50 oraciones de ejemplo con albahaca

Ora se pone uno á vagar, soñando y recordando mil historias, bajo la sombra espesa de los bosquecillos de naranjos, limoneros y granados, donde se siente la embriaguez deliciosa que producen el azahar y el jazmin, la albahaca y las rosas en profusion.

Emprendieron la marcha los chicuelos, llevando en alto grandes ramos de albahaca.

Al un lado estaba un banco de tres pies, y al otro un cántaro desbocado, con un jarrillo encima, no menos falto que el cántaro; a otra parte estaba una estera de enea, y en el medio, un tiesto, que en Sevilla llaman maceta de albahaca.

Era ésta de las buenas del pueblo, con corral donde había muchas gallinas, y con patio enlosado y lleno de macetas de albahaca, brusco, evónimo, miramelindos, dompedros y otras flores.

Ambas Juanas no recibían a don Paco en la sala, sino en el patio, donde se gozaba de mucha frescura y olía a los dompedros, que daban su más rico olor por la noche, a la albahaca y a la hierba luisa, que había en no pocos arriates y macetas, y a los jazmines y a las rosas de enredadera, que en Andalucía llaman de pitiminí, y que trepan por las rejas de las ventanas, en los cuartos del primer piso, donde dormían Juanita y su madre.

Sobre la pulidez y el aseo del peinado, y como matorral a pie de enhiesta torre, relucían, junto a las peinetas de carey, las moñas de jazmines, la albahaca y otras hierbas de olor, y las rosas y los claveles rojos, amarillos, blancos y disciplinados.

La albahaca es caprichosa; todas las plantas han de ser regadas, según la buena horticultura, por la mañana o por la tarde; la albahaca pide el riego a mediodía.

La albahaca es caprichosa; todas las plantas han de ser regadas, según la buena horticultura, por la mañana o por la tarde; la albahaca pide el riego a mediodía.

El piso segundo, bajo de techo y a manera de ático, tenía ventanas pequeñas, y sobre el entablamento descollaban las buhardillas altas, aisladas, recubiertas de tejas, guarnecidas de verdosas vidrieras, ante las cuales se veían desde lejos las ropas recién lavadas y tendidas que goteaban sobre estrechos cajoncitos, plantados de yerba luisa, albahaca, yerba de gato y claveles.

Allí claveles, rosas, miramelindos, marimoñas, albahaca, boj, evónimo, brusco, laureola y mucho dompedro fragante.

A veces el centro del patio estaba terrizo, en forma de jardín, con sus bojes, mirtos y arrayanes, sus árboles frutales, sus cipreses y palmeras, jazmínes y granados y en el verano la odorífera albahaca.

Aquella muchacha, por ejemplo, que asomaba la cabeza tras el tiesto de albahaca, cuando el rumor de tu vestido revolucionaba la calleja, si veía en la ventana de enfrente otro rostro para ella conocidísimo, sonreía, como si también ella estuviera vestida de seda.

¡Quién sabe cuán pobres glorias soñaba apoyada en la barandilla, tras la albahaca olorosa, fija la vista en aquella otra casa enguirnaldada con sarmientos de vid!

Otros años había acompañado a la Milagros a la verbena de San Antonio y a las del Prado; bailó con ella, la convidó a buñuelos, la regaló un tiesto de albahaca; aquel verano la familia del Corretor parecía tener empeño decidido de apartar a la Milagros de Leandro.

Procúrese una buena pierna y quítesele los huesos, no dejando más que el por donde se coge y méchese con tocino sazonado de finas especias, sal, albahaca en polvo, pimienta, perejil y cebolletas picadas; se ata la pierna dándola su primitiva forma.

Cuando se juzga se halla desalado, se le cubre cuidadosamente con un lienzo blanco que se anuda bien; se coloca en la marmita con partes iguales de agua y vino, cebollas, zanahorias, perejil, laurel, albahaca, tomillo, ajo, se cuece á fuego lento por cinco ó seis horas, sin que llegue nunca á hervir el líquido.

Se mecha por todo con tocino un pernil de jabalí sazonado de sal, especias finas, tomillo, laurel, albahaca, perejil, ajo, cebolletas, escalunyas, picado todo muy menudamente.

» Y ella contestó: «La albahaca de los puentes.

» Y exclamó el mozo: «¡Ya era hora! ¡Alabado sea Alah! y él te guarde, ¡oh mi albahaca de los puentes!»

Y después dijo él: «Entonces será la albahaca de los puentes.

» Entonces él meditó un momento, se miró entre los muslos, guiñó los ojos, y señalando á su zib, dijo: «¡Oh señoras mías! vais á oir lo que acaba de decirme este niño: «Me llaman el macho poderoso y sin castrar, que pace la albahaca de los puentes, se deleita con raciones de sésamo descortezado y se alberga en la posada de Aby-Mansur.

Claveles, rosas, piñones, dátiles, macetas de albahaca, naranjas, panderetas, caricaturas de ministros, juguetes ordinarios, ¡hasta una pepona!

¿Ni un palito de albahaca?

Sobre los hombros redondos llevaba una pañoleta roja, de largos flecos, prendida sobre el curvo seno con un broche que á la vez aprisionaba un manojito de malvas de olor y pencas de albahaca.

La sin dicha Era un Aranjuez: pero con todo Hoy come en ella la que llaman tierra, De las mas blancas y hermosas carnes, Que jamás encerraron sus entrañas; Y si no fuera porque habrá dos años Que comenzó á dañársele el aliento, Era abrazarla, como quien abraza Un tiesto de albahaca ó clavellinas.

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