20 colocaciones para silbido

Marenval hizo oir una especie de silbido que le servía habitualmente para expresar sus dudas.

La circunstancia de hacer un guiño tan malicioso como grosero a una de las criadas que servían la mesa, al terminar su invitación, despertó contra él una tempestad de silbidos e interrupciones.

Cuando subía a la toldilla, seguido de Old Sam, el contramaestre, que refrendaba las órdenes con los silbidos del pito, se veía a un hombre sabiendo mandar; tenía una gran precisión en sus disposiciones, y su voz áspera de marino, formada de gritar en medio del mar y de las tempestades, parecía hecha para dominar a los hombres y a los elementos.

a matar... Pero los enemigos señalaban al toro sin desistir de sus protestas, y toda la plaza se unía a ellos con una explosión ensordecedora de silbidos.

Unas veces era una explosión de gritos indignados, con acompañamiento de silbidos; otras, miles y miles de voces que proferían palabras ininteligibles.

Después, en las horas de sol, el muchacho se fabricaba un caramillo cortando cañas en los carrizales y soplaba dulcemente, teniendo á sus pies al reptil, que enderezaba parte de su cuerpo y lo contraía como si quisiera danzar al compás de los suaves silbidos.

Todo ese conjunto de manifestaciones de actividad agrada en esa ciudad de estructura semi-feudal y semi-moderna, cuyos habitantes, al eco de los silbidos de las locomotivas en los vapores del lago y en dos ferrocarriles, trabajan con empeño por demoler todas las fortificaciones y reemplazarlas con monumentos, jardines, fábricas, arboledas, muelles y barrios enteros elegantes y pulcros.

El mistral estaba furioso, y el estrépito de sus grandes silbidos me desveló hasta el amanecer.

En León nos recogía La Triste, así apodada por lo callado de su caminar y las lúgubres inflexiones de sus silbidos; yo juro que nunca, ni antes ni después, he conocido otra locomotora que pitase igual.

Tal vez por algún torrente Arrastrada una serpiente De un precipicio á la hondura, Rasga la atmósfera obscura Con un silbido estridente.

Aplaudieron las gentes de la sombra con un entusiasmo de clase, mientras el público del sol prorrumpía en silbidos e improperios.

Estos abandonaron el local, y se suspendió la reunión entre silbidos.

¡Nunca bebas sin que cante tu amiga! ¡Observa que el caballo no bebe sin el ritmo del silbido! ¡Ya leilí! ¡Ya einí! ¡Después halaga á tu amiga, y acaríciala! ¡En seguida lánzate sobre ella y tiéndela! ¡Lo tuyo es grande y lo suyo pequeño!...

Corríamos aquella noche entre Villabona y Tolosa, cuando la máquina empezó a silbar como nunca lo hizo: no lanzaba la serie de silbidos rápidos que pregonan riesgo, sino que pitaba caprichosamente.

» Este mismo temor á los silbidos de los mosqueteros obligó á muchos poetas á llevar sus obras anónimas á la escena, y puesto que, como antes dijimos, la tiranía de este populacho crítico alcanzó su apogeo hacia la mitad del siglo XVII, de aquí también, que, en este mismo tiempo, aumente sobremanera el número de las comedias, que no llevan el nombre del autor.

Mientras Judas volvía la espalda y buscaba otro ejemplar de la hermosa fruta, una voz, como un silbido, gritó al oído de Evelina.

Felizmente y gracias a la intervención de D. Juan María Villavicencio, los que se disponían a obsequiar a Teneyro y Ostolaza no pasaron a vías de hecho; mas con la agudeza de sus silbidos y el mugir de sus insultos fueron dando música a ambos personajes por largo trecho de la calle.

Estos, en vez de obedecer, contestaron su amonestación con silbidos y mueras, y comenzaron á tirar pedradas á los balcones.

Los perros quedan atrás, y no os seguirán por más que intentéis atraerlos con silbidos y exclamaciones cariñosas.

Y rasga los aires una bocina ronca con tres silbidos largos y luego con tres silbidos breves.

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