28 Adjetivos para describir patos

¡Una vida! Tenían que pasar primaveras, veranos e inviernos en aquella cárcel flotante, siempre a la vista de un mar gris, de unos pantanos llenos de fango, sin más comunicación con el mundo exterior que el ruido de las olas y el grito áspero de las gaviotas y de los patos salvajes.

Este pais no está habitado ni cultivado por indios ni españoles, pero abunda en ganados, caballos silvestres, venados, avestruces, armadillos, gamos, patos silvestres ó ànades, y otra caza.

En maragatería, cerceta, pato silvestre.

El héroe de la fiesta lucía un suntuoso manto, que era llevado graciosamente del pico por un pato blanco que, según dicen, cometió mil incorrecciones y acabó por tragarse un anillo de oro y brillantes que dejó caer una de las más espirituales falderas asistentes á la reunión.

Además el interior y las costas de todas las zonas se hallan pobladas de variedad de perdices, buhos, ocas, ánades, piches, sarapicos, chorlitos, becacinas, patos reales, garzas, gaviotas, palomas torcaces, perdices, jilgueros, gorriones, golondrinas, ruiseñores, chirotes, etc.

Para ayudar á este engaño, en torno del puesto flotaban los bots: unas cuantas docenas de patos y fúlicas esculpidos en corcho que, con las ondulaciones del lago, movíanse á flor de agua.

En su devoradora visión aparecían los lechoncillos rellenos corriendo a su alrededor con una manzana en el hocico; los pichones voluptuosamente acostados en apetitoso pastel y arrebozados en su dorada corteza; los gansos nadando en su propia salsa; y los patos agradablemente instalados por parejas en las fuentes, como amorosos cónyuges, con una decente provisión de salsa de cebollas.

Las vacas tamberas se aproximaban solas a sus palenques desoyendo los reclamos temblorosos de sus crías embozaladas y mientras todo despertaba a la tarea diurna en aquel breve trecho, cruzaba el espacio una bandada de patos laguneros, rumbo a la luz, dejando caer desde lo alto gritos que parecían decir como el del cuervo de Poé: «¡ja... más!...

¿Cuáles son los deportes de la gente de los campos? Las carreras de caballos, las cuales han estimulado mucho la mejora del ganado equino; la corrida de la sortija; el pato: juego en el cual varios ginetes se persiguen para arrebatar de las manos de uno de ellos un pato muerto o un objeto que represente este animal.

Con la primera luz del alba, parecía que los trebolares y los pantanos soltaban alcahazadas de volátiles: patos multicolores, perdices de huevos verdes o morados, caranchos y chimangos cazadores; y sobre todo, los ñandús de cuello viperino, cuyas nidadas prometían homéricas comilonas.

Encuéntranse en los parages ménos hondos las garzas azules y blancas, los jabirus, etc., y en todos los otros puntos bandadas de patos tan numerosas, que forman una inmensa nube cuando levantan el vuelo.

" IV HUMORISMOS Y FILOSOFIAS TEDIO Triste cosa es hallarse obligado a trabajar, y no ser como este pato del lago que estoy mirando, mientras escribo, paradito en una pata, de ocioso, calentándose al sol, al sol que es la esterlina y la estufa de los que no trabajan.

Centenares de rosados flamencos, de blancos cisnes y gansos, de pardos patos y gallaretas, se deslizaban mansamente sobre la líquida superficie.

Nada más divertido que descubrir bajo el polvo de veinte siglos jardinillos semejantes a los de los Inválidos, con su surtidor microscópico, los pequeños patos de mármol y la estatuíta de Apolo en el centro.

Hallamos árboles grandes de sauces secos que habian traido las corrientes del rio: en tierra hallamos plantas como las del puerto de San José, apio, llanten y otras: patos, chorlitos, perdices é infinitos lobos, de admirable tamaño.

Después de haber descripto el pato primitivo, creí que el cuadro no quedaría completo, sino presentaba al mismo tiempo una pintura del modo de jugarlo por medio del lazo, y tal es el objeto de la lucha que tiene lugar entre Obando y Zamora.

Manos de cerdo rellenas, chuletas azucaradas, patos salados y prensados, que saben a jamón, faisanes que en Shang-hai valen a dos reales pieza, corzo y pescados ahumados.

¡Cuándo se ha visto, Señor, que los pueblos se llamen como las óperas! Entró de lleno en la onda de sus negocios, como pato sediento que vuelve á la charca; pero hallándose aún ausentes muchas personas del elemento oficial y del elemento particular, no encontró la ocupación plena que hubiera deseado.

Media hora después Frígilis tomaba el desquite matando un soberbio pato marino.

La plegaria italiana, sin ser cosa notable ni muy original, era música buena para aficionados, música de sentimiento, lenta, suave, nada complicada, de un patos muy tolerable y sugestivo.

Al desembocar en el campo la alegre multitud, huyeron espantadas unas cuantas gallinas y algunos borregos sucios y torpes patos, que correteaban por allí, y eran los únicos pobladores del mezquino oasis, limitado de una parte por la vetusta tapia, de otra por cobertizos atestados de fardos de vena, y de otra por el taller de cigarros peninsulares, aislado del edificio de la Granera.

Sobre el rumor del gentío, que encerrado y oprimido en tan estrecho espacio tenía bramidos de amor tempestuoso, destacábase el agudo chillido de la aterrada gallina, el arrullo del palomo, el trompeteo insolente del gallo, matón de roja montera, agresivo y jactancioso, y el monótono y discordante quejido del triste pato, que, vulgar hasta en su muerte, sólo conseguía atraerse la atención de los compradores pobres.

Un troncho de dulce seco, un poco de pan y otro de queso, formaban nuestro avío, que el gringo Burela sustentaba en la punta de un palo, colgado de una bolsa; esto sin olvidar la sal y los fósforos para comernos los patos asados a la caucana.

Al oír el pato verificóse un movimiento de reacción en los viajeros que les hizo incorporarse; pero convencidos de que eran víctimas de una ilusión, todos ahogaron un suspiro y volvieron a dejarse caer.

Entre los hípicos, el pato, consistente en la disputa por una pelota de cuero con dos manijas, que bandos rivales dirimían a caballo, arrancándose alternativamente, aquel chisme, mientras corrían los campos hasta dejar triunfantes los colores prendidos a sus chaquetas por las mozas en sendos moños azules y carmesíes.

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