168 oraciones de ejemplo con baranda

Sobre esta baranda se abría una obscuridad misteriosa que parecía exhalar el aliento salitroso del infinito.

Cuando llegamos á una gran baranda de hierro que circuye lo alto de la cúpula, el ingeniero que me acompañaba (ya mis lectores le conocen), se empeñó en que yo tenia que asomarme, echando fuera una buena parte del cuerpo, á fin de dominar el enorme cóncavo de la media naranja, y las lejanas naves y paredes del monumento.

Yo dejé caer la cabeza sobre la baranda como un muerto, cerraba los ojos como para no desvanecerme; pero era inútil.

Si hubiese un abismo por allí, es seguró, tambien que me obligaria á meter las narices en el abismo, como me obligó á mirar la cúpula desde la baranda de hierro, á la altura de un décimo piso.

Si mi mujer no se convierte en casa de asilo, me coge y me empaqueta en la máquina de cristal, como me llevó casi en vilo á colocarme sobre la baranda del Panteon.

Salieron... ¿y qué más? Y me preguntó con mucho interés, con «demasiado» interés, quien era un joven recién llegado a Villaverde, que vive en esta casa, y que tarde a tarde, se pasa las horas muertas, en un asiento de la Plaza, de codos en la baranda, y vuelto hacia....

Y la directora puso el brazo de Sol en el de Lucía, y acompañadas de miradas celosas, se refugió por algunos momentos con ellas en un balcón, cuya baranda de granito estaba oculta bajo una enredadera florecida de rosas salomónicas.

Luego de comer salió a una pequeña galería que daba sobre el jardín, con su ruinosa baranda de balaustres coronada por tres bustos romanos.

Como recuerdo de los personajes de blanca peluca y las damas de anchuroso guardainfante que habían pasado por ella, quedaban algunos bustos clásicos en los rellanos, una baranda de hierro forjada á martillo y varios farolones de oros borrosos y vidrios turbios.

Una ligera tos le hizo volver la cabeza, y vio junto a él, apoyada en la baranda, a Mrs.

Al descender a la cubierta de paseo encontró Fernando al doctor Zurita, que hablaba con Maltrana, apoyados los dos en la baranda, frente al mar.

No vio medio más adecuado de salir del apuro que, montar cautelosamente sobre la baranda y descender al suelo por la parra, agarrándose con pies y manos, como había hecho otras veces para probar el progreso de sus fuerzas y agilidad.

Dio un brinco y se plantó sobre la baranda del corredor; ascendió luego fácilmente por el grueso sarmiento de la parra que se enlazaba retorciéndose a las columnas de madera que sostenían el tejadillo, encaramose sobre éste y echando una mirada recelosa en torno y otra de ávido anhelo a la ventana del palomar, sacó la lengua y se relamió repetidas veces con repugnante ausencia de sentido moral.

Pregunto:¿Embajada Francesa?Me lo hacen repetir dos veces y hete aquí que empiezan a reír, pero a reír haciendo retemblar la baranda con sus estremecimientos.

El P. Gil meditaba esto, apoyado en la baranda de un corredor enrejado que su habitación tenía sobre el mar.

Á medida que avanzaba en su discurso, excitábase el cura Areijas, y manoteaba entusiasmado: ora extendía los brazos, adoptando trágicas actitudes; ora pateaba con furia y alzaba al cielo los ojos vivos y chispeantes, y ora, en fin, apretando los puños, descargaba fuertes golpes sobre la baranda del púlpito.

Pensar aún que á tres metros por encima, que á una baranda por en medio vamos nosotros en festín de lujos, de mágicos salones, de músicas, de flores, de pereza..., me atosiga y me destroza.

Lleva bastante carga y, accesoriamente, hasta ciento dos pasajeros de distinción: á saber, cien negros de buena tinta, el negrero (don Juan Baranda) y, por fin, este pobre blanco vergonzante que será el historiógrafo de la expedición.

Por fin, se llamaba Baranda y esto mismo quizá contribuya á contenerle ... Belize.

Me levanté, y dejándote solo en la mesa, me puse de codos en la baranda.

Me pareció que iban embelesados en coloquio de amor, y me quité de la baranda, irritada y descontenta de ti, de , de todo.

A pesar del secreto que se había querido guardar, detrás de la baranda se agolpaba no poca gente.

Los dos hijos de Joaquín Baranda, que era entonces Ministro de Justicia, fueron de los más audaces en el ataque.

Escuchad! hizo el tabernero inclinándose sobre la baranda!

La baranda de las múltiples escalinatas es maciza, hecha con azulejos verdes y amarillos.

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