a los hijos.

A lo mejor, grandes doseles de granito con lambrequines de zarzas y escaramujos raspándome la cabeza, mientras que por el lado derecho me punzaban las espinas de los escajos, y el más ligero resbalón de mi cabalgadura podía lanzarme a las simas de la izquierda.

Tenía unos ojos negros y escrutadores que punzaban al mirar, correctísimas facciones, algo morena, y muy esbelta todavía.

El viento del polo azotábales continuamente con un diluvio de escarcha, con ese torbellino de agudas flechas que punzan y penetran, embrutecen, haciendo perder la voz y los sentidos.

Todo aquello era rico, relumbraba, punzaba la vista con los vivos colores y lo brillante de las telas; era, en fin, un magnífico equipaje de comedianta pagado por un gran señor.

Pero el hambre me punzaba, ¡qué diré punzaba! me roía las entrañas.

Pero el hambre me punzaba, ¡qué diré punzaba! me roía las entrañas.

Me así al mástil con ambas manos, con tal fuerza que las uñas me punzaban, y cerré los ojos como para no ver el peligro que corría.

En cuanto al número, tengo por cierto que eran tan incontables como las hojas que el otoño esparce; de tal suerte que la espalda me dolía ya terriblemente de tanto estar inclinado y las uñas me punzaban con el trabajo de la separación.

En el vertiginoso volar de sus esperanzas le punzan con lacerante escozor los agravios que persiguen á su madre.

La moza repite: ¡No me guarda rencor!Sabe que esas palabras se las ha dicho también Adolfo, refiriéndose á Carlos y Ana María: ya sus recuerdos no huyen como antes; ahora punzan y duelen, y hasta los más lejanos retornan en tropel dentro de un rayo de luz que ha caído en el alma de Regina desde los ojos profundos de la viajera.

Segunda: en la novela, el pergenio físico de estos personajes abunda en trazos caricaturescos y agudos que punzan inmediatamente los músculos de la risa; en el teatro, la caricatura se mitiga hasta casi desaparecer, sin duda porque Galdós comprendía lo arriesgado que es reunir teatralmente lo ridículo con lo patético en todas las acciones y movimientos de un mismo personaje.

Estas lágrimas son ruegos mudos; deseos, ansias, flechas rectas al blanco; estas lágrimas ungen, ablandan, punzan, mueven y fuerzan.

Recuerda Mariflor estas lecciones con profundo pesar: le sonaron un tiempo a dulcísima parábola llena de símbolos felices, y ahora le punzan la carne y el espíritu como anuncios de miseria y esclavitud.

los recuerdos que para hacerlo tengo que evocar, punzan mi corazón, pues que á pesar de los años que han transcurrido desde la época en que acaeció el sangriento drama que voy á referir, hasta hoy siento aún aquella penosa angustia que era consiguiente al negro y tempestuoso porvenir que nos presentaba la lucha de independencia, y el doloroso vacío que dejaron en mi alma las terribles ejecuciones de Arteaga y Salazar, Villagómez y Díaz.

Cuando éste parece convencido de que no puede meterse por debajo de la vara y hacer presa en las pantorrillas de Merto, porque la vara no cesa un punto de cimbrearse, acude al recurso de ocultarse debajo de cada mueble; pero allí le punzan y acribillan, si afuera le vapuleaban; y no sabe cuál es peor.

¿Ese es el consuelo que me traes? Y cuando dice esto, Gedeón no encuentra ya postura cómoda en la cama; su respiración comienza á ser fatigosa; los dolores le punzan de nuevo, y los ojos se le inyectan de sangre.

Cuando estoy contenta y satisfecha, y los celos no me punzan, mi conciencia se relaja, se hace la tonta, y me dice que mi falta no es falta, sino ley del espíritu y de la naturaleza.

Apenas pillaban los jóvenes seminaristas alguno de mis primeros ensayos, cuando los leían y estudiaban á porfía con indecible placer y facilidad; mostrando en esto el deleite que les causa un cuentecillo adornado con la dulzura y armonía poética, y libre para ellos de las espinas de la traducción, que tan desagradablemente les punzan en los principios de su enseñanza.

Una hora después, para explicarse lo sucedido, para matar los remordimientos que le punzan, Caín reflexiona que él mismo debió de trastornarse como ella, que, creyéndose más frío, menos joven de lo que en rigor era todavía por dentro, no vió el peligro de aquel contacto.

Pero bajo la sombra de un doloroso olvido se estremeció la angustia de tu pasión fatal, y se avivó el recuerdo, y el corazón herido sintió que lo punzaban con una espina más... México, Julio 1918.

Allí había algo como una espina, que la punzaba, y no podía arrancarlo por más esfuerzos que hacía; trataba de mitigar el dolor amparándose con el recuerdo de su madre, y más le exacerbaba así.

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