Qué preposición usar con desconcertado
Gillespie, desconcertado por esta lógica, quedó silencioso por algunos momentos.
Lo que desconcertó a Rubín cuando creyó concluida su faena, fue la aprensión de advertir que la hucha nueva no se parecía nada a la sacrificada.
Y comenzó a tratar el asunto con una franqueza que desconcertó al inglés.
La frente de María se oscureció, pero Marenval no se desconcertó por eso.
? ¡Poco apoco! interrumpió Marenval, un poco desconcertado al ver aquel furioso ataque y creyendo haber dicho demasiado.
Urquiola calló, desconcertado ante este elogio á su querido tío, temiendo que el millonario tomase la menor respuesta como un atentado á la gloria de su nombre.
Desde allí vio a don Alejandro dando vueltas desconcertadas en el fondo del gabinete.
Atacados a un tiempo por el frente y flanco y desconcertados de aquella manera impensada y súbita, era segura la muerte o la prisión de todos los caballeros.
La inesperada ocurrencia de aquella mujer, delante de Lituca en quien tenía yo puestos los ojos y el pensamiento sin cesar, me desconcertó en tales términos, que no supe responderla más que con una risotada maquinal; y me hizo tan extraña impresión en los profundos del alma, que tomé la coincidencia como la voz de mi destino que me decía «ahora o nunca».
Los ojos ambarinos de malicioso fuego desconcertaban con su fijo mirar; la boca tenía en sus graciosas alillas el revuelo de una sonrisa eterna: en las mejillas, los codos y los pies, el tono de rosa mostraba la transparencia y el fulgor húmedo de esas conchas que abren los colores de sus entrañas en el profundo misterio del mar.
Mi tío, que presentía un peligro, nos observaba de reojo, y Blanca, ya desconcertada con eso, me incitaba a desistir de mi empresa.
Más que el hecho en sí, aturdió y desconcertó á Morales la posibilidad de que pudiese ocurrir.
Hoy me asombra aquella actividad devoradora, que desconcertaba hasta á los investigadores alemanes, los más laboriosos y pacientes del orbe.
En vez del cansancio y melancolía que en los últimos tiempos reflejaba, observábase ahora un alegre sosiego, una firmeza que tenía desconcertados a todos los asistentes al juicio oral.
Concedámosle al filósofo sensualista todo lo que quiera; dejémosle que arregle á su modo la dependencia respectiva de las sensaciones; todo se le desconcierta desde el momento en que le exigis que no discurra sino con sensaciones puras, por mas que las suponga transformadas.
XXIII Desconcertada para muchos días quedó Abelarda después del largo diálogo aquel con Víctor; pero ponía la infeliz tal arte en evitar que su madre y su tía comprendieran el estado de su ánimo, que lo lograba al fin.
Provincial tímido, con aire azorado y maneras torpes, Juanito entra en la sala, crúzala silencioso y desconcertado entre dos coros de alumnos, se dirige atolondradamente al Director y sin más preámbulo le tiende la mano.
En medio segundo os veis rodeados de coches que andan en torno vuestro como culebras, áun á riesgo de aplastaros, y cuyos automedontes, hablando todos á un tiempo en coro desconcertado é infernal, os ofrecen llevaros al Pausilipo, á Bayas, á Puzzoli, á Castellamare, á Sorrento, á Cúmas, al fin del mundo.
Aquella actitud podía significar muchas cosas, pero yo quise ver en ella tan sólo un acto ingenuo de condescendencia y de bondad que aun me la presentó más adorable y me desconcertó para todo el resto de la velada.
Yo lo desconcierto sin querer.
Sintieron profundamente esta pérdida los contrarios, y con ella, desconcertados del todo sus ejércitos, tomaron cuarteles de invierno muy disgustados, y achacándose mutuamente los capitanes el mal éxito de aquella campaña comenzada con fuerzas tan superiores y con tan favorables auspicios como la batalla de Avein.
Hay muchos actores que, como aquella Agustina de que habla Edmundo Got, se empavorecen y desconciertan ante la hostilidad del público; pero, en cambio, otros, los más esclarecidos, gustan de luchar con él brazo á brazo y de fascinarle con su gesto hasta vencerle y obligarle á juntar las manos para aplaudir.
El piano continuaba lanzando magníficas pero fugitivas armonías, como si obedeciese a una mano distraída, pero maestra: yo me acercaba todo conmovido, trémulo, desconcertado hacia el lugar de donde partía el sonido, y como si aquel sonido hubiera sido el medio de una atracción irresistible.