155 colocaciones para ondas

Si todos estos escombros caen por casualidad sobre la frágil embarcacion, la hacen desaparecer completamente; pero cuando esto no suceda, bastarian para hacerla zozobrar las olas de proyeccion, que tales derrumbamientos exitan en el seno de las ondas.

El mar, con sus olas cambiantes como sus ojos de usted, y de voz grave como la suya, meciendo mi dolor al ritmo de sus ondas me ha dicho «Esperanza».

Los Bolivianos blancos que viajan en la provincia van en canoas hechas de un solo tronco ahuecado: estas embarcaciones que tienen generalmente de nueve á doce varas de largo, sobre una ó dos de ancho, son muy bajas de bordo en el medio y rara vez, estando cargadas, sobrepasan de dos ó tres pulgadas á la superficie de las ondas; por manera que al menor choque contra algun árbol flotante, entra en ellas el agua con abundancia.

En mar sin playas onda sonante, En el vacio cometa errante, Largo lamento Del ronco viento, Ansia perpetua de algo mejor, Eso soy yo.

Aquí una de ellas, blanca como el vellón de un cordero, sacaba su cabeza rubia entre las verdes y flotantes hojas de una planta acuática, de la cual parecía una flor á medio abrir, cuyo flexible tallo más bien se adivinaba que se veía temblar debajo de los infinites círculos de luz de las ondas.

El barco va, en su vuelo, con levedad ingrávida de pluma, envuelto en telas diáfanas y blondas, y bordando en la seda de las ondas arabescos de espuma.

Sus cabellos rubios, donde brillaban muchas hebras de plata, estaban peinados formando un número considerable de ondas o rizos pegados a la frente con goma.

¡Oh arroyuelo! ¡Oh loco y fastidioso arroyuelo!exclamó Perla después de prestar oído un rato á sus murmullos.¿Por qué estás tan triste? ¡Cobra ánimo y no estés todo el tiempo suspirando y murmurando! Pero el arroyuelo, en el curso de su existencia entre los árboles de la selva, había pasado por una experiencia tan solemne que no podía menos sino expresarla con el rumor de sus ondas, y parecía que no tenía otra cosa que decir.

Cuanto más alto es el sonido, más se aleja de su semejanza con el viento y más disminuye la longitud de su onda; pero si ha de considerársela como fuerza intermolecular, ella es enorme todavía en los sonidos más altos de los instrumentos; pues el del piano con el do séptimo, que corresponde á un máximum de 4200 vibraciones por segundo, tiene una onda de tres pulgadas.

Al frente, en medio de las dos vigorosas líneas del marco, se ve el puente del ferrocarril casi saliendo de la negra boca del túnel, y debajo un enjambre de rocas desiguales y revueltas que comienzan el raudal, dislocan el movimiento de las ondas, se estrechan en un espacio de 100 metros y terminan en tres grandes peñascos de formas destrozadas y salpicados de matorrales, que forman una barrera de 15 á 20 metros de altura.

Si el período de vibración de una onda coincide con el período de vibración de los átomos que componen un cuerpo, los dos movimientos se acumulan, y el cuerpo absorbe aquella onda, o, lo que es igual, resulta opaco para ella.

Pero, con gozo, vino a convencerse de que el ambulario mozo se había sumido de nuevo en la aventura de su vida errante, sin dejar en el camino otra huella que la que deja un ave en el espacio con sus alas, o en el mar una onda con sus espumas....

Lo delicioso del lugar, las frescas brisas del Pacífico cuyas espumas llegaban á nuestros pies, y la armonía de la música que se mezclaba con el eterno y acompasado murmullo de las ondas, nos retuvo más tiempo del que debíamos.

A te venir como en locura Desparcido el cabello de tus ondas De espuma en el vaiven, como cercada De invisibles espíritus, llegando De abismos ignorados y clamando En acentos humanos que morian Y el grito y el sollozo confundian.

En fin, hácia las márgenes se ven donde quiera graciosísimas aldeas, unas trepadas como centinelas del lago sobre el recuesto de alguna loma, otras sobre la ribera misma, adormecidas á los suspiros de las ondas, á la sombra de algun peñasco enorme, en el fondo de un puertecito en miniatura donde se balancean suavemente algunos barquichuelos toldados con telas de color azul.

Pasa una magnífica nave por las ondas del océano, abre un sulco, inmediatamente se avanzan nuevas olas y borran la huella; por eso gritan eternamente al rededor de un buque, se impacientan al sentirle, pero inmediatamente que pasa se lanzan á borrar sus trazas.

Golpeando en la orilla, cada onda de agua se propaga en sentido inverso cruzando las olitas que la siguen; otras series de pliegues producidos por la caída de un nuevo grano de arena ó por un estremecimiento de la onda, se confunden con las primeras y una multitud de líneas, propagándose en todas direcciones, suben y bajan como las mallas de una red cuya trama sólo la mirada hábil puede distinguir.

Creía que en el fondo de las ondas del río, entre los musgos de la fuente y sobre los vapores del lago, vivían unas mujeres misteriosas, hadas, sílfides ú ondinas, que exhalaban lamentos y suspiros, ó cantaban y se reían en el monótono rumor del agua, rumor que oía en silencio intentando traducirlo.

Pues bien: yo he oído contar de otros dos penitentes que se encontraron una vez en un frondoso bosque, desierto y florido, por donde corría un río de claras ondas.

Sonrióme la amada, y floreció en el alma la ilusión que se ha ido, y tuve sueños plácidos de corderos que triscan camino del aprisco, de soles que agonizan tras montañas azules, de cristalinos ríos que arrastran hojas secas sobre sus ondas suaves como bucles de niño.

A Sagrario y a Leticia las temía de lumbre; y cada vez que una de ellas sentaba a Luz sobre sus rodillas para besarla, resonaban los besos en sus oídos como el chapoteo de las ondas cenagosas, y hasta veía la tersa y pura frente de la niña salpicada del fango de la charca.

Los viajeros, enardecidos por la velocidad, excitados por el peligro que ofrecía la embarcación arrastrando una de sus bordas á ras del lago, saludaban á gritos á las otras barcas que pasaban á lo lejos y extendían su mano para recibir el choque de las ondas conmovidas por la rápida marcha.

Nos conducian dos guias que, con el auxilio de hachas y picos, iban practicando en el hielo pequeñas hendeduras que nos servian de escalones para trepar hasta la cima de alguna onda ó colina.

Los cisnes de la rivera Que visten plumas de nieve, Meciéndose en la onda leve Siguen tu traza lijera Por las ondas de cristal! Eres la verde guirnalda De la cabaña pajiza, Que vas marchando de prisa Con el pasado á tu espalda Y á tu frente el porvenir.

Frente á la proa fué surgiendo una ciudad entre las ondas albuminosas de la bruma.

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