32 Adverbios para describir cómo gastar

Hombres de diversos países trabajaban en las salitreras, y casi todos ellos vivían sin familia, pudiendo gastar alegremente sus considerables jornales.

Todo eso seria, á mi ver, gastar inútilmente, sin que yo entienda la ventaja de tal disposicion.

En toda la barraca no había mas que un objeto nuevo: la luenga caña que el maestro tenía detrás de la puerta, y que renovaba cada dos días en el cañaveral vecino, siendo una felicidad que el género resultase tan barato, pues se gastaba rápidamente sobre las duras y esquiladas testas de aquellos pequeños salvajes.

El marido era bizco, de escasa talla, cetrino, de ruda y alborotada cabellera; gastaba ordinariamente una elástica verde remendada y unos pantalones pardos, rígidos, indomables ya por los remiendos y la mugre.

Por acá no se gasta otru en lo más del añume respondió saltando con la agilidad de un bailarín por encima de un jaral que le cortaba la línea recta que iba siguiendo.

Interesante grupo formaban los dos, el uno come que come, y el otro piensa que piensa, soñando de otra manera que Felipe y gastando anticipadamente la vida de los días sucesivos; lanzando su espíritu al porvenir, sus sentidos á las emociones esperadas, empeñando su voluntad en grande lides y altísimos propósitos.

Estas naturalezas artísticas pero frias, no se gastan jamás y producen siempre, y á ellas corresponden Voltaire y Goethe, que debieron á esta circunstancia el poder alcanzar una ancianidad serena.

El pobrete no sabía otra cosa que aguar el vino, vender gato por liebre y ganar en su comercio muy buenos cuartos, que su bellaca mujer se encargaba de gastar bonitamente en cintajos y faralares, no para más encariñar a su cónyuge, sino para engatusar a los oficiales de los regimientos del rey.

Pero aun sin tamaños cataclismos, nuestra tierra irá perdiendo la fuerza que la hace girar en torno del sol; pues como no va por el vacío, y como el éter le opone alguna resistencia, su fuerza centrífuga se gasta.

¡Hipócrita... comediante! Si no gasta ni el décimo de lo que gana—contestó la autócrata con brío.

Más de treinta mil pesos gasta diariamente el establecimiento, solo para procurarse noticias de todo el mundo relativas al algodon.

* * * * * Todo el mundo sabe quién fué el rey Milano, el gordo calaverón que hacía el monarca sin trono en París, gastando estúpidamente el dinero del pueblo serbio, el tunante de bar y círculo, equívoco jugador, innoble bebedor, que pagaba á 180 francos la botella de vinos malos y andaba de conquistador entre pelanduscas y suripantas, gozosas de morganáticos afectos.

FORD.Soy un caballero que ha gastado excesivamente.

Aunque mirándolo bien, ¿qué conocimiento, ó qué prendas de amistad ó amor habian precedido entre aquella mujer y yo para que tan fácilmente gastase conmigo su hacienda, y para que yo me persuadiese á que habia sencillez en aquel trato?

Felizmente la parte mejor del socialismo se gastaba en humo, en discursos como los de M. Jaurés...

973 Siempre hablan de lo que cuesta; que allá se gasta un platal: ¡pues yo no he visto ni un rial en lo que duró la fiesta! 974 Es servicio estrordinario bajo el jusil y la vara, sin que sepamos qué cara le ha dao Dios al comisario.

Las compañias de tres pueblos altercaban, que solo los Miguelistas habian llegado á hablar con los Portugueses; que solo ellos tenian las conferencias entre ; y los Portugueses, que ultimamente se gastaba el tiempo, y no se echaba ó obligaba al enemigo á retirarse, con otras mil cosas de que se quejaban: y por tanto se disponian á volverse, para quedarse en sus pueblos.

Estos gastaba yo largamente en cosas del convento; y así era señora de él, sin que se hiciese en todo más que mi gusto.

No habéis oído hace un momento a M. de Larnac que se atrevía a reprocharles que gastaban locamente su dinero?

Si ellos van á prodigar con otras el amor que es nuestro, ó nos encierran en casa por ridículos celos, ó nos golpean, ó gastan malamente nuestra hacienda, ¿no hemos de enfurecernos

Las cartas están escritas a vuela-pluma, a veces al final de ellas dice a su correspondiente: «Si faltaren letras, póngalas»; la relación de su Vida, ella misma nos lo advierte, no le costó más cuidado ni tiempo que el que gastó materialmente en escribirla; así que por todas partes se ve el desaliño y la frescura de la palabra hablada, y hablada al descuido.

Dícese en ellas «que Su Majestad trata con Su Santidad de que se canonice el señor rrey D. Fernando, y que ay ya echas ynformasiones, y para conseguirle a sus espensas es menester muchos ducados, y su patrimonio está mui gastado y assi encarga a los cabildos seculares eclesiásticos y seglares hagan que sus súbditos acudan con lo que más pudieren para esta santa obra»[603].

Hubo momentos en que si don Paco hubiera tenido un revólver, acaso, en contravención de todos sus preceptos religiosos y de todas sus sanas filosofías, se hubiera pegado un tiro; pero, afortunadamente, don Paco no gastaba armas de fuego y no llevaba ni pistola ni escopeta en aquella disparatada excursión que estaba haciendo, perseguido por los celos como Orestes por las Furias.

¡Y esto sucedía cuando yo, atacado nuevamente de paludismo, para no acudir a la cocina del hospital, gastaba parsimoniosamente mis últimos centavos y entablaba tratos con cierto almacenista de San Miguel para pignorar una paga atrasada! Todavía si la mencionada distracción hubiera obedecido a la necesidad, habría acallado mis escrúpulos; mas constábame, al contrario, que jefes y oficiales cobraban puntualmente sus haberes.

La modestia y el recogimiento de doña Beatriz hacían que gastase poquísimo en su persona, así es que le sobraba mucho, en proporción de su corta hacienda, y todo lo consumía en obras de caridad.

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