207 Verbos a usar para la palabra entrañas

La primera vez que entró a verle fué una tarde en que el enfermo se estuvo desgañitando en un clamor de angustia: «¡Agua..., agua!», como si tuviera las entrañas adurentes y en el pecho lamentable un volcán enceso.

Es una como rabia canina que abrasa las entrañas, especialmente a los que arrastran holapandas.

El escesivo frio que reina constantemente en aquel parage, y la aridez de las montañas, no dan lugar á ninguno especie de cultivo, así es que la única industria de sus habitantes consiste en saber descubrir y arrancar de las entrañas de la tierra el preciado mineral.

La sed, una sed infernal, le desgarraba las entrañas, le oprimía la garganta y hacía arder su boca.

Describía la higuera, de hojas puntiagudas como manos abiertas, cuyo tronco rugoso y gris parece forrado con piel de elefante, y que en las mañanas de sol deja caer de rama en rama un fruto que, al aplastarse en el suelo, abre sus entrañas rojas y granuladas.

Algunos días le acompañé en el oficio, y le aprendí de manera, que no daría ventaja en echar las bulas al que más presumiese en ello; pero habiéndome un día aficionado más al dinero de las bulas que a las mismas bulas, me abracé con un talego, y di conmigo y con él en Madrid, donde, con las comodidades que allí de ordinario se ofrecen, en pocos días saqué las entrañas al talego, y le dejé con más dobleces que pañizuelo de desposado.

Quemados los muslos, probaron las entrañas; y descuartizando lo demás, atravesáronlo con pinchos, lo asaron cuidadosamente y lo retiraron del fuego.

San Martín se retempla y prolonga en él sus días por la resignación magnánima y la digna espera en la justicia futura; mientras que Bolívar, a semejanza del gran desventurado de la fábula, se deja devorar las entrañas por el buitre de la desesperación.

Sentían, mezclada á su dolor, la profundísima lástima que inspira la agonía de un niño, y no comprendían que ninguna pena superase á aquélla que destrozaba sus entrañas.

En aquel momento todos los celajes del ocaso se rasgaban brotando luz de sus entrañas para formar una aureola a la Madre de Dios, que tenía en aquella cima su templo.

Estos feroces animales, sentados sobre témpanos de hielo, con el puntiagudo hocico entre las patas y el hambre mordiendo las entrañas, se llamaban unos a otros del Grosmann al Donon, con gemidos semejantes a los del viento.

El Laoconte ceñido y oprimido por las serpientes está mil veces más lejos de lo real que la figura de cera representando a Catón con las sangrientas manos metidas en el desgarrado vientre y arrancándose las entrañas.

Aresti, ante este desgarrón de la corteza terrestre que mostraba al aire sus entrañas, recordaba las formas y colores de las piezas anatómicas reproducidas en sus libros de estudio.

Apénas hemos resuelto un problema, cuando surgen de sus entrañas mil problemas diversos.

Carbón arrancado a las entrañas de la tierra y convertido en torrentes de claridad; cristales fundidos por aquel horno que secó su garganta; hierros forjados al fuego en que se abrasó los dedos; sedas teñidas en aquellas substancias que le envenenaron los pulmones; todo, ¡todo! había contribuido a formarlo, y nada, ¡nada! era para él.

Ni yo quiero tener el que he tenido; Que quien tiene mujer que le da celos, Mejor dirá que tiene sobre el pecho Un águila que come sus entrañas, Un monte grave y una eterna pena.

¡Qué hombres estos! Todavía quieres más, y estás derribando una manzana de casas viejas para hacer casas domingueras y sacarles las entrañas a los pobres.

Entretanto, la mandioca del año anterior comenzaba a concluirse, las últimas espigas de maíz rodaron por el suelo, blancas y sin un grano, y el hambre, ya dura para los tres perros nacidos con ella, royó las entrañas de Yaguaí.

Vió una serpiente alada vomitando chispas y humo, una especie de monstruo wagneriano que al aplastarse contra el suelo abría sus entrañas, esparciendo miles de culebrillas ígneas que lo cubrían todo con sus mortales retorcimientos...

Más allá, filas de sacos mostrando por sus abiertas bocas las patatas de Aragón, de barnizada piel, y tras ellos los churros, cohibidos y humildes, esperando quien les compre la cosecha, arrancada a una tierra ingrata en fuerza de arañar todo un año sus entrañas sin jugo.

Nuestro admirable y dulce poeta Manuel Paso también se suicidó abrasándose las entrañas y el cerebro en un océano siniestro de aguardiente.

El vistoso jinete hacía trotar al jaco, que arrastraba por la arena sus entrañas, cada vez más largas y pesadas con la agitación del movimiento.

¡No, mil veces no! Los ricos no son dueños de su dinero, el dinero no es suyo, para dilapidarlo, como nadie es dueño de un cuchillo para asesinar, ni del entendimiento para argumentar falsamente, ni de la fuerza para oprimir al débil, ni de la avaricia para dejar secas las entrañas del pobre.

En ocasiones como aquella había que demostrar la entraña de valiente.

17 Mas el que tuviere bienes de este mundo, y viere á su hermano tener necesidad, y le cerrare sus entrañas, ¿cómo está el amor de Dios en él? 18 Hijitos mios, no amemos de palabra, ni de lengua; sino de obra y en verdad: 19 Y en esto conocemos que somos de la verdad, y tenemos nuestros corazones certificados delante de él.

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