23 colocaciones para valla

Comieron, dejaron algo para la noche, y después de comer, don Alonso arrancó unas maderas de una valla y logró hacer fuego dentro del cobertizo.

Junto a la entrada de esta valla vio un jinete empequeñecido por la distancia: un hombre y un caballo que parecían salidos de una caja de juguetes.

La hermosa capa, agarrada por varias manos, fue extendida en el borde de la valla como si fuese un pendón, símbolo sagrado de bandería.

Oimos la misa, y vimos salir á los devotos entre vallas y grupos de curiosos.

La perspectiva desciende en una série de amplios escalones desde el techo hasta tocar una especie de alta valla.

Güenas tardes, señó Juan... ¡Vamo a aplaudí la verdá! Vio en primera fila, bajo la maroma de la contrabarrera, un chaquetón plegado en el filo de la valla, cruzados sobre él unos brazos en mangas de camisa y apoyada en las manos una cara ancha, afeitada recientemente, con un sombrero metido hasta las orejas.

Esas avenidas orladas de pequeñas palmeras, con jardines sin valla, formando pendientes de musgo y de flores, por donde se persiguen los héroes de las historias cómicas y pasan automóviles que aplastan á las gentes ó marchan en vertiginoso zigzag, como si estuviesen ebrios, eso es Hollywood.

Sus troncos se tocan, y este camino de 40 kilómetros entre dos vallas de árboles apretados resulta una de las maravillas más interesantes de la tierra.

Estuvieron sentados en el suelo, a los lados de la valla.

A mano izquierda, abríase, entre rotas vallas y ruinosos muros, un callejón, especie de pasadizo, que debía dar al campo.

En el instante de tender Pateta la mirada hacia la valla de la estación,

Entonces es el gran momento de la contemplación: la vista se pierde sin distinguir señal alguna; el camino está por todas partes abierto, sin valla que se interponga; cielo y tierra son uniformes en color y en aspecto; de un lado todo celeste, de otro lado blanquizco, amarillento.

¡Cómo recordaba Maltrana las tortillas de escabeche de los días de fiesta, en medio del campo yermo invadido por los residuos de la ciudad! ¡Cómo los pucheretes con piltrafas de tocino, junto a las vallas de los edificios en construcción!...

Aquel ejemplo de inmensa y serena valentía, produjo un efecto maravilloso; el aire retumbó herido por un millon de aclamaciones, y los gritos de ¡Al-Hhamar le galib! (¡Al-Hhamar el vencedor!) salieron de todas las bocas, al mismo tiempo que por todas las puertas de la valla se precipitaron tropas de jinetes.

Aplaudidos y otorgada la venia por el gobernador o prefecto presidente, empuñaron las arma lusoria; espadas de madera recibidas en premio en varios ejercicios; y con ellas empezaron a ejercitarse cruzándolas en continuos choques: especie de proemio, como cuando los picadores prueban las puyas sobre la valla, al que daban el nombre de præludere, ventilare.

Nuestro sabio espera una buena media hora tocando el tambor sobre las rejas de la valla con las yemas de los dedos.

Vió luego estos ríos Crecer sin vallares, Perdiéndose en mares De leche y de miel: Y en ellos navíos Do van los amores Meciéndose en flores De uno á otro bajel.

Hoy, por volver al mundo, ¡con qué agrado Trabajos y pobreza aborrecida Subieran á sufrir! Lo veda el hado; Cierra el Estigio el paso á sus suspiros Con nueve vallas en oblicuos giros.

Unos caían de espaldas, como talegos repletos, y su cabeza, al encontrar las tablas de la valla, producía un eco lúgubre.

La multitud á que hemos aludido, se ve en cascadas que bajan de la gradería, se sigue en orlas en los asientos de la valla, se arremolina en las glorietas y circula en corrientes deslumbradoras, lujosa, alegre, enamorada, y hasta pudiéramos decir, feliz.

Con excepción de Laborde, Cadaval, Molina y un negro joven que ceñía sable y lucía dos charreteras doradas en los hombros de su chaqueta de paño, los demás se mantenían a respetable distancia del Capitán General Vives, quien a la sazón se hallaba arrimado a un pilar de madera que sostenía el techo de la valla por la parte de fuera de las graderías.

Pasaron por unas calles de suburbio obrero, detrás de los talleres y depósitos de la estación del ferrocarril del Mediodía; luego un camino polvoriento entre vallas de fábricas y solares, y finalmente pedazos de campo, yermos la mayor parte del año, pero que la primavera cubría de verde con su generosidad, que alcanza á los más humildes rincones y arrugas de la tierra.

Iba ésta con la cabeza baja, siguiendo el contorno de la valla, mugiendo como de fastidio por el tormento inútil.

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