36 Adverbios para describir cómo duda

Por lo mismo que su hijastra había sido siempre fría y altanera con todos, menos con ella, jamás había dudado de la sinceridad de su cariño.

Incrustaciones en el hierro y el acero he visto, que francamente, hasta mis ojos dudaban que tales hombres, y sobre todo con las herramientas que empleaban, pudieran hacerlas.

¿Acaso duda usted que la muerta fuese Lea Peralli?

Ayer mismo, dudaba aún en venir a veros, pero he tomado mi partido, y aquí me tenéis.

Ciertamente, más que nunca; ¿lo dudaban ustedes?

Al verlos tan tranquilos, tan apegados a su cáscara y tan satisfechos y enamorados de ella, verdaderamente se duda si el estado material de la villa es obra de la dejadez del habitante, o si el habitante es así porque haya encarnado en su naturaleza, como espíritu, la catadura singular de la villa.

Francamente, naturalmente, don José Ido del Sagrario dudaba de la Divina Providencia.

Esta duda se la emplea para descubrir la primera verdad en que estriba nuestro entendimiento; á cuyo fin basta que la duda sea ficticia; no hay ninguna necesidad de que sea positiva; porque es evidente, que lo mismo se logra dudando efectivamente de todo, no admitiendo absolutamente nada, que diciendo: «si supongo que no tengo por cierto nada, que no nada, que no admito nada.

Dejando aparte el dudar Si es posible que suceda, Pues que ya queda probado Con razones y evidencias...

¿Dudas acaso de que te amo?

Entretanto el príncipe moro, Cidi Yahye, que habia tenido noticia de estos debates, no dudaba que el ejército sitiador alzase luego el campo y se retirase.

Domingo, por mucho que empezase a dudar formalmente del éxito de sus esfuerzos, lejos de desalentarse sintió redoblar su ardor, por lo que resolvió no abandonar la partida hasta quedar plenamente convencido de que todo auxilio era inútil.

» Los polisones de más edad seguían con la cabeza baja, entre incrédulos y aterrados, dudando de que esta orden pudiese ser cierta pero dudando igualmente de que todo fuese una burla, habituados a durezas y castigos en los buques que les habían servido de refugio.

Cuando la multitud se lanzó al borde de los fosos de la Torre, este hombre se dirigió al collado de ella murmurando á media voz: Esos locos rabiosos dejarán los dientes en la coraza de piedra de la Torre, y á no dudar, mañana hará falta mi presencia en ella.

Aimbire duda nuevamente de la lealtad lusitana, enciéndese otra vez en ira, hace sonar las trompas guerreras y parte con sus parciales al encuentro de los recien llegados.

Con este principio de luz natural se compone muy bien lo prodigioso de los mysterios y de los milagros, de modo que no se puede dudar racionalmente que Dios los pueda hacer, sino si los ha hecho, y esto lo tenemos probado ya en los argumentos antecedentes.

Seguramente, no dudaba que era amado por mismo, y acaso la noble joven experimentaría más gozo que tristeza al darle esta prueba de amor y de desinterés; pero él, un caballero, ¿debía aceptar?

Digan lo que quieran los idealistas, no hay, ni ha habido ningun hombre en su sano juicio, que haya dudado seriamente de la existencia de un mundo exterior: esta conviccion es para el hombre una necesidad, contra la cual forcejaria en vano.

Como durante la administracion del Presidente Jackson, en virtud de esta facultad, se hicieron tantas remociones, se ha llegado á dudar sériamente de la cordura de la disposicion del primer Congreso que la concedió.

¿Cabe duda siquiera?

Tomada desde este punto de vista no se puede dudar de que fué buena, más aun en teoría que en la práctica; teóricamente, porque es de sentido común que el individuo que encuentra en el país donde va á establecerse tantos derechos como en el suyo y más facilidades de trabajo y vida, servirá de propagandista y atraerá más extranjeros.

Ésta únicamente dudaba de la justicia de su preferencia al comparar á este pequeño con el hermano de las orejas grandes, armado siempre con un garrote.

Al fin, ya no dudo absolutamente de que ella va a decir no.

Otro síntoma: cuando llegué se me figuraba estar soñando, y que el único mundo real era Madrid; ahora me sucede lo contrario; penetrado de la realidad de cuanto me rodea, el Madrid lejano me parece una comarca fantástica: dudo confusamente de su existencia, y al recibir cartas me río de mis dudas.

Pues dudo nuevamente de la palabra animal, de la racional y de la otra.

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