401 oraciones de ejemplo con los gauchos

» El dueño del almacén, al verle entrar, le presentó un vaso de ginebra, y los gauchos de peor catadura se llevaron una mano al sombrero para saludarle, como si fuese su jefe.

Los premios dados por el Gallego no eran gran cosa: un billete de veinte pesos, pañuelos de vistosos colores, un tarro de ginebra; pero los gauchos, orgullosos de sus espuelas, de su cinturón y de su cuchillo con mango de plata, venían á triunfar por el honor y la gloria, regresando á sus ranchos satisfechos de haber demostrado su guapeza ante los gringos trabajadores, incapaces de montar un caballo bravo.

Huyeron los gauchos, perseguidos por los obreros del dique, y acudieron las mujeres, lo mismo las danzarinas del establecimiento que las pertenecientes á las familias del pueblo, para rodear á los dos heridos y levantarlos.

Pero ahora los personajes importantes de la Presa daban más que hacer al comisario que los gauchos dedicados al abigeato.

De vez en cuando, Celinda, que llevaba siempre una gran ventaja sobre su perseguidor, detenía la velocidad de su caballo como si quisiera dejarse vencer por Watson; pero al verle cerca volvía á salir á todo galope, insultándolo con las mismas palabras que inventaron los gauchos en otros tiempos para burlarse de la torpeza de los europeos en los usos del país y de su inferioridad como jinetes.

Babeando de rabia y con los colmillos amenazantes intentaban subir la arenosa cuesta, retrocediendo á continuación para avisar á los gauchos la presencia del enemigo oculto.

Y revueltos con las mujeres desfilaban los gauchos de cabeza trágica, barbudos, melenudos, curtidos por el sol y las nieves, con el poncho deshilachado y las botas rotas.

El arpa iba desgranando sus sonidos cristalinos, semejantes á los de una caja de música, y los gauchos saltaban acompañados por el retintín de sus espuelas, persiguiendo á las mestizas de bata flotante que balanceaban cadenciosamente el talle agitando en su diestra el pañuelo, sin el cual es imposible bailar la chilenita.

Su amigo experimentó una sensación igual de desagrado, y los dos dieron forma á su malestar, hasta convertirlo en un odio implacable contra los gauchos del Chaco.

Pero su acometividad necesitaba un pretexto, fuese el que fuese, y al poco rato, sin darse cuenta de cómo empezó la cuestión, se vieron con el cuchillo en la mano frente á los gauchos del Chaco, que también habían desnudado su facones.

Todas las mujeres de la «casa alegre», así como los gauchos, habían visto perfectamente cómo daba Rosalindo la cuchillada al herido.

Inmediatamente el paisano se puso a disertar sobre el tiempo y a hacer comparaciones geográficas entre España y Guatemala, y dando un salto después llegó hasta Méjico y habló de los gauchos y de las vacas salvajes y de las diligencias donde los viajeros iban pertrechados de todas armas y de los asaltos de los bandidos, etc.

Desde luego he pensado que ha sido una equivocación muy explicable en quien no ha frecuentado toda su vida más sociedad que la de los gauchos... Después de estas palabras Tristán pensó que su amigo iba a manifestar de una vez si había estado o no en la taberna y en caso afirmativo dar una explicación.

Los blancos, descendientes de los señores feudales del pasado, dueños de las capitales, de la fuerza inicial, de la cultura, pretendieron dirigir la masa oscura y tratarla, poco más o menos, como en nuestras pampas trata el estanciero a los gauchos, en todo lo que a política se refiere.

El joven Echeverría residió algunos meses en la campaña en 1840, y la fama de sus versos sobre la pampa le había precedido ya; los gauchos lo rodeaban con respeto y afición, y cuando un recién venido mostraba señales de desdén hacia el cajetilla, alguno le insinuaba al oído: «Es poeta», y toda prevención hostil cesaba al oír este título privilegiado.

Todos los gauchos del interior son rastreadores.

Facundo, cubierto de gloria, mereciendo bien de la patria y con una credencial que acredita su comportación, vuelve a La Rioja y ostenta en los Llanos entre los gauchos los nuevos títulos que justifican el terror que ya empieza a inspirar su nombre, porque hay algo de imponente, algo que subyuga y domina en el premiado asesino de catorce hombres a la vez.

» En el paso del Río Tercero acuden los gauchos de la vecindad a ver al famoso Quiroga, y pasan la galera punto menos que a hombros.

Las atrocidades de que era teatro sangriento Buenos Aires habían, por otra parte, hecho huir a la campaña a una inmensa multitud de ciudadanos, que, mezclándose con los gauchos, iban obrando lentamente una fusión radical entre los hombres del campo y los de la ciudad; la común desgracia los reunía; unos y otros execraban aquel monstruo sediento de sangre y de crímenes, ligándolos para siempre en un voto común.

Existían antes dos sociedades diversas: las ciudades y las campañas; echándose las campañas sobre las ciudades se han hecho ciudadanos los gauchos y simpatizado con la causa de las ciudades.

La montonera ha desaparecido con la despoblación de La Rioja, San Luis, Santa Fe y Entre Ríos, sus focos antiguos, y hoy los gauchos de las tres primeras corretean los llanos y la Pampa en sostén de los enemigos de Rosas.

» ¿Los gauchos, la plebe y los compadritos lo elevaron?

Los gauchos son más piadosos y tiernos con el árbol caído.

Era un orador abundante, como un grifo suelto, y cuando vió que la palabra no bastaba, porque los adversarios llevaban los gauchos en silencio a las urnas, el doctor Esquilón enmudeció y echó mano de las más desaforadas violencias.

Y los gauchos al volverse A llorar entre sus ranchos, Espantaron los caranchos Que llegaban á escarbar: Y se apearon del caballo, Y con ademan contrito, Rezó cada uno el bendito Y volvieron á montar.

401  oraciones de ejemplo con  los gauchos