60 oraciones de ejemplo con arrobo

Yo asistía a los oficios con emoción, aunque sin subir al deliquio ni al arrobo; ellos estaban como los perros en misa.

Las monjas que las vigilaban permitían aquella infracción a la regla, porque ellas tampoco podían resistir, y cerrando dulcemente sus ojos y arrullándose en un plácido arrobo, conservaban en las facciones, como una careta, el mohín de la maestra, cuya obligación es mantener la disciplina.

Doña Luz no era una soñadora mística; distaba infinito de vivir en continuo arrobo; veía, comprendía y apreciaba cuanto ocurría en torno de ella en el mundo real; pero los lances y sucesos de Villafría la interesaban menos, aunque los veía de cerca, que los lances y sucesos que las historias y novelas relataban, que la poesía acertaba a presentarle o que ella misma fantaseaba en ocasiones.

Ella parecía escucharme con arrobo, sin atenderme, atenta sólo a la armonía de la voz como atenta estaba a las notas de la orquesta de tzíganes, al rumor de los pájaros en el bosquecillo de palmeras o al lejano murmullo del mar.

Ella, a su vez, caída sobre el pecho del varón, abandonábase en un arrobo sensual, con un deseo loco de que la tomara allí mismo, de que la macerase, la anonadase en una caricia de macho fuerte y vencedor.

Provenía éste principalmente de sus grandes ojos negros expresivos: el alma se asomaba a ellos reflejando las más leves y fugaces emociones; ora ardían con fuego malicioso revelando la pasión recóndita, insaciable, ora se aquietaban extáticos, límpidos, en arrobo místico; ahora brillaban alegres y bulliciosos, enseguida melancólicos, tan pronto secos como húmedos, tan pronto tiernos como iracundos.

El misticismo algo panteísta que llenaba y colmaba su espíritu, rebosaba y trascendía a lo exterior convertido en hondo sentimiento de la naturaleza y en arrobo contemplativo y extático de las remotas estrellas del cielo y de las flores y plantas del intrincado y frondoso bosque que casi rodeaba el castillo.

II Miraba el globo tranquilo El niño, con dulce arrobo, Cuando, rompiéndose el hilo, Remontóse al cielo el globo, Cual si en él buscara asilo.

El adolescente tampoco ganaba: Visto con espacio, parecióme misterioso y extraño: Era gigantesco, de ojos azules y rubio ceño, de mejillas bermejas y frente muy blanca: Peinábase como los antiguos nazarenos, y al mirar entornaba los párpados con arrobo casi místico.

La está contemplando él con arrobo y angustia, cada vez más inquieto de verla sola y amarga, sin aliño ni rumbo, orando como una penitente.

Fatigadas de tanto trabajo, se habían sentado en tres sillas preparadas al objeto por el sacristán, y contemplaban en silencio su obra, pudiéndose observar en el semblante de dos de ellas la satisfacción y arrobo del artista vencedor, mientras la de Amarillo, frunciendo la dorada piel de la frente, demostraba hallarse ocupada por otros pensamientos.

Fatigadas de tanto trabajo, se habían sentado en tres sillas preparadas al objeto por el sacristán, y contemplaban en silencio su obra, pudiéndose observar en el semblante de dos de ellas la satisfacción y arrobo del artista vencedor, mientras la de Amarillo, frunciendo la dorada piel de la frente, demostraba hallarse ocupada por otros pensamientos.

(Saca el puñal, lo besa y lo contempla con arrobo.

Examinó con arrobo la mórbida finura del carpo; las líneas caprichosas que las venas azules trazaban bajo la blancura de la piel; los hoyuelos que embellecían la primera falange de los dedos; dedos de bailarina, alhajados ostentosamente, y que concluían en uñas triangulares y rosadas.

¡Qué lista debe de ser!—alude la maestruca mirándola con arrobo.

En cuanto a Luis y al vaquero, no podían experimentar dicha mayor que la de encontrarse al lado de aquellas hermosas y sencillas jóvenes; les embriagaba el fuego de sus miradas; escuchaban con arrobo la suave música de su voz, y no pensaban sino en gozar lo más posible de la grata ventura que les deparaba a tan poca costa el destino.

Y languidezco, y á veces, un desvanecimiento, un arrobo, me sorprenden en medio de la ansiosa espera.

Sequeros se mostraba atribuladísimo, extremaba sus narraciones milagrosas, quedábase algunos momentos como en arrobo, llevaba la mano al pecho y compungía el rostro, dando á entender horribles dolores y amarguras; suspiraba sonoramente cuando menos se pensase, á lo mejor en el silencio de los estudios, por que no pasase inadvertida su cuita.

Conforme pasaban los días, Fina vió, con gran contento, que su novio humanizaba cada vez más sus sentimientos, trocando y concretando lo que era ocasión de éxtasis y arrobo en bienes deseables y asequibles.

No poneros tontitos ahora y un instante tan sólo dejad el arrobo, el cariño y los mimos y este hizno al amor escuchad.

Es sentimiento sin nombre, arrobo indefinible, recuerdo confuso de allá de la infancia, cuando su madre vivía y le llevaba en sus brazos.

Basta para ello un éxtasis, un arrobo ó la traslación real á medio más dichoso, donde el correr del tiempo es más raudo.

Los libros, eso , daban sustancia a la biblioteca, cuyo balcón la gustaba más que los otros, precisamente por eso, porque los libros mejoraban el arrobo de la habitación, su resguardo.

Palmyra sonrió, aunque estaba asustada e indecisa, ante aquella visita que amenazaba con ser muy larga... No sabía hasta cuando... Quizá hasta cuando volviese aparecer de nuevo en lontananza un barco con la ruta del que había dejado irse... ¿Y qué es usted?preguntó Palmyra sacándole de su arrobo.

pero... No hay sino parar atención en el número de palabras que existen en nuestro idioma para expresar el arrobo, éxtasis, transporte, embebecimiento y cien otros estados místicos, y la muchedumbre de bailes que hemos inventado: fandango, garrotín, bolero, cachucha, zapateado, vito, olé, panaderos, qué se yo.

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