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En el Casino se sentaba a su lado, tenía la paciencia de verle jugar al dominó o al ajedrez, y terminada la partida le cogía del brazo, y, como solía llover, paseaban por el salón largo, el de baile, obscuro, triste, resonante bajo las pisadas de las cinco o seis parejas que lo medían de arriba abajo a grandes pasos, que tenían por el furor de los tacones, algo de protesta contra el mal tiempo.

Otra buena partida para su haber será el culto á la austeridad, de que empiezan ya á dar claras muestras.

Ganas tuve hasta de insultarla, cuando me dijo ceceando, con los ojos llenos de lágrimas, en su lenguaje indeterminado á veces, que mi partida era para ella un desgarramiento, que me iba á echar mucho de menos y le parecería estar completamente sola, como muerta, en el pueblo, pero que, como se trataba de mi bien, se consolaba pensando en volverme á ver hecho un personaje.

La partida, el domingo al amanecer, fué casi una espedición triunfal.

Con que son exactas estas partidas.

Y ahora, lo veía llegar como un alivio, y su partida era una fuga, de aquellos lugares en que se había encendido la primera ilusión de su vida.

024:019 ¡Pobres de aquellas que tengan niños o que este amamantando en esos días! 024:020 Recen para que su partida no sea en invierno, ni en día sabático, 024:021 pues entonces habrá gran opresión, como no la ha habido desde el comienzo del mundo hasta ahora, y como nunca habrá.

Esta partida me la juego yo solo.

-VIII- De acuerdo con lo ya expuesto, el previsor y hábil Tiburcio lo preparó todo de la manera más conveniente, para que la partida de Morsamor no fuese con lágrimas humillantes y amargas, como nacidas de desdenes, sino con alegría, y hasta con cierto estrépito y alborozo según a un héroe y futuro conquistador correspondía y cuadraba.

La expresada partida llegò á mi campo à las doce de la noche, trayendo dos cautivas, madre è hija; dejando otra muerta, por haberse querido huir al pillarla, y parecerle à la gente de lejos ser hombre que pudiese dar aviso en las tolderias.

Tobías se rascó la nuca, ensilló de nuevo los caballos y pronto la partida estaba en marcha.

Esta partida podía ser el núcleo de otra mayor.

Las partidas y los partidarios fueron siempre populares, circunstancia funesta que procedía de la guerra de la Independencia, una de esas cosas buenas que han sido origen de infinitas cosas detestables.

La partida de bautismo del gran navegante, cuya autenticidad es ya incontestable, prueba que nació en Calvi, de una familia corsa, cuando los presidios de esta ciudad se hallaban bajo la dominación genovesa.

Estoy convencida de que no volveré a hallar jamás hombre tan guapo como y que me pete tanto, aunque, como el Infante don Pedro de Portugal, recorra yo en su busca las siete partidas del mundo.

Ahora que la construcción está bastante avanzada para que se pueda comenzar la cúpula, mi partida de Roma sería la ruina de la obra, una gran afrenta para , y para mi alma un gran pecado.

Desgraciadamente no fué solo el toro el que pagó las consecuencias de la violenta acometida; la cigüeña también se había destrozado, y todos sus pasajeros hubieron de descender de ella internándose en la manigua, pues debían buscar una posición que estuviera en condiciones de poderse defender, caso de que alguna partida tratara de atacarles.

Yo creo que el partido exaltado no es el único autor de estos desórdenes.

El partido sería a cesta y a diez juegos.

Un partido es una colectividad cuya primer condición de vida es la obediencia.

Quizás habría llegado demasiado lejos la reacción, si un flechazo partido del bien templado arco de su madre no la contuviera.

Partido Pedro de Alvarado para Cuba, Grijalva, con los tres navíos, fuese la costa abajo, descubriendo por ella muchas leguas, y llegó hasta cerca de la provincia de Panuco, y visto que toda era una tierra, y estimaban ser tierra firme, acordaron tornarse por el camino donde habia venido, y enderezar su viaje para la isla de Cuba á dar cuenta á Diego Velazquez de la prosperidad de su descubrimiento y camino.

Todos aquellos caballeros tovieron por bien aquello que don Cuadragante respondió, e con mucho esfuerzo otorgaron que desta demanda nunca serían partidos fasta que Oriana en su libertad e señoríos restituída fuese, siendo cierta y segura de los haber, si ella más que su padre e madre la vida poseyese.

No puede ser de otra manera: los partidos beligerantes son como empresas mercantiles, con sus ramificaciones perfectas hasta las últimas aldeas; ahí está la intriga, la corrupcion; ahí se apuran hasta los últimos términos la influencia y el soborno; pero esto afecta poco el modo de ser social, que sigue el rumbo de los grandes intereses de aquella sociedad.

Todo lo demás es transitorio, intermediario y de poco momento; el partido federal de las ciudades era un eslabón que se ligaba al partido bárbaro de las campañas.

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