28 colocaciones para hambrientos

Todo el sarcasmo, todo el furor, toda la codicia, todo el amor desdeñado, todos los amargos celos, toda la envidia que el oro engendra en los corazones de los hambrientos, de los menesterosos y de los descamisados y perdidos, están expresados en aquel himno en prosa.

Si quitares de en medio de ti el yugo, el extender el dedo, y hablar vanidad: 10 Y [si] derramares tu alma al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad [será] como el mediodía; 11 y el SEÑOR te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y engordará tus huesos; y serás como huerta de riego, y como manadero de aguas, cuyas aguas nunca faltan.

Tenían aspecto de hambrientos; pero ocultaban su palidez bajo el colorete y toda clase de afeites, y ostentaban sus más ricas vestiduras, como si quisieran consolarse de las privaciones con la pompa de un lujo inútil.

Comía con avidez de hambriento, pero sus ojos iban hacia Eyoub, que se perdía en el fondo del Cuerno de Oro, con sus cristales inflamados por la agonía del sol; hacia Eyoub, al que le atraía el instinto, y en el que no podía desembarcar.

En el camino hemos encontrado á mi esposa, su hermana y toda una caterva de viles cómplices; traían con ellos á un tal Pinch, un perdido, de cara flaca y aire de hambriento, un esqueleto descarnado, un charlatán, decidor de buena aventura, escamoteador remendado, un miserable necesitado, de ojos hundidos y mirada maliciosa, una momia ambulante.

Era un centauro rudo, orgulloso de su fuerza, que buscaba el combate, se embriagaba en él y gozaba desafiando la cólera del hambriento, para domeñarle como a los potros salvajes en el herradero.

Cuando estoy un día sin verte, no puedo hallar la paz en ningún sitio; cuando te veo, eres para como la comida para el hambriento... Cuando me sonríes o me saludas en la calle, ardo como pólvora... Cuando me hablas, mi rostro se enrojece, pierdo la voz y se apaga súbitamente mi gran deseo....

Hay siempre en el corazón humano fibras indómitas á prueba de virtudes, y raro es el bollo regalado que no produce un coscorrón al hambriento.

Sería una alarma más de las muchas inventadas por la desesperación de los hambrientos.

El presuntuoso monarca zutujil contestó al requerimiento del quiché, que él solo y sin ayuda, se daría traza de defender sus dominios de menos hambrientos y más numerosos ejércitos que aquel de los extranjeros que marchaba contra Utatlán.

Nuestra hija perderia el más brillante porvenir, y tendria que resignarse á ser esposa de un hambriento como Juanito, si es que alguno queria casarse con ella.

Por su parte, Nicolás, avaro de la chiquilla, con la gula de un hambriento, no pensaba más que en el gozo de verla, ni parecía enterarse de que ya era una mujer y que él mismo le había despertado la sensibilidad y la imaginación con lecturas románticas y lecciones poéticas.

Era dolor, tristezas y tormentos, El ver poblar las horcas de hambrientos.

Vencieron la huelga de los hambrientos y no contaban con el hambre vengativa del mar.

¡Que le tuviesen entretenido mucho tiempo! ¡Que no volviese en un año! Conocía a Salvatierra, y estaba seguro de que, permaneciendo en Jerez, no tardaría mucho en estallar la insurrección de los hambrientos, seguida de una represión cruel y del presidio para don Fernando, tal vez por toda su vida.

Ahora, era una invasión de vagabundos hambrientos, que aumentaba cada día.

Y por eso, una noche de soledad y de supremo aburrimiento, Martina oyó embelesada las palabras de Pedro, el fogonero que acompañaba á Juan en sus viajes, y que siempre, al pasar, la arrojaba desde el tamdem una mirada de hambriento deseo.

El hombre que no había tenido una palabra, un gesto de atención para , que se había mostrado hasta soberbio en medio de su desnudez, tenía un acto de generosidad y un movimiento de compasión para un hambriento y ese hambriento era un perro.

Cada vez que llegaba con palidez de hambriento, buscando los almuerzos y las meriendas del Mosco, experimentaba ella una alegría.

Además, éste tenía mujer, tenía hijos, que verían con malos ojos la intrusión de una pareja de hambrientos.

La esperanza revolotea ante ellos, deslumbrándoles con el reflejo de sus escamas de oro, manteniéndoles en la miserable pasividad del hambriento que espera y confía sin saber ciertamente por donde llegarán la gloria y la riqueza.

¡Firme con ellos, y cuidado con dejarse seducir por esa patulea de hambrientos!

Dejen, pues, las almas pías ese rincón de El Mensajero para esos pobres hambrientos, a quienes hay que alimentar por sorpresa con la santa doctrina de Cristo; que muy superior a la caridad que consiste en dar es la que consiste en comprender y soportar las humanas flaquezas.

Y todo lo demás que vino después, la empresa teatral..., la fábrica..., los banquetes, las jiras, los saraos..., los préstamos a esos hambrientos y chupones..., por culpa mía, por mi pasión..., que ya se extinguía, por miedo a echar cuentas, por miedo de que se descubriese mi adulterio; , adulterio, así se llama... yo lo toleré... lo procuré todo....

Pues para el pueblo no es más que la protesta de los hambrientos y de los exaltados.

28 colocaciones para  hambrientos